Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Catequesis

Año de la fe 2012-2013

«Creo en Jesucristo, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo»

16 de diciembre de 2012


Temas: Jesucristo (encarnación).

Publicado: BOA 2012, 651.


La parte del Credo relativa a la profesión de la fe en Jesucristo se ha desarrollado más que las relacionadas con Dios Padre y con el Espíritu Santo. Recorre el itinerario de Jesús desde su concepción por María y el nacimiento, pasando por su pasión, muerte, resurrección y ascensión a los cielos, hasta su venida para juzgar a vivos y muertos. El artículo del Credo al que remite el título de esta carta está en conexión con el tiempo de Adviento, que estamos celebrando. Hoy me fijo en su segunda parte, “Creo en Jesucristo, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nacido de Santa María Virgen”. En la próxima carta explicaremos que Jesús es el Cristo, Hijo único de Dios y Nuestro Señor.

Sobre la venida del Hijo de Dios al mundo, sobre su entrada en la historia humana como nuestro Salvador, se proclaman durante las fiestas de Navidad con preferencia dos trozos del Evangelio, uno de san Lucas (Lc 2,1-20) y otro de san Juan (Jn 1,1-18). El evangelista Lucas narra cómo, cuando estaban José y María en Belén, le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y acostó en un pesebre; es un relato encantador por el amor, la sencillez y la pobreza que refleja. En el centro de la escena están Jesús recién nacido y María, su madre. Juan, en el comienzo de su evangelio, toma una altura sublime: La palabra eterna era Dios, y se hizo hombre y habitó entre nosotros. Como los pastores, también nosotros nos postramos ante el Niño para adorarle; y por la encarnación del Hijo de Dios, hemos contemplado su gloria.

¿De dónde procede Jesús? «¿De dónde eres tú?», preguntó Pilato a Jesús (Jn 19,9). ¿Cómo fue concebido Jesús? ¿Cómo comenzó María a gestarlo en sus entrañas? Al responder a estas preguntas tocamos un aspecto fundamental de nuestra fe cristiana. Una respuesta inmediata es que Jesús procede de Nazaret, de Belén. Pero, ¿cuál es su origen más profundo? ¿Cuál es su misión? ¿Quién es realmente Jesús? Este origen no podemos escamotearlo refugiándonos en símbolos, en el mito, en leyendas piadosas, o en paralelos del Antiguo Testamento o de la historia de las religiones.

Tomamos como guía unas páginas del reciente libro La infancia de Jesús, escrito por el papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger. Reflexiona sobre la conexión entre una profecía de Isaías y un versículo de Mateo (Is 7,14 y Mt 1,23): «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa ‘Dios con nosotros’». El evangelista ve cumplida la profecía en la concepción virginal de Jesús por obra del Espíritu Santo. La profecía de Isaías, escribe el Papa, es una palabra encaminada al futuro, que aguarda su cumplimiento. La Palabra de Dios y la misma historia de la salvación unen al Antiguo y al Nuevo Testamento. Lo prometido por Dios se cumplirá; la esperanza en Dios no defrauda. Inicialmente, la promesa iba dirigida al rey Acaz; pero su alcance miraba a Israel, e incluso a la humanidad entera. “Dios con nosotros” es nuestra protección y seguridad. La palabra de Isaías se cumple en María, en la concepción virginal y en su Hijo Jesús. Así como Isaías 53 habla de la pasión y muerte de Jesús, el Siervo sufriente de Dios, de modo semejante esta profecía sobre el nacimiento virginal del Prometido halla su definitiva realización en la Virgen María, en la concepción por el Espíritu Santo, y en Jesús, que es, no solo cercanía defensora de Dios, sino el mismo Hijo de Dios, hermano y salvador nuestro.

Dios ha creado al hombre libre y respeta siempre su libertad; por eso, en su relación con nosotros pide el consentimiento, no nos fuerza ni avasalla. Con unas palabras atinadas de Romano Guardini, podemos decir que el Reino de Dios está a las puertas del mundo, y las puertas del mundo están en el corazón del hombre. El ángel anunció a María el designio de Dios: “Concebirás al Hijo del Altísimo, sin concurso de varón”. Cuando, sin desconfiar de Dios, María pregunta cómo será posible y recibe la explicación, ella responde: “Hágase en mí según tu palabra” (cf. Lc 1,38). El Espíritu Santo vendrá sobre María y la cubrirá con su sombra. De la disponibilidad incondicional de María, el Espíritu Santo, con su poder, suscita una maternidad virginal. El Hijo eterno de Dios entra en el seno de María a través de la puerta de la obediencia; por la fe es Madre de Dios. La encarnación del Hijo de Dios se vincula al “sí” libre y creyente, obediente y disponible de María. A la luz de la actitud de María, podemos afirmar que la fe cristiana es reflexiva y puede preguntar a fin de que el asentimiento esté humanamente bien fundado.

Después del recorrido sobre la correspondencia entre la profecía de Isaías y la concepción virginal de María, pregunta el Papa: «¿Es cierto lo que decimos en el Credo: “Creo en Jesucristo, su único Hijo (de Dios), nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen”? La respuesta es un “sí” sin reservas» (p. 62). Dios tiene poder para intervenir no solo en las ideas y pensamientos, sino también en el mundo material; si no pudiera mostrar aquí su poder, no sería Dios omnipotente. El parto virginal de María y la resurrección real del sepulcro de Jesucristo son piedras de toque de nuestra fe, elementos fundamentales de la misma. Ambos acontecimientos son no mito, sino realidad histórica. Dios, con el nacimiento de Jesús de santa María la Virgen y con la resurrección de Jesucristo, inaugura una nueva creación. Por eso, son también signos luminosos de nuestra esperanza: Dios puede salvarnos en cuerpo y alma. Con fe humilde y firme nos postramos ante el amor, la sabiduría y el poder de Dios, que abre caminos insospechados en la historia de los hombres. Acontece algo nuevo que desborda nuestros cálculos y nos introduce en el misterio de Dios.

A través de estas líneas quiero felicitar a todos las fiestas de Navidad. ¡Que el gozo y la significación salvífica del nacimiento de Jesús llegue a todas las personas y a todas las familias!