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Catequesis

Audiencia General

Dones del Espíritu Santo: Entendimiento

30 de abril de 2014


Temas: entendimiento (don del Espíritu Santo).

Web oficial: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140430_udienza-generale.html

Publicado: BOA 2014, 151; Ecclesia LXXIV/3.727, mayo (2014), 737.


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de reflexionar sobre la sabiduría, primero de los siete dones del Espíritu Santo, hoy quiero centrar mi atención en el segundo don, es decir, el entendimiento. No se trata aquí de la inteligencia humana, de la capacidad intelectual, de la que podemos estar más o menos dotados; es, en cambio, una gracia que solo el Espíritu Santo puede infundir, y que suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación.

El apóstol Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, describió bien los efectos de este don —es decir, lo que hace el don del entendimiento en nosotros—: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman; y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu» (1Co 2,9-10). Esto, obviamente, no significa que un cristiano pueda comprender cada detalle y tener un conocimiento pleno de los designios de Dios; todo eso permanece a la espera de manifestarse con toda transparencia cuando nos encontremos ante Dios y seamos de verdad una sola cosa con Él. Sin embargo, como la misma palabra sugiere, el entendimiento permite intus legere, es decir, ‘leer dentro’; este don nos hace comprender las cosas como las comprende Dios, con el entendimiento de Dios. Porque uno puede entender una situación con la inteligencia humana, con prudencia, y está bien; pero comprender una situación en profundidad, como la entiende Dios, es el efecto de este don. Y Jesús quiso enviarnos al Espíritu Santo para que nosotros tengamos este don, para que todos nosotros podamos comprender las cosas como las comprende Dios, con la inteligencia de Dios. Es un hermoso regalo que el Señor nos ha hecho a todos nosotros; es el don con el cual el Espíritu Santo nos introduce en la intimidad con Dios y nos hace partícipes del designio de amor que Él tiene para nosotros.

Está claro entonces que el don del entendimiento está estrechamente relacionado con la fe. Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y ha realizado. Jesús mismo dijo a sus discípulos que les enviaría al Espíritu Santo y que Él les haría comprender; comprender las enseñanzas de Jesús, comprender su Palabra, comprender el Evangelio, comprender la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo, podemos comprender la profundidad de las palabras de Dios. Y ese es un gran don, un gran don que todos nosotros debemos pedir juntos: “Danos, Señor, el don del entendimiento”.

Hay un episodio del Evangelio de Lucas que expresa muy bien la profundidad y la fuerza de este don. Tras asistir a la muerte en cruz y a la sepultura de Jesús, dos de sus discípulos, desilusionados y acongojados, se marcharon de Jerusalén para regresar a su pueblo, de nombre Emaús. Mientras iban de camino, Jesús resucitado se acercó y comenzó a hablar con ellos, pero sus ojos, velados por la tristeza y la desesperación, no fueron capaces de reconocerlo; Jesús caminaba con ellos, pero ellos estaban tan tristes, tan desesperados, que no lo reconocieron. Sin embargo, cuando el Señor les explicó las Escrituras para que comprendieran que Él debía sufrir y morir para luego resucitar, sus mentes se abrieron y en sus corazones se volvió a encender la esperanza (cf. Lc 24,13-27). Eso es lo que hace el Espíritu Santo con nosotros: nos abre la mente para comprender mejor, para entender mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones... todas las cosas. El don del entendimiento es importante para nuestra vida cristiana; pidamos al Señor que nos dé a todos este don para comprender, como comprende Él, las cosas que suceden, y para comprender, sobre todo, la Palabra de Dios en el Evangelio. Gracias.

(Saludo a los peregrinos de lengua española)