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Catequesis

Audiencia General

Sacramentos: Eucaristía (1)

5 de febrero de 2014


Temas: Eucaristía (Jesucristo).

Web oficial: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140205_udienza-generale.html

Publicado: BOA 2014, 55; Ecclesia LXXIV/3.714, febrero (2014), 246.


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy os hablaré de la Eucaristía. La Eucaristía se sitúa en el corazón de la iniciación cristiana, juntamente con el Bautismo y la Confirmación, y constituye la fuente de la vida misma de la Iglesia. De este sacramento del amor, en efecto, brota todo auténtico camino de fe, de comunión y de testimonio.

Lo que vemos cuando nos reunimos para celebrar la Eucaristía, la misa, ya nos hace intuir lo que estamos por vivir. En el centro del espacio destinado a la celebración se encuentra el altar, que es una mesa, cubierta por un mantel, y esto nos hace pensar en un banquete. Sobre la mesa hay una cruz, que indica que sobre ese altar se ofrece el sacrificio de Cristo; Él es el alimento espiritual que se recibe allí, bajo los signos del pan y del vino. Y junto a la mesa está el ambón, el lugar desde el que se proclama la Palabra de Dios; esto indica que allí nos reunimos para escuchar al Señor, que habla mediante las Sagradas Escrituras, y, por lo tanto, el alimento que recibimos es también su Palabra.

En la misa, Palabra y pan se convierten en una sola cosa, como en la Última Cena, cuando todas las palabras de Jesús, todos los signos que había realizado, se condensaron en el gesto de partir el pan y ofrecer el cáliz, anticipo del sacrificio de la cruz, y en aquellas palabras: «Tomad, comed, este es mi cuerpo... Tomad, bebed, esta es mi sangre».

El gesto realizado por Jesús en la Última Cena es la gran acción de gracias al Padre por su amor, por su misericordia. “Acción de gracias” se dice en griego “eucaristía”, y por eso el sacramento se llama Eucaristía: es la suprema acción de gracias al Padre, que nos ha amado tanto que nos dio a su Hijo por amor. He aquí por qué el término “Eucaristía” resume todo ese gesto, que es gesto de Dios y del hombre conjuntamente; gesto de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Por lo tanto, la celebración eucarística es mucho más que un simple banquete: es el memorial de la Pascua de Jesús, el misterio central de la salvación. “Memorial” no significa solo un recuerdo, un simple recuerdo, sino que quiere decir que cada vez que celebramos ese sacramento participamos en el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. La Eucaristía constituye la cumbre de la acción de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido por nosotros, vuelca, en efecto, toda su misericordia y su amor sobre nosotros, de tal modo que renueva nuestro corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con los hermanos. Es por ello que, comúnmente, cuando nos referimos a este sacramento, decimos “recibir la Comunión”, “comulgar”: esto significa que, por el poder del Espíritu Santo, la participación en la mesa eucarística nos conforma de modo único y profundo a Cristo, haciéndonos pregustar ya la plena comunión con el Padre que caracterizará el banquete celestial, donde, con todos los santos, tendremos la alegría de contemplar a Dios cara a cara.

Queridos amigos, nunca agradeceremos lo bastante al Señor el don que nos ha hecho con la Eucaristía. Es un don muy grande, y por eso es tan importante ir a misa el domingo; y no solo para rezar, sino también para recibir la Comunión, el pan que es el cuerpo de Jesucristo, que nos salva, nos perdona y nos une al Padre. ¡Es hermoso hacerlo! Y vamos a misa el domingo porque es precisamente el día de la resurrección del Señor; por eso el domingo es tan importante para nosotros. Con la Eucaristía sentimos precisamente la pertenencia a la Iglesia, al Pueblo de Dios, al Cuerpo de Dios, a Jesucristo; no acabaremos nunca de entender todo su valor y riqueza. Pidámosle, entonces, que este sacramento siga manteniendo viva su presencia en la Iglesia y que impregne nuestras comunidades de caridad y de comunión, según el corazón del Padre. Y eso se hace durante toda la vida, pero comienza a hacerse el día de la primera Comunión; es importante que los niños se preparen bien para ese día, y que todos la reciban, porque es un gran paso para la pertenencia vital a Jesucristo, junto al Bautismo y a la Confirmación.

(Saludo a los peregrinos de lengua española)