Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Carta

XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos 2012

De nuevo en casa
después del Sínodo de los Obispos

16 de noviembre de 2012


Temas: Sínodo de los Obispos 2012.

Publicado: BOA 2012, 644.


El Sínodo dedicado a la “nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana” fue clausurado el 28-10-2012 con la solemne celebración de la Eucaristía, presidida por el Papa y concelebrada por los obispos y presbíteros participantes en la Asamblea. Ha sido una experiencia extraordinaria de comunión y de misión. ¡Todos unidos en la inquietud evangelizadora de la Iglesia universal! Para mí es la tercera oportunidad, que agradezco profundamente a Dios. He recordado constantemente a nuestra Diócesis y a sus fieles, y he escuchado allí con un oído puesto aquí. He convivido en una residencia cercana al Vaticano con unos treinta y cinco obispos, muchos de América Latina, bastantes de los cuales me eran conocidos por la Conferencia de Aparecida (Brasil); otros obispos procedían de África, de Asia, y varios de Oceanía y de Europa. La convivencia era la prolongación de la comunión eclesial en un ambiente más distendido.

A lo largo de las tres semanas de intenso trabajo, de las numerosas intervenciones escuchadas en el Aula sinodal, de las conversaciones y del trabajo en los círculos menores, se despliega el mapa de la Iglesia, de su vida y misión, con sus gozos, trabajos y dificultades. Se tiene la ocasión de conocer la Misión continental puesta en marcha en Aparecida, en las Iglesias de América Latina y del Caribe; la riada de conversiones en Hong-Kong, la vida de la Iglesia que vuelve a manifestarse con normalidad en Camboya, el despertar sorprendente de la vida cristiana en Noruega. En las situaciones más variadas se vive la fraternidad en la fe y en la comunión eclesial. A mí me producía una honda satisfacción poder tratar con obispos que en los diferentes pueblos, razas, lenguas y culturas están gastando generosamente la vida por el Evangelio. La experiencia diariamente repetida de la catolicidad y universalidad de la Iglesia es un estímulo poderoso para la gratitud a Dios y la fidelidad al encargo recibido.

El Papa, un anciano venerable con 85 años pero con excelente lucidez mental y buena salud, participó en numerosas congregaciones generales, aparte de presidir las celebraciones de apertura y de clausura, y del día 11-10-2012 , Conmemoración del comienzo del Concilio Vaticano II . El primer día de los trabajos, después de la lectura breve de la Hora intermedia, tuvo una exhortación espiritual , entrañable, profunda, bella y fraternal, deteniéndose en el significado de la palabra “Evangelio” (buena y nueva noticia), que recuerda, por una parte, el gozo por el retorno de los deportados a Babilonia, volviendo a su tierra, a poder visitar el templo de Dios y a recuperar la libertad como pueblo; y por otra, el nacimiento de Jesús, que es buena noticia para Israel y para la humanidad entera. El segundo punto en que se detuvo fue el Himno con el que se invoca al Espíritu Santo para que nos fortalezca en la confesión de la fe y nos arraigue en el amor cristiano. Una insistencia permanente en el Sínodo ha sido esta: el trabajo evangelizador no consiste ante todo en estrategias nuevas, sino en la testificación humilde y valiente de Jesucristo, con palabras y obras, con nuevos lenguajes y vías de creatividad pastoral, apropiados a las personas de nuestro tiempo en las diversas situaciones.

No se puede olvidar que las efemérides que han impulsado al Papa a convocar el Año de la fe y en su inicio la Asamblea Sinodal, son los cincuenta años del comienzo del Concilio Vaticano II y los veinte del Catecismo de la Iglesia Católica . Hubo diferentes signos que recordaron el Concilio. Fueron invitados particularmente el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, y el primado de la Comunión anglicana, el Arzobispo de Canterbury, que tuvieron sendas intervenciones. Participaron en la celebración unos 15 obispos de los 70 que participaron en el Concilio y aún viven. De España solamente vive D. Gabino, arzobispo emérito de Oviedo, que participó en el último periodo del Vaticano II. Un signo muy elocuente: fue entronizado el mismo Evangeliario en el mismo atril utilizado en las sesiones conciliares, y colocado delante del altar, en lugar destacado. Fueron leídos algunos pasajes de las constituciones del Concilio, mientras la multitud estaba aguardando el canto de la procesión hasta el altar de los aproximadamente 400 obispos, entre ellos los presidentes de Conferencias Episcopales, que intentaba recordar la solemnísima del día 11-10-1962. El Papa entregó al final de la Eucaristía el mensaje correspondiente del Concilio a los gobernantes, hombres de ciencia y pensamiento, mujeres, jóvenes, trabajadores, enfermos; y el Catecismo de la Iglesia Católica.

Los frutos más tangibles del Sínodo son el Mensaje y las Proposiciones finales , votadas por los Padres sinodales y entregadas al Papa en latín. El Mensaje, bellamente redactado, recuerda los temas principales del Sínodo con la clave y sensibilidad acertadas. Las Proposiciones —en esta ocasión son 58— son como el sedimento del trabajo sinodal, y recogen los puntos en los que el consenso de los Padres sinodales —en total 263— era más concorde. Todos los materiales del itinerario sinodal se entregan al Papa, pidiéndole que, si lo cree oportuno, publique una Exhortación postsinodal. Los materiales son muchos: los Lineamenta e Instrumentum laboris , las Relaciones del Relator General previa y posterior a la discusión en el Aula, las numerosas intervenciones de los Padres, “delegados fraternos”, auditores y auditoras, y las relaciones de los 12 Círculos menores. Tanto el Mensaje como las Proposiciones están a disposición de todos. Invito a leerlos con detenimiento. El Señor nos llama a todos a evangelizar de nuevo y en todos los rincones del mundo.

¡Qué María, Estrella de la Nueva Evangelización, nos acompañe!