Archidiócesis de Valladolid

Carta pastoral: Del asombro a la alianza

16 de diciembre de 2025


En los días previos al nacimiento del Señor, la Iglesia, llena de asombro, dice, junto a María, junto a Israel: ¡Oh! Es una aclamación al que viene, al Emmanuel, a quien va a estar con nosotros. Miramos en estos últimos días del Adviento y en la Navidad, ya tan inminente, a María para acoger su esperanza. Es la Virgen de la Esperanza, la Virgen de la Oh, la Virgen que, como madre, está en buena esperanza; en la esperanza de saber que lleva en su seno al esperado de los tiempos.

El día de la Sagrada Familia concluye en las diócesis de todo el mundo el Año Santo ‘Peregrinos de Esperanza’. Por una parte, el nacimiento del Señor es la fuente y el fundamento de nuestra esperanza; el eterno ha entrado en el tiempo, en la carne; el inmenso se ha hecho pequeño, frágil y ha querido compartir con nosotros la historia. Desde entonces, el tiempo se ha dividido en un antes y un después, pero, sobre todo, es un tiempo habitado por la esperanza. Él quiso entrar en nuestra marcha, en nuestra peregrinación.

Y ahora somos nosotros los que, pisando sus huellas, sabiéndonos parte de su cuerpo y queriendo realizar su mismo camino, vivimos como peregrinos. Peregrinos en la esperanza y con la esperanza de saber que la historia está definitivamente sostenida por el Emmanuel, que también se llama Jesús, el Salvador. El asombro de la fe se hace esperanza en el camino de la vida.

Pero, además, como nos recordaba el Papa Francisco en la bula de convocatoria de este Año Santo que ahora concluye, bula titulada ‘La esperanza no defrauda’, nos propuso fijar nuestros ojos en la familia, en la vida, en la familia abierta a la vida. Así, el próximo día de la Sagrada Familia, concluyendo el Año Jubilar de la Esperanza, somos convocados de nuevo a sellar una alianza que haga visible la esperanza, una alianza que convoque a la esperanza y a los frutos de vivir con esperanza. El Papa Francisco miraba a la familia y a la alianza que la constituye, el matrimonio, como un verdadero signo de esperanza. Hacer una alianza para toda la vida. Una alianza que se mantiene aún en medio de las dificultades, de los conflictos. Una alianza que dice a quien quiera mirar y escuchar que el amor entre dos personas diferentes es posible. Pero, especialmente, el Papa Francisco en la bula de convocatoria nos pedía promover una alianza para la esperanza que se concretara en una campaña en favor de la vida, en favor de la natalidad.

Sí, cuando miramos a una mujer embarazada y decimos que está en estado de buena esperanza, de alguna manera hay una intuición del pueblo de lo que significa el nacimiento, de lo que significa una nueva vida que llega con su misterio, con sus incertidumbres, con las dificultades, incluso, económicas, sociales, con las que la familia y el recién nacido pueden encontrarse.

Pero la esperanza es más fuerte. La fuerza de la vida es más grande, el deseo de transmitir a otros la vida que hemos recibido como un don es, sin duda, un gran signo de esperanza. Por eso, en uno y otro lugar de la Iglesia estamos queriendo promover esta alianza en favor de la esperanza que se concreta en la familia y en la vida. Una alianza que resalte el valor de la vocación al matrimonio, que quiera cultivarla también la preparación a la celebración de este Sacramento no sólo por los novios, sino por la comunidad cristiana que acompaña el itinerario. Una alianza que, situada en esa gran alianza que es la Iglesia, ayude a la nueva familia, en una familia de familias, a vivir los primeros años del matrimonio, la acogida de la vida que viene, la educación de los hijos, su iniciación cristiana.

La alianza en favor del matrimonio abierto a la vida se hace especialmente significativa en este movimiento de la comunidad cristiana que facilite a los esposos que puedan ser padres acogiendo una nueva vida. Esta alianza en favor de la vida tiene diversas expresiones. Por una parte, el significar el valor de la maternidad y de la paternidad. Ayudar también a los padres a que puedan acoger a sus hijos y educarles desde las diversas formas de colaboración y de solidaridad.

Todos somos conscientes de las dificultades que hoy existen en la vivienda, en las condiciones laborales, en la movilidad que obliga a casi andar de acá para allá, lo cual puede dificultar a los esposos abrirse a la vida y ser padres.

Una alianza social que surge desde la Iglesia ha de animar a los poderes públicos, a las diversas administraciones a poner en marcha políticas en favor de la vida, medidas que puedan asegurar a los esposos la vivienda, las condiciones económicas mínimas para poder acoger a los hijos, las ayudas que sean precisas en el campo educativo o en el campo sanitario.

¡Cómo no!, hablando de una alianza en favor de la vida y de la natalidad, no podemos esconder el drama del aborto. El hecho de que, en nuestra nación, en España, haya más de 100.000 abortos al año, cuando el déficit que tenemos de crecimiento vegetativo es de poco más de esa misma cifra —100.000 personas que mueren más de las que nacen—, no deja de ser un verdadero drama social.

Cómo ayudar a las madres embarazadas que dudan si acoger la nueva vida o no a que puedan acoger esta vida, a que puedan luego educarla y, si no es así, a promover políticas en favor de la adopción, en todo caso de la acogida de la nueva vida. También esta alianza en favor de la vida nos pide a todos nosotros una presión moral y política para que el drama del aborto no sea naturalizado, no sea normalizado, sino que siga siendo para todos nosotros una llamada de atención. Estamos llamados a unir oración, compromiso social y político y ayuda concreta, solidaridad concreta y real en favor de estas mujeres embarazadas, también de su esposo, padre de la nueva criatura, para que la vivienda, las condiciones laborales, las situaciones de posibles dificultades de salud o de otro tipo puedan ser apoyadas y así la vida, como expresión concreta de la esperanza, se abra paso entre nosotros.

En estos días adoraremos al Niño, lo haremos de nuevo en asombro, viendo que el Hijo de Dios ha querido hacerse pequeño, entrar en el seno de una mujer y ver la luz en un lugar concreto de nuestra tierra. Que el asombro ante el Niño y la adoración del Niño empujen nuestras vidas para que sellemos esta alianza por la esperanza, esta alianza en favor del matrimonio, de la familia y de la vida.

Ya podemos decirnos, en estos días previos a la Navidad: ¡Alegre y santa Navidad! ¡Alegre y santa acogida de la vida, de la vida eterna que se ha hecho carne y ha entrado en el tiempo! Que este amor a la vida que se nos regala se haga en nosotros compromiso, acción, alianza por la esperanza.