Sede Apostólica
Santo Padre
Francisco

Imprimir A4  A4x2  A5  

Catequesis

Audiencia General - Año de la fe 2012-2013

«Creo en la comunión de los santos»

30 de octubre de 2013


Temas: comunión de los santos.

Web oficial: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2013/documents/papa-francesco_20131030_udienza-generale.html

Publicado: BOA 2013, 589.


\documentclass[a4paper, 12pt]{article} \usepackage{larva} \usepackage{charter} \usepackage{titlesec} \usepackage{amssymb} % Para \blacksquare \titleformat{\section}{\centering \Large \color{blue} \bf}{}{0mm}{} %\setlength{\parindent}{0mm} \setlength{\parskip}{2mm} %\hyperbaseurl{http://www.archivalladolid.org/} % agenda.php?DI= . date ('Y-m-d') . \&Evento=} % \includegraphics[width=0.15\textwidth]{../arzobispado.jpg} \begin{document}

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy desearía hablar de una realidad muy bella de nuestra fe, la de la “comunión de los santos”. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que con esta expresión se hace referencia a dos realidades: la comunión en las cosas santas y la comunión entre las personas santas (cf. n. 948). Me detengo en el segundo significado: se trata de una de las verdades más consoladoras de nuestra fe, pues nos recuerda que no estamos solos, sino que existe una comunión de vida entre todos aquellos que pertenecemos a Cristo. Una comunión que nace de la fe; en efecto, el término “santos” se refiere a quienes creen en el Señor Jesús y están incorporados a Él en la Iglesia mediante el Bautismo. Por eso, los primeros cristianos eran llamados también “los santos” (cf. Hch 9,13.32.41; Rm 8,27; 1Co 6,1).

1. El Evangelio de Juan muestra que Jesús, antes de su Pasión, rogó al Padre por la comunión entre sus discípulos, con estas palabras: «Para que todos sean uno, como Tú, Padre, en mí, y yo en Ti; que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado» (Jn 17,21). La Iglesia, en su verdad más profunda, es comunión con Dios, familiaridad con Dios, comunión de amor con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo, que se prolonga en una comunión fraterna. Esta relación entre Jesús y el Padre es la “matriz” del vínculo entre nosotros, cristianos: si estamos íntimamente introducidos en esa “matriz”, en ese horno ardiente de amor, entonces podemos verdaderamente hacernos un solo corazón y una sola alma entre nosotros, porque el amor de Dios quema nuestros egoísmos, nuestros prejuicios y nuestras divisiones interiores y exteriores. El amor de Dios quema también nuestros pecados.

2. Si existe este enraizamiento en la fuente del Amor, que es Dios, entonces se verifica también el movimiento recíproco: de los hermanos a Dios. La experiencia de la comunión fraterna me conduce a la comunión con Dios. Estar unidos entre nosotros nos conduce a estar unidos con Dios, al vínculo con Dios, que es nuestro Padre. Este es el segundo aspecto de la comunión de los santos que desearía subrayar: nuestra fe tiene necesidad del apoyo de los demás, especialmente en los momentos difíciles. Si estamos unidos, la fe se hace fuerte. ¡Qué bello es sostenernos los unos a los otros en la aventura maravillosa de la fe! Digo esto porque la tendencia a cerrarse en lo privado ha influido también en el ámbito religioso, de forma que muchas veces cuesta pedir la ayuda espiritual de cuantos comparten con nosotros la experiencia cristiana. ¿Quién de nosotros no ha experimentado inseguridades, extravíos y hasta dudas en el camino de la fe? Todos hemos experimentado eso, también yo; forma parte del camino de la fe, forma parte de nuestra vida. Nada de eso debe sorprendernos, porque somos seres humanos y estamos marcados por fragilidades y limitaciones; todos somos frágiles, todos tenemos límites. A pesar de ello, en los momentos de dificultad es necesario confiar en la ayuda de Dios, mediante la oración filial, y, al mismo tiempo, es importante hallar el valor y la humildad de abrirse a los demás para pedir ayuda, para que nos echen una mano. ¡Cuántas veces hemos hecho esto, y después hemos conseguido salir del problema y encontrar a Dios otra vez! En esta comunión —“comunión” quiere decir ‘común-unión’— somos una gran familia, donde todos los miembros se ayudan y se apoyan entre sí.

3. Y llegamos a otro aspecto: la comunión de los santos va más allá de la vida terrena y de la muerte, y dura para siempre. Esta unión entre nosotros va más allá y continúa en la otra vida; es una unión espiritual que nace del Bautismo y no se rompe con la muerte, sino que, gracias a Cristo resucitado, está destinada a hallar su plenitud en la vida eterna. Hay un vínculo profundo e indisoluble entre quienes somos aún peregrinos en este mundo, nosotros, y quienes han atravesado el umbral de la muerte para entrar en la eternidad. Todos los bautizados aquí abajo, en la tierra, las almas del Purgatorio y todos los bienaventurados que están ya en el Paraíso formamos una sola gran Familia. Esta comunión entre tierra y cielo se manifiesta especialmente en la oración de intercesión.

Queridos amigos, ¡qué gran belleza es esta! Es una realidad nuestra, de todos, que nos hace hermanos, nos acompaña en el camino de la vida y hace que nos encontremos otra vez allá arriba, en el cielo. Vayamos por este camino con confianza y con alegría. Un cristiano debe estar alegre por tener muchos hermanos bautizados que caminan con él, y por estar sostenido con la ayuda de los hermanos y hermanas que hacen ese mismo camino para ir al cielo, y también con la ayuda de los hermanos y hermanas que están ya en el cielo y ruegan a Jesús por nosotros. ¡Sigamos adelante por este camino con alegría!

(Saludo a los peregrinos de lengua española)