Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Carta

Navidad 2011

Colecta ante la crisis
entre sacerdotes y diáconos

16 de diciembre de 2011


Temas: crisis y solidaridad.

Publicado: BOA 2012, 164.


Queridos hermanos presbíteros y diáconos:

Os felicito cordialmente las fiestas de Navidad, haciéndome eco del saludo del ángel a los pastores de Belén: «Os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo» (Lc 2,10). En la noche de la humanidad ha amanecido la Luz del mundo, que es Jesús, el Salvador.

Con esta carta concreto la sugerencia que propuse en la sesión del Consejo Presbiteral del 12-12-2011 . En Navidad celebramos que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, naciendo como un niño débil y pobre; nuestro Señor «siendo rico, se hizo pobre por nosotros» (2Co 8,9). El gozo por la salvación anunciada va unido a la comunicación de bienes y de necesidades; por ello, Navidad es una invitación particular a la fraternidad cordial y efectiva. La crisis que venimos padeciendo y que repercute duramente en muchas personas y familias no ha remitido; más bien, se ha agudizado por la terminación del subsidio de desempleo y por las perspectivas previsibles de futuro. Al pedir diariamente a Dios el pan de cada día, nos comprometemos también a compartirlo con los que lo tienen escaso e inseguro. Ante esta situación os invito a participar generosamente, a través de Cáritas Diocesana, en una colecta para aliviar las necesidades de atención primaria de tantas personas.

Se trata de un gesto ante el cual podemos preguntarnos, como en la narración de la multiplicación de los panes: «¿Qué es esto para tantos?» (Jn 6,9). No sabemos; solo Dios puede hacer que fluya abundantemente el don. Deseamos que sea un gesto discreto. El Evangelio nos invita a que nuestra limosna quede en lo escondido y a «que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6,3). Aunque el gesto sea muy limitado en su eficiencia, en la Iglesia, que es sacramento de la unidad con Dios y con los hombres, los signos tienen carta particular de ciudadanía. Es un gesto expresivo de nuestra fraternidad de presbíteros, de la sintonía con nuestro pueblo y de la solidaridad concreta con sus necesidades. Este signo sencillo y auténtico muestra la identificación con el sentido del ministerio que hemos recibido y ejercemos: Queremos ser ministros del Evangelio anunciándolo con palabras y obras, y servidores de la comunidad, dentro de la cual debe existir comunicación cristiana de bienes.

Queridos amigos, os agradezco cordialmente vuestra generosidad.