Temas: Iglesia diocesana (Directorio Diocesano de los Sacramentos de Iniciación Cristiana, fallecimiento de D. José Delicado Baeza, Semana Santa, Visita pastoral al Arciprestazgo de Medina, reestructuración pastoral diocesana y Seminario Diocesano) e Iglesia española y universal (presidencia de la Conferencia Episcopal Española, LOMCE - asignatura de Religión, 18º Encuentro Nacional del Diaconado Permanente 2013, Sínodo de los Obispos 2014 y V Centenario del Nacimiento de santa Teresa de Jesús).
Tenemos varios puntos que tratar, ya que realmente la actividad en este año ha sido verdaderamente intensa, pero antes de profundizar detalladamente en los diferentes temas, D. Ricardo, ¿qué balance realiza de todos estos meses de trabajo?
Quedo contento de este curso; efectivamente ha sido intenso. Un curso intenso por el trabajo en la Diócesis y también por otros trabajos que he tenido que realizar fuera. Durante el primer trimestre especialmente nos ocupó la terminación de la elaboración del Directorio Diocesano para los Sacramentos de la Iniciación Cristiana, que es un tema muy importante a mi modo de ver. Respondimos al cuestionario que desde la Secretaría del Sínodo nos enviaron de cara a la Asamblea Sinodal del mes de octubre sobre la familia en el marco de la evangelización. Preparamos la Memoria para enviar a la Santa Sede en orden a la Visita Ad Limina. Después la Conferencia Episcopal me encargó la Presidencia, que prácticamente significa introducir otro calendario dentro del calendario diocesano. Antes de las elecciones en la CEE había fijado con los párrocos del Arciprestazgo de Medina la Visita pastoral. De modo que, todas estas tareas nos han llevado mucho tiempo; yo quedo contento al terminar el curso pastoral.
En primer lugar, vamos hablar sobre el Directorio Diocesano de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana que usted propuso para la Diócesis vallisoletana, ¿cómo se está adaptando al ritmo del trabajo?
El Directorio, una vez aprobado por un
¿Cómo ha sido acogido el Directorio Diocesano de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana?
Ha sido acogido en general bien, muy bien. Facilitó la acogida al diálogo amplio que precedió. Había una persuasión compartida de su necesidad pastoral. Dios quiera que todos, de una manera comunitaria, afrontemos esta cuestión que es muy importante para el futuro de la fe en nuestra Diócesis. ¡Que la esperanza llene nuestro espíritu y nos sostenga en el trabajo!
El 12 de marzo de 2014 es una fecha significativa; es elegido presidente de la CEE. ¿Cómo vivió este momento?
Yo no hubiera deseado ser elegido, pero ante el resultado de la votación, 60 de 79 sufragios, tres cuartas partes de los obispos, que pedían que asumiera la dirección de la CEE, no podía negarme. Terminado el escrutinio, agradecí el voto de confianza que me otorgaban y me puse a disposición de todos. He afrontado decididamente esta tarea y con la colaboración de todos quiero llevarla a cabo. Comprendí que ante una convergencia semejante que no se conocía desde hacía años, debía confiadamente asumir el encargo.
¿Qué supone para usted estar al frente de la Iglesia en España?
Supone mayor responsabilidad. Requiere la dedicación de mucho tiempo, para desempeñar la misión en la Conferencia Episcopal presidiendo, coordinando, animando; y también representándola en las instituciones de la sociedad, del Estado y la Santa Sede.
A nivel nacional, ¿qué tareas son las que urge llevar a cabo?
Necesitamos como cristianos subrayar que el Evangelio es Buena Noticia y Nueva Noticia. Salva y renueva a quien lo acoge. En la fe hay gozo y la misión es la dicha de la Iglesia, porque el Evangelio brota del amor del Padre y de la persona entregada de Jesús. Nuestra sociedad necesita mirar al futuro con esperanza; se necesita trabajo digno; debemos unir los esfuerzos de cara al futuro, ya que la división nos debilita y, en cambio, la unión nos fortalece.
Existen problemas de carácter social muy importantes; estoy pensando en el desempleo juvenil, en el desempleo de larga duración; hay muchas familias que tienen muy limitados los recursos y también a veces se agota el aceite del amor en la convivencia. Queremos estar cerca de estos sufrimientos concretos, y no de una manera genérica y abstracta, sino viendo a cada persona con su rostro. En el cristianismo es muy importante la cercanía personal, la comunicación de tú a tú. Por ejemplo, en la visita pastoral yo insisto mucho en que no basta el conocernos a través de las imágenes, de la radio y de la lectura del periódico, sino que nos conozcamos personalmente, estrechando la mano, participando unidos en la celebración eucarística y compartiendo las esperanzas y los temores.
Nuestra sociedad necesita esperanza, necesita mirar al futuro con un corazón ensanchado. Las raíces cristianas estimulan mucho a las personas para mantener la esperanza. Por la transmisión del Evangelio deseamos, no sólo conservar la fe limpia e íntegra, sino también aspiramos a que la fe suscite el amor y se haga misionera y evangelizadora. Las personas están esperando un mensaje que dé sentido a la vida, ya que a veces nuestra esperanza aparece como cansada y nuestra Europa está como envejecida, como si le faltara valor para mirar al futuro sin quedar atrapada en la preocupación por los recursos económicos. Uno de los síntomas de este envejecimiento es la tasa tan baja de natalidad; cuando no hay decisión para transmitir la vida es señal de que la esperanza es “alicorta”. La esperanza sin apoyarse en Dios, que es infinito en el amor y el poder, que es providente y eterno, desfallece por la debilidad.
Con motivo de su nombramiento ha tenido la ocasión de participar en actos que suponen un antes y un después en la historia de España, como fue la proclamación como rey de Felipe VI.
Yo tuve la conciencia de que era un acontecimiento muy importante en la historia de nuestro pueblo. La celebración de la sucesión en la Jefatura del Estado transcurrió con respeto constitucional y solemnemente. Yo hubiera deseado algún signo religioso. No había ni signos ni palabras en este sentido. ¿Por qué junto a la cultura, el arte, el deporte, la ciencia y la política no se aludió a la religión que es fundamental en la sociedad? El acto institucional como tal a mí me pareció muy digno y me alegré de poder representar a la CEE en esa situación.
A parte de los actos, como presidente de la CEE, fue recibido por el Papa el pasado 23 de junio, cómo fue ese encuentro, qué mensaje le dio el Santo Padre.
Fue un encuentro muy grato y entretenido porque el papa Francisco es chispeante y utiliza expresiones muy gráficas que quedan fácilmente grabadas en los oyentes. Es una persona que sabe escuchar, sabe preguntar y va emitiendo mensajes que aunque no son desarrollos temáticos son como chispazos que iluminan el camino con claridad. Así transcurrió aquel rato largo que estuvimos con el Santo Padre el vicepresidente de la CEE, el secretario general y un servidor. Fueron tres cuartos de hora que se nos hicieron cortos. El tiempo con el Santo Padre da la impresión de que transcurre con otro ritmo, muy deprisa.
También fue recibido en Zarzuela por el anterior rey Juan Carlos I, aún no se sabía nada sobre su abdicación, ¿cómo fue aquel encuentro?
Fue muy cordial, ya había tenido otros encuentros con él, y puedo decir que este último encuentro fue particularmente cordial. Yo notaba algo especial; como si hablara con una persona, digamos, en retirada, después de haber ejercido una misión durante tantos años, que han sido muy importantes para la historia de nuestro pueblo. Una vez que conocimos su determinación de abdicar me encajó todo.
Y finalmente, también ha tenido un encuentro con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con quien supongo que mantendrá futuros encuentros, en los que se continuará insistiendo en la buena relación Iglesia-Estado.
También fue un encuentro muy amigable y pudimos hablar de temas importantes de nuestra sociedad española y también de Europa. Hablamos de cuestiones que afectan a la sociedad, al gobierno, a la Iglesia, etc. Por ejemplo, la cuestión de la enseñanza con la inquietud actual sobre la clase de religión, y la cuestión también del servicio que la Iglesia viene prestando y quiere continuar prestando de carácter social a los necesitados. Un apunte biográfico: cuando nació D. Mariano Rajoy, su padre era juez en el Partido Judicial de Piedrahita (Ávila), al que pertenece a mi pueblo Villanueva del Campillo.
En referencia a la enseñanza, el próximo curso se implanta la LOMCE, ¿de qué manera va afectar a la asignatura de religión?
Para el curso próximo se va a implantar ya la LOMCE en tres cursos del nivel de Enseñanza Primaria, concretamente los cursos 1º, 3º y 5º. En lo que se refiere a la clase de religión vamos a sufrir un descenso considerable. Ya hemos mostrado nuestra preocupación en las instancias competentes, tanto autonómicas como ministeriales; y la Conferencia Episcopal ha presentado la inquietud, porque lo que llaman la “carga lectiva de la clase de Religión” en bastantes comunidades autónomas va a ser reducida prácticamente en la mitad. En Castilla y León quedaría en un término medio entre las comunidades que se mantienen como ahora y las que sufren un recorte del 50%. Nosotros hubiéramos deseado y deseamos, y continuamos esperando que un decreto desde el Ministerio devuelva a todos la carga lectiva actual y clarifique, de cara al futuro, esta especie de desconcierto. Por ejemplo, hay comunidades autónomas regidas por el PP en las cuales va a haber dos horas de religión a la semana, en otras una sola y en otras una y media. Nosotros pedimos que esto se reconsidere.
Hemos profundizado sobre su trabajo como presidente de la CEE, un nombramiento que, al principio, se vio empañado por una mala noticia en nuestra Diócesis, seis días después de su nombramiento, el 17 de marzo, fallecía, el arzobispo emérito de Valladolid, D. José Delicado Baeza.
En aquellos días tuve la oportunidad de manifestar mi afecto cordial y agradecer públicamente como Arzobispo el trabajo, nada menos que de 27 años, de D. José como pastor de la Diócesis. Además cumplió el servicio pastoral en una situación de Iglesia y de sociedad nada sencilla. Aquella generación de obispos merece un agradecimiento especial por su trabajo tan sacrificado en medio de muchas incertidumbres. Cuando se ve a la distancia de los decenios que nos separan, nos damos cuenta de que, por una parte, las reformas auspiciadas por el Concilio Vaticano II tenían que continuar su camino; y, por otra parte, advertimos que el régimen anterior inevitablemente se encaminaba hacia el ocaso. Se dieron situaciones muy complicadas; sufrió mucho el Papa, sufrió mucho el Nuncio, también sufrió el Jefe del Estado y el Gobierno. La reforma del Concilio chocaba a veces con un marco jurídico-político estrecho. Y eso hizo sufrir a todos.
Figura muy importante la de D. José para Valladolid, que ha hecho mucho por la Diócesis durante sus 27 como arzobispo.
Mucho, por ejemplo, sólo aludo a lo siguiente, en esos años que fueron decenios la ciudad e Valladolid creció muchísimo. Entonces era una necesidad vital el aumento de parroquias y de templos. La Diócesis de Valladolid estuvo siempre al hilo de los acontecimientos. D. José fue un obispo, por una parte, abierto claramente hacia el futuro y, por otra parte, con una clara fidelidad a lo que había recibido. Fue una persona que equilibraba muy bien la mirada retrospectiva y la mirada prospectiva. Nuestra Diócesis le debe mucho. Me alegro mucho de que el Ayuntamiento de la ciudad le haya dedicado últimamente una calle.
Cambiamos de asunto, para centrarnos en la Semana Santa; por primera vez, ha tenido la oportunidad de vivir y disfrutar de la Semana Santa vallisoletana.
Pues sí. Tenía muchas ganas de poder vivirla en esas condiciones. Este año los días de la Semana Santa transcurrieron de una manera, desde el punto de vista meteorológico, extraordinaria. Tuvo lugar el
Otro de los puntos fuertes en este curso ha sido la visita pastoral que ha realizado al Arciprestazgo de Medina. ¿Qué ha supuesto para usted este encuentro y especialmente para los vecinos de esta zona?
Durante dos meses y medio, desde el 1 de mayo hasta el 13 de julio, los fines de semana, he hecho la visita a estas parroquias. Es un Arciprestazgo, según la configuración actual de la Diócesis, grande, porque hemos unido varios arciprestazgos. Para mí la finalidad fundamental de la visita es encontrarnos como cristianos; el punto culminante era la celebración de la Eucaristía, muy concurrida por cierto. Muchos hijos de los pueblos, que habitualmente viven en otro lugar, al tener lugar la visita en primavera y en los fines de semana, han tenido la oportunidad de participar. Las celebraciones de la Eucaristía han sido importantes acontecimientos espirituales para todos. Yo he querido acercarme a cada comunidad cristiana para saludarnos mutuamente, para agradecer a Dios el don de la fe, para plantear qué perturbaciones puede haber padecido la fe en los últimos decenios, debido a cambios, y no sólo desde el punto de vista técnico, informativo y cultural, sino también desde el punto de vista de la fe. He querido agradecer a Dios su fe, y también animar a vivirla y trasmitirla con confianza, ya que Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre. He insistido en varios aspectos fundamentales: la catequesis, la oración, la Eucaristía del domingo, la caridad y la ayuda fraterna. Yo me he sentido muy a gusto. Agradezco a todos la cordial acogida.
¿La visita va a continuar en el mes de septiembre?
Aún me quedan varias parroquias por visitar; pero durante el mes de octubre debo estar en Roma para participar en la Asamblea del Sínodo, como Presidente de la CEE. Tengo que reunirme con los sacerdotes de estas parroquias para ver como actuar.
Por otro lado, en nuestra Diócesis se ha llevado a cabo un cambio en lo que a su estructura se refiere, ¿cómo ha ido evolucionando?
Lo que intentamos con aquellos cambios, que lo fuimos tratando en los diversos Consejos, tanto en el de Gobierno como en el Presbiteral y el Pastoral, fue hacer la estructura de la Diócesis más sencilla, más funcional y más flexible. Configuramos entonces los arciprestazgos de otra manera y suprimimos las vicarías territoriales. Con la actual movilidad, siendo menor el número de presbíteros y contando con el hecho de que se ha concentrado la mayor parte de la población en la ciudad de Valladolid y en el alfoz, se ha facilitado la simplificación de la estructura diocesana. Yo creo que no se ha echado de menos la precedente estructura, por lo menos yo no he notado que se haya echado de menos, más bien se ha visto que facilita la comunión y el dinamismo misionero y evangelizador de la Iglesia diocesana.
Para toda Diócesis el Seminario es uno de los puntos fuertes, de allí salen nuestros futuros sacerdotes, ¿cuál es la salud actual de nuestro Seminario?
Tengo que reconocer que las satisfacciones más hondas y al mismo tiempo las inquietudes mayores que yo he sentido como Obispo en las diversas Diócesis que he presidido están en relación con el Seminario. En el Seminario Mayor se mantiene el número de seminaristas que tenía cuando yo vine a la Diócesis, y el Seminario Menor está subiendo. Tengo la convicción de que gracias a Dios funciona muy bien. Quiero mostrar mi gratitud a los formadores, a los profesores, a los padres de familia que envían a sus hijos al Seminario y a los alumnos. El Seminario es como el presbiterio de la Diócesis en gestación y debe ocupar en los cuidados y esperanzas de todos los sacerdotes un lugar preferente. En torno a la Fiesta de San José se retransmitió un día por televisión la celebración de la Eucaristía, y yo recibí felicitaciones del exterior por la forma como había transcurrido la celebración; por la formalidad como los chicos habían estado, por el ritmo celebrativo, por la participación de los formadores. Fue muy bien estimada la celebración que yo presidí como Arzobispo.
Tenemos la cara y la cruz, porque a lo largo de este año numerosos sacerdotes han fallecido en nuestra Diócesis.
El número de fallecidos ha sido muy alto, hasta 14 los sacerdotes diocesanos. En 10 días que pasé el mes de agosto en mi pueblo tuve que venir tres veces para sendos funerales. Que el Señor les premie sus trabajos y les recompense con la vida eterna.
Además en diciembre se celebró en Valladolid el Encuentro Nacional del Diaconado Permanente, en el que usted participó con una conferencia. ¿Cómo ve esta realidad eclesial?
En nuestra Diócesis yo lo veo esperanzador. Acabamos de nombrar ahora un sacerdote, que sucede al anterior responsable que fue uno de los que fallecieron, para acompañar tanto a los diáconos en la fase de preparación como en el ejercicio del ministerio. Hay dos candidatos para ser diáconos permanentes; se les está acompañando en la formación teológico-pastoral, en la espiritual, en la armonización del diaconado, familia y profesión. En este sentido resulta reconfortante ver cómo las esposas de los diáconos participan también en el ministerio de sus esposos.
El próximo curso comienza fuerte con dos grandes acontecimientos: en primer lugar me refiero al próximo Sínodo de los Obispos, en el que usted participará. ¿Qué va a suponer para la Iglesia?
Evidentemente el futuro no está escrito. Como todos sabemos, esta Asamblea del Sínodo de los Obispos que discurrirá en el mes de octubre está también en conexión con otra que tendrá lugar al año siguiente. Esta es una Asamblea Extraordinaria en que los participantes son fundamentalmente los presidentes de las conferencias episcopales. En esta, sobre todo, se intenta ver cuál es la situación de la familia hoy en las diversas latitudes de la Iglesia Católica, qué iniciativas pastorales existen, qué actitudes asumir, etc. Da la impresión de que en los últimos decenios en nuestra situación cultural, social y religiosa se han desencadenado tempestades inusitadas contra la familia: la estabilidad matrimonial, sustitución del matrimonio por una convivencia privada y libre, hasta la misma definición de matrimonio; lo fundamental, que es la unión estable de un varón y una mujer, por amor y no por conveniencias, para la mutua complementariedad y para la transmisión de la vida y la educación de los hijos, se ha oscurecido en nuestra sociedad. La primera Asamblea sinodal quiere contemplar y analizar pastoralmente nuestro entorno. Con una actitud compasiva y comprensiva se deben considerar los sufrimientos que padecen esposos, padres e hijos. La mirada evangélica no es rigorista ni relativista. La perspectiva desea ser evangelizadora. Queremos escuchar las repuestas que se van dando en las diversas Iglesias, qué experiencias pastorales existen para ayudar a vivir el matrimonio según la vocación que tiene en el orden de la creación y en el orden de la fe.
Todos los sínodos son importantes pero este tiene un carácter especial al contar con la voz de todos, ya que se mandó un
El Cuestionario suscitó un interés inmenso, probablemente porque se pidió que fuera respondido por las parroquias, los grupos, matrimonios, etc.; también son temas que tocan muy profundamente la vida de las personas y muestran que la estimación de la familia es altísima en nuestra sociedad. Es verdad que al informar sobre las respuestas al Cuestionario hubo medios de comunicación que apuntaron cómo debería ser la decisión de la Iglesia. Se puede afirmar con toda probabilidad que la salud de la sociedad en buena medida depende de la salud de los matrimonios y de las familias.
El otro acontecimiento al que me refiero es la celebración del V Centenario del Nacimiento de santa Teresa de Jesús. Como abulense qué le parece este homenaje.
Merece ser celebrado y que nos impliquemos como ciudadanos y cristianos. Habrá una
¿Qué papel juega la figura de santa Teresa en la sociedad de hoy?
Creo que Santa Teresa tiene mensajes muy interesantes para la Iglesia y la sociedad. Por ejemplo, el siguiente entre genial e ingenioso: «Un santo triste es un triste santo»; el seguimiento de Jesús es sacrificado y al mismo tiempo gozoso. Otro mensaje extraordinariamente actual: «La verdad padece pero no perece». Podemos sufrir oscurecimientos y confusiones, como personas o sociedad en un momento determinado, pero la verdad no perece. Su defensa de la mujer es valiente; en relación con el llamado silencio de Dios o la ausencia de Dios tiene expresiones que nacen de su propia experiencia que son interesantísimas para hoy. A todos nos viene muy bien creer en Dios y olvidar a Dios nos viene muy mal. Santa Teresa, que fue una maestra de oración y en la comunicación con Dios, tiene mucho que decirnos en torno a la indiferencia religiosa que caracteriza a nuestra cultura. En la lectura de sus escritos hallamos admirables chispazos que nos deslumbran e iluminan.
Para finalizar, ¿cuáles son sus deseos para el próximo curso?
Que los proyectos de la Diócesis que vamos poniendo poco a poco en marcha den frutos apostólicos; que los jóvenes sepan que la Iglesia es una casa de puertas abiertas, que aquí está su hogar. ¡Que seamos testigos de Dios y mensajeros del Evangelio en nuestra generación!