Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Carta

XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos 2012

Iniciación cristiana
y nueva evangelización

16 de octubre de 2012


Temas: Camino Neocatecumental (Sínodo de los Obispos 2012: iniciación cristiana y transmisión de la fe).

Publicado: BOA 2012, 523.


Durante la primera fase del Sínodo se van sucediendo numerosas intervenciones, siguiendo más o menos el llamado Instrumentum laboris , que es como el orden del día amplio de los aspectos más importantes del Sínodo. Cada orador en la Asamblea Sinodal entrega previamente en la Secretaría del Sínodo un escrito, que puede ser bastante amplio, sobre el tema que expondrá en el aula en no más de cinco minutos; y, además, facilita un resumen de su intervención para los medios de comunicación. Este escrito es precisamente la síntesis que se publica aquí.

Las intervenciones pueden versar sobre la situación cultural y social en que se desarrolla la nueva evangelización, sobre aspectos teológicos de la misma, sobre iniciativas de nueva evangelización, sobre movimientos eclesiales que pueden aportar experiencias de nueva evangelización... Teniendo en cuenta mi conocimiento del Camino Neocatecumenal, que se remonta a sus mismos inicios, me ha parecido oportuno exponer algunos de sus frutos evangelizadores.

La intervención desea unir nueva evangelización y catecumenado e iniciación cristiana. ¿El método del catecumenado, que practicó la Iglesia antigua, puede ser, con las debidas modificaciones y variedades, método para la nueva evangelización, para la transmisión de la fe cristiana en nuestras latitudes y en nuestro tiempo? Mirando a la misión actual de la Iglesia, el Concilio Vaticano II mandó que fuera restaurado el catecumenado, y en 1972 apareció el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos.

Me limito a una experiencia de iniciación cristiana que se conoce como Camino Neocatecumenal, nacido en el ámbito y por impulso del Concilio, ampliamente difundido, y aprobado por el Papa como método adecuado de formación católica. Yo he conocido el Camino Neocatecumenal desde hace mucho tiempo, desde el comienzo del mismo, y durante bastantes años participé de tres formas: como catecúmeno, y no solo como quien presta un servicio pastoral a una comunidad; como presbítero, que buscaba nuevos caminos apostólicos en el inmediato posconcilio; y como estudioso de la Teología, de la que he sido profesor durante catorce años en una facultad.

En ese tiempo, intentaba establecer la relación entre el lenguaje de la Teología y el lenguaje catequético, carismático y celebrativo del Camino Neocatecumenal. Subrayo algunos aspectos relevantes:

1. Los catecúmenos van uniendo de manera honda y clara las dimensiones personal y eclesial de la fe cristiana. Descubren el sentido de la Iglesia en la participación asidua de la comunidad. Se crea una fraternidad profunda que tiene también repercusión en las relaciones humanas y sociales. La persona se siente apoyada por los otros hermanos para poder vivir cristianamente en medio de una sociedad muchas veces indiferente e incluso hostil a la fe cristiana y a la Iglesia.

2. A través del catecumenado, los participantes descubren las realidades fundamentales de la fe cristiana: El Credo, los Mandamientos de Dios con el espíritu del Sermón de la Montaña, la oración del Padre Nuestro y de los Salmos, los sacramentos —particularmente la Eucaristía y la Penitencia—, y la dimensión apostólica de la vida cristiana. No se inicia en aspectos particulares, complementarios o devocionales, sino en realidades básicas de la fe, que hoy no podemos dar por supuestas. Es un catecumenado posbautismal para la mayor parte de los participantes, a través del cual redescubren el sentido del Bautismo ya recibido.

3. La celebración litúrgica es fortalecida en cada uno por el conocimiento y la lectura orante de la Sagrada Escritura. Durante mucho tiempo, la extrañeza del latín ocultaba el desconocimiento de la Sagrada Escritura, pero ahora queda al descubierto esa insuficiencia. La evangelización requiere que se unan Biblia, sacramentos y vida cristiana.

4. La Iglesia es la “patria” de todas las vocaciones. El Camino Neocatecumenal, a través de la profundización en la fe y en la conversión, cultivando la vocación bautismal, abre el camino para que cada catecúmeno descubra o redescubra su vocación específica: al matrimonio cristiano, al ministerio sacerdotal, a la vida consagrada, a la itinerancia misionera. Insistir en la fe y en la conversión a Dios es fundamental vocacionalmente. Sin esta base, los esfuerzos vocacionales son superficiales y en gran parte estériles.

5. Merece ser subrayado el celo apostólico que va prendiendo como un fuego en los catecúmenos y las comunidades a medida que van madurando. Renovar el Bautismo lleva consigo redescubrir que la vocación cristiana es por su misma naturaleza vocación al apostolado (cf. Apostolicam actuositatem, 2).

6. La manera como los padres van transmitiendo la fe a los hijos es bella y eficaz. Los niños, desde pequeños, participan en una celebración familiar de la Iglesia doméstica.

He querido, a la luz de la historia del Camino Neocatecumenal, presentar no un proyecto, sino una realidad concreta de la conexión entre iniciación cristiana y nueva evangelización.