Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Carta

Día de la Iglesia Diocesana 2013

17 de noviembre de 2013


Temas: Iglesia diocesana.

Publicado: BOA 2013, 632.


En muchos cristianos probablemente resuena todavía la definición de la Iglesia católica como la congregación de los fieles cristianos cuya cabeza visible es el papa; pues bien, el Concilio Vaticano II, de cuya inauguración se cumplen cincuenta años , enriqueció esa definición introduciendo algunos rasgos recuperados de la tradición antigua. La Iglesia universal está formada por muchas Iglesias particulares o diócesis, presididas por sus respectivos obispos, estos presididos a su vez por el obispo de Roma y Sucesor de Pedro. Consiguientemente, formamos parte de la Iglesia a través de la inserción en nuestra diócesis; por ello, todo cristiano debe cultivar el sentido de pertenencia y de colaboración con su diócesis, el cual justamente desea recordar y promover el Día de la Iglesia Diocesana.

En la Jornada de este año quiero hacer dos subrayados; uno se refiere a la inmediata publicación del nuevo Directorio Diocesano de los Sacramentos de Iniciación Cristiana , y el otro para reclamar la atención ante la situación actual de nuestra sociedad.

La transmisión de la fe cristiana a los niños, adolescentes y jóvenes es una tarea primordial que encuentra actualmente dificultades especiales. Después de un discernimiento detenido y ampliamente participado, aparece el Directorio, que confío prestará una ayuda importante a parroquias, familias, escuelas católicas y otras agrupaciones cristianas.

Ante la crisis económica, laboral, social y moral, dedicamos constantemente nuestra atención y colaboramos como diócesis, sobre todo a través de Cáritas. En la Diócesis de Valladolid, como en el resto de España, celebramos el Día de la Iglesia Diocesana 2013 deseando, suspirando, clamando y reclamando lugares de trabajo; que se multiplique de manera apreciable el empleo, para que la paciencia de los desempleados no se agote y para que el horizonte de vida de los jóvenes se despeje y puedan proyectar razonablemente su futuro. Porque el trabajo dignifica a la persona, es importante para su reconocimiento social y le ayuda eficazmente a ordenar su tiempo y su existencia.

En este contexto, adquieren plena actualidad las palabras del libro de los Hechos de los Apóstoles que expresan con claridad los aspectos que debe vivir y desarrollar toda comunidad cristiana y una Iglesia particular. Que en cada parroquia y comunidad, que en la diócesis como tal, se escuche y se viva de la Palabra (cf. Hch 2,42), en comunión profunda con Dios y entre los hermanos (cf. Hch 4,32-35), siendo servidores unos de otros y poniendo todo en común (cf. Hch 2,42), hasta experimentar que somos un solo corazón y una sola alma, y que nadie padezca necesidades (cf. Hch 4,32-35).

Como miembros de esta Iglesia, tenemos la responsabilidad de hacer que nuestra fe y nuestro amor sean inseparables, ya que la fe sin obras es estéril (cf. St 2,20). Levantemos las manos suplicando a Dios el pan de cada día, y pongamos la luz de nuestra fe al servicio concreto de la justicia, del derecho y de la paz, de modo que «nos ayude a edificar nuestras sociedades para que avancen hacia el futuro con esperanza» (Lumen fidei, 51) .