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Catequesis

Audiencia General - Año de la Fe 2012-2013

«Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados»

13 de noviembre de 2013


Temas: Bautismo y Reconciliación.

Web oficial: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2013/documents/papa-francesco_20131113_udienza-generale.html

Publicado: BOA 2013, 843.


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Credo, mediante el cual hacemos cada domingo nuestra profesión de fe, afirmamos: «Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados»; se trata de la única referencia a un sacramento en todo el Credo. En efecto, el Bautismo es la “puerta” de la fe y de la vida cristiana. Jesús Resucitado dejó a los Apóstoles esta consigna: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará» (Mc 16,15-16). La misión de la Iglesia es evangelizar y perdonar los pecados mediante el Sacramento bautismal. Pero volvamos a las palabras del Credo. La expresión se puede dividir en tres partes: «confieso», «un solo bautismo», y «para el perdón de los pecados».

1. «Confieso». ¿Qué quiere decir esto? Es un término solemne que indica la gran importancia del objeto, es decir, del Bautismo. En efecto, al pronunciar estas palabras afirmamos nuestra auténtica identidad de hijos de Dios; el Bautismo es en cierto sentido el carné de identidad del cristiano, su certificado de nacimiento, y el de su nacimiento en la Iglesia. Todos vosotros sabéis el día en que nacisteis y festejáis el cumpleaños, ¿verdad? Todos nosotros festejamos el cumpleaños. Os hago una pregunta, que ya he hecho otras veces, pero la hago una vez más: ¿quién de vosotros recuerda la fecha de su bautismo? Levantad la mano... pocos (y no pregunto a los obispos para no hacerles pasar vergüenza...). Pero hagamos una cosa: hoy, cuando volváis a casa, preguntad o buscad qué día habéis sido bautizados, porque ese es el segundo cumpleaños. El primer cumpleaños es el nacimiento a la vida, y el segundo es el nacimiento en la Iglesia. ¿Lo haréis? Es una tarea para hacer en casa: buscar el día en que nacimos para la Iglesia, y dar gracias al Señor porque ese día nos abrió la puerta de su Iglesia.

Al mismo tiempo, al Bautismo está ligada nuestra fe en el perdón de los pecados. El sacramento de la Penitencia o Confesión es, en efecto, como un “segundo bautismo”, que remite siempre al primero, para consolidarlo y renovarlo. En este sentido, el día de nuestro Bautismo es el punto de partida de un camino bellísimo, un camino hacia Dios que dura toda la vida, un camino de conversión que está sostenido continuamente por el sacramento de la Penitencia. Pensad en esto: cuando vamos a confesarnos de nuestras debilidades, de nuestros pecados, pedimos el perdón de Jesús, pero también renovamos el Bautismo con ese perdón. Y esto es hermoso; es como festejar el día del Bautismo en cada confesión. Por lo tanto, la Confesión no es una sesión en una sala de torturas, sino una fiesta; la Confesión nos sirve a los bautizados para mantener limpio el vestido blanco de nuestra dignidad cristiana.

2. Segundo elemento: «un solo Bautismo». Esta expresión remite a la expresión de san Pablo: «Un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo» (Ef 4,5). La palabra “bautismo” significa literalmente ‘inmersión’, y, en efecto, este Sacramento constituye una auténtica inmersión espiritual en la muerte de Cristo, de la cual resucitamos con Él como nuevas criaturas (cf. Rm 6,4). Se trata de un baño de regeneración y de iluminación: regeneración, porque actúa ese nacimiento del agua y del Espíritu, sin el cual nadie puede entrar en el reino de los cielos (cf. Jn 3,5); iluminación, porque, mediante el Bautismo, la persona se llena de la gracia de Cristo, «luz verdadera que ilumina a todo hombre» (Jn 1,9), y expulsa las tinieblas del pecado. Por eso, en la ceremonia del Bautismo se les da a los padres una vela encendida, que representa esta iluminación; el Bautismo nos ilumina desde dentro con la luz de Jesús. En virtud de este don, el bautizado está llamado a convertirse él mismo en “luz” —la luz de la fe que ha recibido— para los hermanos, especialmente para aquellos que están en las tinieblas y no vislumbran ninguna luz en el horizonte de su vida.

Podemos preguntarnos: el Bautismo, para mí, ¿es un hecho del pasado, aislado en una fecha —esa que buscaréis hoy—, o una realidad viva, que atañe a mi presente en todo momento? ¿Te sientes fuerte, con la fuerza que te da Cristo con su muerte y su resurrección, o te sientes abatido, sin fuerza? El Bautismo da fuerza y da luz. ¿Te sientes iluminado con esa luz que viene de Cristo? ¿Eres un hombre o una mujer de luz, o eres una persona oscura, sin la luz de Jesús? Es necesario sentir la gracia del Bautismo, que es un regalo, y llegar a ser luz para todos.

3. Por último, una breve referencia al tercer elemento: «para el perdón de los pecados». Por el sacramento del Bautismo se perdonan todos los pecados, el original y todos los personales, así como todas las penas del pecado. Con el Bautismo se abre la puerta a una novedad efectiva en la vida, que deja de estar abrumada por el peso de un pasado negativo, y pasa a gozar de la belleza y bondad del reino de los cielos. Se trata de una intervención poderosa de la misericordia de Dios en nuestra vida, para salvarnos, pero esta intervención salvífica no quita a nuestra naturaleza humana su debilidad —todos somos débiles y pecadores—, ni nos quita la responsabilidad de pedir perdón cada vez que nos equivocamos. No podemos bautizarnos más de una vez, pero podemos confesarnos y renovar así la gracia del Bautismo; es como recibir un segundo Bautismo. El Señor Jesús es muy bueno y nunca se cansa de perdonarnos; incluso cuando la puerta que nos abrió el Bautismo para entrar en la Iglesia se cierra un poco, a causa de nuestras debilidades y nuestros pecados, la confesión la vuelve a abrir, precisamente porque es como un segundo Bautismo que nos perdona todo y nos ilumina para seguir adelante con la luz del Señor. Sigamos adelante así, gozosos, porque la vida se debe vivir con la alegría de Jesucristo; y eso es una gracia del Señor.

(Saludo a los peregrinos de lengua española y llamamiento a rezar para que no vuelvan a suceder tragedias como la de los niños muertos y heridos, y la muerte del conductor del autobús alcanzado por proyectiles en Damasco; y por nuestros hermanos de Filipinas, golpeados por un tifón)