D. Ricardo apoya la presentación de la candidatura de Valladolid al reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO

D. Ricardo apoya la presentación de la candidatura de Valladolid al reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO

2 marzo, 2018

1-3-2018__ Valladolid presentó este jueves su candidatura al reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad de UNESCO con el objetivo de que la ciudad y la provincia ocupen el lugar que por su historia y por su trayectoria artística, política, social, económica y cultural, merecen, entendiendo que son “cuna del Estado Moderno”, a tenor de la condición universal y excepcional de su patrimonio material, inmaterial e incluso documental.

 

Así lo señaló, durante el acto de presentación, que se celebró en el Museo Nacional de Escultura, el alcalde de Valladolid, Oscar Puente, acompañado del presidente de la Diputación, Jesús Julio, la concejala de Cultura y Turismo, Ana Redondo y la diputada de Cultura, Inmaculada Toledano.

 

Valladolid reúne, afirmó, un extraordinario legado patrimonial, integrado en un territorio “moderno, dotado de infraestructuras y equipamientos de transporte, espacios culturales y recursos turísticos de primer nivel; que ensalzan su monumentalidad y su carácter global, cosmopolita y abierto”.

 

Por su parte, Jesús Julio Carnero ha destacado la importancia de “unir esfuerzos en una candidatura conjunta entre la capital y la provincia porque la una no puede ser entendida sin la otra, formando un conjunto inseparable, más allá de las administraciones que las gobiernan”.

 

El proyecto pretende poner en valor los acontecimientos que se desarrollaron en Valladolid desde la boda de los Reyes Católicos hasta el final del periodo de los Austrias menores, que, señala el equipo redactor del proyecto, cambiaron la Historia de la Humanidad.

 

Dentro del proceso de definición de una nueva forma de Estado, el Estado Moderno, los Reyes de España desarrollaron en Valladolid actividades legislativas, urbanísticas, artísticas, económicas, religiosas, políticas, defensivas y diplomáticas de trascendencia universal y de carácter excepcional.

 

Esas ideas, hechos, eventos, edificaciones, propuestas y documentos dejaron una huella indeleble en el paisaje vallisoletano. Por extensión, también profundas marcas en el resto del mundo hispánico de aquel imperio donde no se ponía el sol. Este patrimonio urbano y rural, material e inmaterial, documental y etnográfico, señala el proyecto, debe ser protegido, conservado, ordenado, gestionado y valorado adecuadamente.

 

La propuesta se basa en la última recomendación de UNESCO, sobre Paisaje Urbano Histórico o, Historical Urban Landscape (UNESCO, 2011), que plantea el interés de integrar los diferentes atributos territoriales desde una perspectiva paisajística y holística, orientada a la gestión sostenible e integrada de los bienes que lo componen, de las tradiciones y del patrimonio inmaterial, e incluso de la documentación que lo explica.

 

La candidatura parte por tanto del territorio y del espacio, entendido como lugar, y de esos diferentes valores y atributos del Estado Moderno materializados en los paisajes de Valladolid. Monumentos, conjuntos, sitios y enclaves históricos construyen así una propuesta en la categoría de Conjunto Histórico de UNESCO, que denomina “Valladolid, Cuna del Estado Moderno”.

 

Valladolid Cuna del Estado Moderno

 

En la declaración que se presenta pesan las dimensiones material, inmaterial y documental. Dos bienes incluidos en el ámbito propuesto, el Tratado de Tordesillas y el Archivo de Simancas, ya forman parte de la Memoria del Mundo (una especie de patrimonio documental mundial), y la cetrería, practicada por la corona en fincas como el Bosque Real, o en las villas o poblaciones del entorno, ya es hoy Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

 

También la Semana Santa se encuentra en trámites de declaración en esta categoría que UNESCO incorporó en 2003, años después de la Convención de 1972. De esta forma, la propuesta incluye conjuntos, monumentos, sitios y patrimonio inmaterial y documental de alcance universal y de carácter excepcional.

 

El Estado Moderno Hispánico, que surge entre los siglos XV y XVI, tras la crisis del feudalismo, verá reforzar el poder real con profundas transformaciones en los mecanismos del gobierno y del poder, de la burguesía, representada a través de los Concejos y las Cortes, de las órdenes religiosas, y del estamento eclesiástico en general, del ejército y las estructuras de defensa, y de la escolástica en pleno proceso de trasferencia hacia la Universidad moderna.

 

El Estado Moderno expresa así su identidad, estructura, y organización política, económica y social a través de espacios públicos, arquitecturas, arte, tradiciones y documentos que hoy constituyen un legado patrimonial de excelencia y alcance universal.

 

Los valores del Estado Moderno se expresan en su forma de organización, basado en consejos y juntas, cuyos documentos se encuentran guardados en los archivos de la Corona, el General de Simancas, el de la Real Chancillería, o los de los Concejos (uno de los más antiguos y mejor conservados, San Agustín).

 

Otro elemento destacado en la candidatura son las formas de defensa, las llamadas fortificaciones modernas, o de transición, como La Mota, Torrelobatón, Montealegre… que nacen de la llegada de la pólvora y como respuesta a la artillería. También se expresa en la arquitectura de monasterios, conventos, iglesias y palacios de los cuales se han recogido más de 50 en la propuesta, y donde la obra de Herrera o Gil de Ontañón, entre otros, acabarán creando iglesias, colegiatas y conventos de una gran belleza, en un estilo universal, el manierismo, o “modo nostro” jesuítico, convirtiendo estas edificaciones en modelos de referencia y de excelencia en todo el planeta.

 

Otros de los elementos de singular valor considerados serán las obras de infraestructura y equipamientos a su servicio (hospitales, audiencias, archivos,…), como el de Simón Ruíz de Medina del Campo, o las Arcas Reales de Valladolid. También los novedosos instrumentos económicos y financieras, como mercados, ferias, banqueros, o letras de cambio, tienen como sustento plazas, palacios, conventos y otros elementos de interés patrimonial de máximo interés.

 

Por último, la candidatura trabaja en diseccionar el papel de la Universidad, seminarios y colegios que surgirán como expresión y sustento de los ricos debates.

 

El Valladolid capital e imperial se convertirá así en un escenario global donde nacerá y se desarrollará el concepto de Estado Moderno, en el marco de un imperio, el hispánico, donde no se ponía el sol.

 

La Conferencia de 1527, la Controversia de 1551, los autos de fe de 1558 y 1559, el incendio y la reconstrucción de la Plaza Mayor en 1561, las leyes de nueva población de 1573, la llegada (o vuelta) de la Corte a San Pablo entre 1601 y 1606, y otros muchos hitos servirán de argumento para la construcción de la narrativa que sirve de base a nuestra candidatura.

 

Las manifestaciones asociadas a estos debates originarán un emergente urbanismo que anuncia el barroco, expresado como escenario de la Semana Santa, de los autos de fe, y de los sermones, y también de juegos, desfiles y manifestaciones de relevante valor cultural, artístico y religioso.

 

En la reforma de la plaza Mayor de 1561, tras el incendio, Felipe II, personalmente, va a definir y experimentar las ordenanzas de nueva población. Mientras, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Antonio de Ribera, Francisco Fermín, Alonso de Rozas, Pedro de la Cuadra o Juan Antonio de la Peña, entre otros importantes artistas, van a construir la escuela de escultura castellana, cuyas obras se conservan en el Museo de Escultura y en las iglesias, cofradías y conventos de Valladolid, Tordesillas, o de las dos Medinas, componiendo así una colección de una riqueza y dimensión de gran valor cultural, artístico y de alto potencial turístico.

 

Historia, normas y patrimonio

 

Las ordenanzas de nueva población de 1573 contribuirán a expandir este modelo por todo el imperio hispánico, llevando la Semana Santa, el arte y el urbanismo escenográfico, que anuncia el barroco, así como el derecho de gentes, a numerosos rincones de América, Asia, África, y Europa, como las misiones guaraníes, de Mozos y de Chiquitos, las Filipinas, India, Mozambique o las islas atlánticas, muchas de ellas ya reconocidas como Patrimonio de la Humanidad.

 

El tratado de Tordesillas, la muerte de Colón, las capitulaciones de Magallanes, o los diálogos de Carlos I con Urdaneta, sobre el viaje de Eloísa, las posesiones del Pacífico y el tornaviaje, se consideran marcas de los ricos debates en torno a la navegación en el Atlántico y el Pacífico, y como primera fase de la globalización.

 

Los productos llegados de toda Europa y de las indias llenaron los mercados de Medina del Campo, Medina de Rioseco, Valladolid o Villalón de Campos. El Museo Filipino de Valladolid, el Museo de las Ferias de Medina del Campo, o el mercado aún vivo de Villalón, y sus relaciones históricas con los mercados europeos y americanos, son algunos de los mejores testigos de esta herencia.

 

Eventos como la compra de las islas Molucas por la Corona de Portugal, o la aparición de las primeras letras de cambio, en Medina del Campo, son otras herencias de este periodo. Estos hechos inician el proceso de globalización y nos dan una clara idea de la dimensión global, y de los valores universales y excepcionales de este territorio.

 

La relación de las escuelas de la escolástica postconciliar y la universidad moderna creará lazos, entre lo religioso y lo civil, que redundarán en hacer de la ciudad un foco legislativo, intelectual, científico y artístico de primer orden. La labor de la formación y educación, sistematizada a través de los seminarios, colegios y universidades, se pondrá al servicio de una idea de estado centralista e integrador, el Estado Moderno que desde Valladolid llegó a gobernar el mundo.

 

Los colegios de Villagarcía de Campos, de Medina del Campo o de Valladolid serán un referente de la política educativa los jesuitas, a través de los cuales se expandirá el arte manierista definido por Juan de Herrera. Los seminarios de los benedictinos, agustinos, carmelitas o dominicos formarán a misioneros que recorrerán el mundo expandiendo el arte, la arquitectura y la cultura castellanas.

 

La relación de la Corona con los Concejos y las Cortes de Castilla muestra del equilibrio entre el poder real y local, y anticipa la hoy llamada monarquía constitucionalista. Este debate dejará importantes huellas materiales, como las inexpugnables fortalezas de Montealegre de Campos o Torrelobatón, sedes del movimiento comunero, y también huellas inmateriales, como la tradición Concejil y Comunera expresada en la campa de Villalar.

 

Estos instrumentos dotarán a las monarquías que lo aplican, entre ellas la castellana (de los Reyes Católicos a Felipe IV) de una fuerza, una identidad, una estructura, una organización y una imagen antes desconocidas. También definirán el paisaje de todo un territorio, el de Valladolid, creando un conjunto patrimonial único, de impacto mundial y de carácter excepcional. Seis conjuntos y un sitio histórico, dos centros tradicionales y dos enclaves monásticos, acogen más de cien monumentos y conjuntos de interés histórico y cultural.

 

En definitiva, la propuesta parte de los rasgos del sitio, principalmente su posición en el centro de la meseta, el encuentro de los ríos (las Esguevas, el Pisuerga y el Duero). Focaliza en el importante patrimonio edificado formado por la Catedral, Palacios, Monasterios, Conventos, Abadías, Colegiatas, Iglesias, Cofradías penitenciales, sino también por sus jardines, espacios de cultivo, huertos, patios y, sobre todo, plazas.

 

A ello agrega el patrimonio artístico, dado que Valladolid acabó convirtiéndose en un referente mundial de la escultura barroca y el conjunto, uniendo sus diferentes fondos, públicos y privados, de modo que configura el mayor museo de arte en su estilo. Una gran parte de estas obras ya se encuentran en los museos de escultura, de los agustinos filipinos, de Valladolid, o de las ferias, en Medina del Campo, o en la Capilla de los Grandes Pasos, de Medina de Rioseco, entre otros.

 

La ciudad que vio la primera edición del Quijote y que fue en varias ocasiones capital del Imperio Hispánico, la “Valladolid, cuna del Estado Moderno” se configura como un sistema de conjuntos históricos, un territorio histórico, o un verdadero sistema territorial patrimonial urbano, de carácter universal y excepcional, cuya lógica está tanto en su propia formación en el pasado, así como en la ordenación, valoración y gestión futura de sus diversos patrimonios materiales, inmateriales y documentales.

 

Abierta a la participación

 

La propuesta está abierta a la participación y aportaciones de colectivos y entidades de todo el espectro social y prevé un largo proceso de debate en el que se apoyará un equipo de técnicos especialistas en arte, historia, cultura, arquitectura, urbanismo y patrimonio cultural que pretende construir la iniciativa con dimensión universal.

 

“Creemos”, señaló el coordinador del equipo redactor de la candidatura, Antonio Hoyuela, “que Valladolid ya es Patrimonio de la Humanidad, ahora tenemos, entre todos, que empujarlo y demostrarlo hasta su declaración por UNESCO e integración en la Lista mundial en la que merece estar por derecho propio, por su historia y su cultura”.