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Ricardo Blázquez Pérez

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Libro

Del Vaticano II a la nueva evangelización

26 de septiembre de 2013


Temas: Concilio Vaticano II, Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización y 25º Aniversario de su consagración episcopal. XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos 2012 - Iniciación cristiana y nueva evangelización

Publicado: BOA 2013, 528.


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(Presentación de: Ricardo Blázquez, Del Vaticano II a la nueva evangelización (Presencia teológica, 200), Sal Terrae, Santander 2013, 280 pp.)

Saludo con respeto y afecto a los miembros de esta mesa, que participan en la presentación del libro Del Vaticano II a la nueva Evangelización, editado por Sal Terrae hace unos meses: al magnífico señor rector de esta Universidad de Comillas, D. Julio Luis Martínez; al consejero delegado del Grupo de Comunicación Loyola, D. Antonio Allende; y al profesor Dr. Santiago Madrigal, de la Facultad de Teología de Comillas. Manifiesto a todos los presentes mi gratitud por su presencia en este acto.

En el libro que presentamos confluyen dos corrientes o perspectivas que se unen: Hay un conjunto de capítulos, la parte fundamental, acerca de cuestiones teológicas, pastorales y espirituales sobre dos pilares fundamentales: el Concilio Vaticano II y el Sínodo sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, celebrado en octubre de 2012 , al cumplirse los cincuenta años desde la apertura solemne del Vaticano II . La otra corriente es más ocasional: la celebración de los 25 años de mi ordenación episcopal, que tuvo lugar el 29-5-1988 en Santiago de Compostela, con una restrospectiva de las diócesis donde ha transcurrido el ejercicio de mi ministerio como obispo, a saber: Santiago de Compostela como obispo auxiliar, Palencia, Bilbao y Valladolid. Los últimos capítulos y la larga introducción se refieren a esta circunstancia, tan significativa para mí; también actualizo de esta forma los cinco lustros pasados como obispo, con agradecimiento a quienes he conocido y deseado servir.

1. El contenido básico y más extenso del libro está dedicado a hacer memoria del Concilio Vaticano II con ocasión de los cincuenta años de su comienzo (11-10-2012). En el 11 de octubre convergen la celebración litúrgica de la memoria del beato Juan XXIII, que pronto será canonizado; la Fiesta de Nuestra Señora de Begoña, patrona de la Diócesis de Bilbao; y, antes de la reforma litúrgica promovida por el Concilio, la Maternidad Divina de la Virgen María, razón por la cual el Papa fijó el comienzo del Concilio para ese día.

Mi vida como presbítero se ha desarrollado a la sombra del Vaticano II. Recibí la ordenación presbiteral en Ávila en 1967, y, consiguientemente, mi formación sacerdotal transcurrió durante su preparación, celebración y primera etapa posterior. Aunque la formación teológica que recibíamos era preconciliar, tanto en el sentido cronológico como en su orientación, los manuales estudiados no calaban hondo en nosotros, ya que aparecían otras perspectivas que mermaban su fuerza convincente; por ese motivo, no he tenido que hacer posteriormente una especie de reconversión teológica. El ambiente formativo del Seminario de Ávila, modelado en gran parte por el recordado y querido rector D. Baldomero Jiménez Duque y por las informaciones que recibíamos sobre el Concilio, nos abría a otros aires, que ya respirábamos.

Un filón fundamental ha unido al Vaticano II con la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización: la dimensión misionera y evangelizadora de la Iglesia. Los padres conciliares mandaron que se reformaran las instituciones de la Iglesia sometidas a cambio, en orden a ser instrumentos más transparentes y eficaces en la evangelización. La Iglesia ha vuelto a los orígenes, guiada por un impulso renovador, para responder a los desafíos del mundo actual. En palabras del papa Juan XXIII en la Constitución Apostólica de convocatoria del Concilio : «Un orden nuevo se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones inmensas (...); hoy se exige de la Iglesia que infunda en las venas de la humanidad actual la virtud perenne, vivificante y divina del Evangelio» (n. 3). Cuando hacemos memoria del Concilio, queremos reavivarlo en clave de fe para evangelizar. Fe y evangelización se relacionan mutuamente en los dos sentidos: La fe vigorosa lleva a la evangelización, y la evangelización refuerza la fe. Si Dios no ocupa el centro de los discípulos, estos no pueden ser misioneros en las periferias.

La Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización conecta con la intención misionera fundamental del Concilio. El “salir” misionero al que nos invita el papa Francisco es prolongación del objetivo apostólico que impregnó los textos y el espíritu del Concilio; Vaticano II y último Sínodo están unidos por una fuerte corriente misionera. Los capítulos de la primera y segunda parte del presente libro se mueven en esta órbita. Como podrá percibir el lector, los temas tratados son heterogéneos dentro de esa convergencia que acabo de indicar; la pluralidad y la falta de articulación sistemática interna se deben en buena medida a las circunstancias para las que fueron reflexionadas las cuestiones. Aunque se trata de intervenciones diferentes en foros diversos, uno advierte que durante varios años domina una tónica que unifica inquietudes, reflexiones y deseos pastorales. No es un libro que trate sistemáticamente un tema, ya que no puedo realizar ese trabajo teológico siendo obispo; es una reunión de trabajos que se mueven en un horizonte unificador. Los libros que he podido publicar durante estos decenios reúnen estudios teológico-pastorales unificados por una clave que aparece en los títulos; por ejemplo, Iniciación cristiana y Nueva Evangelización, Transmitir el Evangelio de la verdad, En el umbral del tercer milenio, La esperanza en Dios no defrauda, Iglesia, ¿qué dices de Dios? o Iglesia y Palabra de Dios .

Como obispo, mi servicio en la Iglesia no consiste en enseñar Teología, sino en ser pastor; pero siguiendo la trayectoria de mi vida precedente (catorce años enseñando en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca), he comprendido que determinadas etapas de la vida no se recorren en vano, y que todo lo vivido termina confluyendo en la existencia personal y ministerial. Recuerdo, además, la recomendación que D. Baldomero me hizo cuando recibí el nombramiento de obispo auxiliar de Santiago de Compostela: “Ricardo, no dejes de escribir”. Aquel consejo me ha acompañado siempre, y he intentado cumplirlo en la medida de mis posibilidades.

Escribir sobre temas teológicos, pastorales y espirituales ha sido una dimensión de mi ministerio episcopal; estoy convencido de que no ha sido una distracción ni menos aún una huida de las numerosas tareas del obispo. Al contrario, la dedicación con mayor detenimiento a la Teología de carácter pastoral-espiritual y la formulación con la exigencia requerida para la publicación me han ayudado en los quehaceres pastorales. La escritura obliga a precisar ideas y a buscar palabras, lo que favorece la predicación. Una distribución razonable del tiempo ha hecho compatibles los diversos trabajos pastorales.

Por lo dicho, se comprende que este libro y todos los publicados siendo obispo reflejan la formación teológica de fondo con su posible actualización, la impronta espiritual que me proporcionan mi origen abulense y mi relación con personas de talante semejante, y la inquietud y amor pastorales que unifican mi vida. Quizá los lectores queden insatisfechos por esta heterogeneidad y pluralidad de ingredientes, pero esto es lo que he podido hacer y lo que he aprendido a hacer. Reitero que ciertamente las publicaciones, aunque nacieran sin un proyecto previo, han fortalecido mi condición de obispo y de pastor, con el discurrir del tiempo.

2. El libro, como ya he avanzado, comprende otros capítulos que se mueven en torno a la celebración de los veinticinco años de mi ordenación episcopal. Por esa vía también se introduce en el texto una connotación biográfica, que me ha parecido oportuna.

Todo cambio es como un trasplante que requiere el esfuerzo de un nuevo arraigo y ofrece la oportunidad de una renovación personal y ministerial. Pasar de Salamanca a Santiago de Compostela fue para mí no solo un cambio geográfico, sino, sobre todo, pasar de la responsabilidad de presbítero y profesor de Teología a la de obispo. Mi experiencia ha sido que las adaptaciones personales tanto al presbiterado como al episcopado han requerido bastantes meses, aproximadamente un año. Otros cambios dentro del mismo ministerio han sido de menor alcance, aunque el paso de Palencia a Bilbao, de Castilla a Euskadi, tuviera complicaciones especiales.

He querido introducir en el libro estos capítulos en clave de agradecimiento, como realmente he vivido la celebración de las bodas de plata episcopales. Unas palabras de Romano Guardini formulan esta actitud con la precisión y belleza que le eran habituales: «El agradecimiento es como el perfume de la memoria del corazón». Este libro es, a los veinticinco años de mi ordenación como obispo, un homenaje de reconocimiento y de gratitud a las cuatro diócesis donde he ejercido o ejerzo el ministerio confiado por el Señor en la Iglesia. Aunque mientras se recorre el camino haya días que parecen de cuarenta horas, y una vez pasado el tiempo tengamos la impresión de que todo ha pasado muy pronto; aunque haya habido muchos días luminosos, bastantes oscuros y muchísimos grises; aunque haya habido trabajos y preocupaciones en abundancia y también abundantes gozos apostólicos, ya que en la vida cristiana son compatibles las alegrías y los sufrimientos por el Señor (cf. 1P 4,13-14), emerge sin embargo muy destacadamente la gratitud a las Iglesias diocesanas, donde he encontrado hermanos en la fe y colaboradores leales y sacrificados. A todos los recuerdo con inmensa gratitud ante Dios; la distancia geográfica nunca se ha traducido en olvido.

A las diócesis dedico sendos capítulos, que recogen algún aspecto de lo que viví y me impactó en ellas. Evidentemente, los motivos se podrían multiplicar, pero para mí lo más significativo y elocuente era expresar, en esta ocasión singular, mi recuerdo y reconocimiento a las personas y a las diócesis.

Pensando en la Diócesis de Santiago de Compostela, recuerdo a D. Baltasar Pardal (1886-1963), sacerdote, catequeta y fundador de las Hijas de la Natividad. Su proceso de beatificación y canonización está abierto. Pertenece a la pléyade de catequistas y maestros de catequesis que poblaron aquellos decenios, y que hoy son para nosotros una llamada a esa tarea fundamental de la iniciación y maduración de los cristianos en la fe.

Recordando la Diócesis de Palencia y el cincuentenario de la coronación de la imagen de la Virgen de la Calle, patrona de la ciudad, y en cuya proximidad fundó santa Teresa de Jesús el convento de carmelitas, he introducido un capítulo sobre el significado actual de la coronación de las imágenes de la Virgen.

Con el trasfondo de los casi quince años de ministerio en la Diócesis de Bilbao, aparece un artículo sobre la revista Sal Terrae, fundada en 1912 por el P. Remigio Vilariño, S. J., nacido en Gernika; por tanto, acabamos de conmemorar el centenario de esta publicación. Sal Terrae es también el nombre de la editorial que ha acogido este libro.

Como homenaje y obsequio a la Diócesis de Valladolid, he introducido el Sermón de las Siete Palabras que prediqué en la celebración de la Semana Santa que viví con honda conmoción el primer año de mi ministerio episcopal . La hondura religiosa, la belleza, la participación personal y multitudinaria y la vitalidad de la tradición popular son impresionantes.

Las personas practicamos de vez en cuando, movidos por acontecimientos que marcan profundamente la vida, recapitulaciones provisionales del itinerario. Este libro es, de alguna forma, rememoración del camino recorrido ante Dios y en la Iglesia.