La Vida Consagrada, encuentro con el amor de Dios

La Vida Consagrada, encuentro con el amor de Dios

5 febrero, 2018

2-2-2018__ Nuestra Diócesis sería inmensamente más pobre sin vuestra presencia y colaboración. Muchas gracias por lo que venís haciendo, por lo que esperáis y por lo que celebramos. Desde aquí recordamos a los que siguiendo su vocación viven en el claustro, desde el silencio. La suya es una intercesión permanente por todos nosotros”, con estas palabras comenzó nuestro arzobispo, don Ricardo Blázquez, la homilía de la celebración del Día de la Vida Consagrada en la abarrotada iglesia de los jesuitas de Valladolid capital.

 

La Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, instituida por el papa Juan pablo II en 1997, coincidiendo con el día de la Presentación del Señor, para poner en valor el testimonio de aquellos que han elegido seguir a Jesucristo, dar gracias por el don que supone para nuestra Diócesis su consagración y promover su conocimiento en el pueblo de Dios.

 

Valladolid cuenta con cerca de 1300 religiosos que viven su vocación desde los diferentes carismas, incluida la vida contemplativa, con 27 conventos en la provincia. Las congregaciones femeninas duplican a las masculinas (45 frente a 22) y hay presencia de ocho institutos seculares. Todos ellos con personas a las que el Señor ha llamado a vivir el Evangelio de una forma específica y que, pese a la escasez de vocaciones mantienen viva esa llamada y colaboran de forma muy activa con la sociedad.

 

En la Diócesis hay asimismo 47 centros educativos de religiosos, un total de 41 parroquias atendidas por ellos, varias residencias y siete residencias universitarias donde se acoge a la gente joven, respetando sus propias características y sus propias formas de entender la vida. Contamos asimismo con siete casas de oración y retiro.

 

“El lema de la celebración de este año es ‘La vida consagrada, encuentro con el amor de Dios’. Estamos ahora -continuó don Ricardo con su homilía-, como Iglesia del Señor, participando en multitud de carismas. ¡Bendito sea Dios!. Todos los carismas son don del Espíritu y con ellos formamos una comunión. Todos venimos al encuentro del amor de Dios y os invito a reavivar el amor del principio, el amor de vuestra vocación”.

 

Frágiles con un secreto

“Celebramos esta fiesta conscientes de nuestra fragilidad, de la debilidad que tenemos en nuestro interior y en nuestra vida. El Señor no ha llamado a los perfectos sino a los pecadores. Estamos aquí porque somos pecadores perdonados, porque vamos al encuentro del Señor, en medio de nuestra vida, en medio de las fragilidades, sea cual sea nuestra vocación. Hay en la historia, queridos hermanos, momentos en que la abundancia es grande y momentos en que palpamos nuestra penuria. Pero Dios siempre, nos va acompañando. En la luz y en la oscuridad; en los consuelos de la vida y también en las tribulaciones del mundo. Él nos va rescatando”.

 

Nuestro prelado invitó a los religiosos vallisoletanos a subrayar las palabras amor y Dios del lema de este año porque, enfatizó, aunque la vida apostólica tenga diversas formas de servicio a la sociedad (abnegada atención a los más necesitados o a los enfermos, educadores con un carisma y dedicación especiales, etc), hay un secreto; y el secreto es Dios. Les exhortó por ello a que la sociedad secularizada en la que caminamos perciba en ellos, no solo la cualificación de nuestros servicios humanos y sociales, sino su secreto en la vida. “Que perciban que sois personas de buena voluntad, al servicio de los demás, pero que descubran vuestro secreto. Que el encuentro con Jesucristo os ayude a ver en el rostro del pobre, del enfermo (aunque esté desfigurado) a nuestro Señor Jesucristo(…) Hay un resplandor de Dios, sobre cada una de las personas; que este resplandor, nunca se apague, que nunca dejemos de percibirlo para ser testigos del Señor, en medio de nuestro mundo”.

 

Nuestro arzobispo les solició, por último, que nunca olviden que fue el Señor quien les llamó en su libertad soberana, aun sabiéndoles pecadores. “Malo, el día en que pensemos que nosotros somos perfectos, que podemos llevar la vida con autosuficiencia, que no necesitamos de los demás. Malo”.