Archidiócesis de Valladolid
La Archidiócesis de Valladolid apuesta por mantener viva la llama de la esperanza tras la clausura del Año Jubilar
27 de diciembre de 2025
La esperanza no termina, pero su Año Jubilar cerrará sus puertas mañana, 28 de diciembre —Fiesta de la Sagrada Familia—, con la celebración de la Eucaristía a las 18:00 h. en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana presidida por el Arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, don Luis Argüello; tras doce meses de encuentros, peregrinaciones y de renovación de la fe bajo la estela del lema ‘Peregrinos de Esperanza’, que ha recorrido todos y cada uno de los rincones de la Archidiócesis vallisoletana.
Aunque la etapa diocesana del Jubileo finaliza en la jornada de mañana, la Iglesia universal se prepara para el cierre definitivo de las Puertas Santas de las basílicas papales en Roma el próximo 6 de enero de 2026. La Archidiócesis encara ahora una nueva fase pastoral con el reto de que la esperanza sembrada durante este tiempo se convierta en una actitud permanente en la vida del pueblo fiel que camina en la Iglesia de Valladolid.
Expectativas cumplidas
Casi un año después de la apertura del Jubileo 2025, inaugurado “con mucha esperanza y grandes expectativas”, Jesús Fernández Lubiano, Vicario General de la Archidiócesis de Valladolid y Rector de la Basílica-Santuario Nacional de la Gran Promesa —templo jubilar junto a la Seo Metropolitana y la capilla del Centro Hospitalario Benito Menni— valora “positivamente” este periodo. Para Fernández Lubiano, este tiempo ha resultado “tan fecundo” como el anterior Año Jubilar —celebrado en Valladolid—, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús y con el que a su vez se ha logrado “estimular la virtud de la esperanza”, respondiendo así al deseo del Papa Francisco frente a los actuales “signos de desesperanza”.
Esta acogida se ha reflejado en la participación de los fieles en las peregrinaciones, especialmente en la diocesana, presidida por el prelado vallisoletano en marzo, y en los diversos jubileos celebrados en Roma. Entre ellos, Fernández Lubiano destaca el de los jóvenes el pasado verano, “tan llamativo, tan vistoso y tan festivo”. “Hemos visto que los fieles han respondido y que ha habido muchas celebraciones que podemos valorar muy positivamente”. Por lo tanto, “las expectativas se han visto cumplidas”, apunta.
De esta manera, el Vicario General subraya la doble dimensión de este Jubileo: “lo que se ha vivido en nuestra Diócesis de Valladolid, pero también lo que se ha vivido en Roma”. Con la invitación del Papa Francisco a todos los fieles a peregrinar a la Ciudad Eterna, donde se encuentran las cinco Puertas Santas, concretamente “en las cuatro grandes Basílicas” (San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor, San Pablo de Extramuros) y una quinta, en la cárcel de Rebibbia, que también abrió el Papa Francisco como símbolo de inclusión y misericordia con los internos.
Es curioso que la intención de Francisco de impulsar la esperanza a la sociedad ante el panorama actual de incertidumbre y conflictos que nos asolan haya adquirido una mayor intensificación con ocasión de su fallecimiento y la aparición de una nueva figura en escena, la del nuevo Papa, León XIV, que ha permitido un acercamiento a aquellos que se encuentran alejados de la Iglesia. De hecho, el Vicario General considera que ambos acontecimientos “han resonado en la gente”, dado que la despedida a Francisco, “tan querido” tanto para “las personas de la Iglesia” como para los que están “distanciados” de ella, “ha llamado mucho la atención”, al igual que León XIV, que ha supuesto “un revulsivo” para la sociedad en general.

La gran experiencia del Jubileo: la reconciliación
El Papa Francisco convocó este Jubileo con el fin de reavivar la esperanza, invitando a los fieles “a poner los ojos en su Señor”, que es “nuestra esperanza”, y así redescubrir la esencia de la vida eclesial. Por ello, es fundamental mantener encendida esta llama continuando “en esta peregrinación” hacia “la vida eterna”, afirma Fernández Lubiano.
Según esta visión, aunque las limitaciones humanas y el pecado impidan una solución definitiva a los conflictos actuales, si uno mantiene “una gran esperanza” en la fe en Jesucristo “como Señor de la historia”, alcanzará la fortaleza necesaria para seguir trabajando por un mundo mejor “sin perder” la confianza para alcanzar la vida eterna.
Asimismo, recuerda también, “la experiencia personal” que ha supuesto para cada persona la vivencia de este Año Jubilar. “No pretendemos grandes acontecimientos o grandes celebraciones, sino algo mucho más misterioso y escondido, que es lo que pasa en el corazón del hombre, en la relación del hombre con Dios”, sostiene. Es más, para el Vicario General, el hecho más significativo puede ser la reconciliación, la confesión de alguien que llevaba años alejado o el retorno de un fiel a la Iglesia. “Algo que queda escondido, pero que es lo más importante”; esta es la principal pretensión del Jubileo, “como un gran perdón, una gran oportunidad” que es esa “llamada de Dios” para que los hombres “se acerquen a Él” y que queda perfectamente plasmada en la parábola del hijo pródigo: “Este hijo que vuelve, se reconcilia con el padre y le invita a una fiesta”.
Acción social contra la trata
Además de la dimensión espiritual, durante la celebración de este año de gracia, la Archidiócesis de Valladolid, a través de su Servicio de Desarrollo Humano Integral, ha llevado a cabo diversas acciones de sensibilización sobre el proyecto social impulsado por la Conferencia Episcopal Española. Una iniciativa que ha puesto el foco en el drama de la trata de personas, la explotación sexual y laboral, contando con la colaboración de distintas entidades, como Cáritas Diocesana de Valladolid y Red Íncola; y distintas congregaciones religiosas, como las Adoratrices y las Oblatas, dedicadas a combatir esta lacra social.
El impacto de las acciones directas que se han desarrollado —cuatro talleres en la zona rural, seis en la ciudad y tres jornadas de profundización—, junto a las actividades desarrolladas en las distintas parroquias han garantizado que el proyecto social estuviera presente en la vida de la Iglesia y la sociedad vallisoletana, ha obtenido una valoración positiva por parte de los participantes. De primera mano se ha podido constatar que el drama de la trata “es un asunto muy desconocido para la sociedad, lo suficientemente grave como para que “lo abordemos y contribuyamos a su solución”, asegura José Colinas, coordinador de este Servicio. Aunque reconoce que la resonancia “más allá de los asistentes es difícil de medir”. Desconoce la repercusión que habrá tenido “más allá de estas personas” que se han hecho presentes en las distintas actuaciones, pero confía en que ahora “actúen como concienciadores, evitando mirar a otro lado ante la realidad de aquellos que son víctimas de la trata, ante el alcance y la profundidad social que tiene este problema”.
A su vez, Colinas lamenta que la participación en estos talleres no haya sido masiva, más bien “lo contrario”. Muestra su preocupación porque, a su juicio, “si una sociedad no se conmueve ante un tema como es la trata, como es la esclavitud, es que algo está fallando en nuestra sociedad”. Para revertir esta situación, considera fundamental continuar trabajando desde la “educación de la mirada y del corazón”. “Las víctimas son víctimas y así es como las debemos mirar”, explica, “no como inmigrantes, ni como personas abocadas a la prostitución, ni como mano de obra que nos quita el trabajo; son víctimas”, recalca. Para los creyentes, prosigue, son “hijos e hijas de Dios”, personas que “se ven privadas de su dignidad y que son utilizadas por otras personas para obtener de ellas un beneficio”. Colinas insiste en que esta “mirada”, iluminada por la “enseñanza de Jesús”, requiere la responsabilidad individual para evitar que el drama continúe. La solución pasa tanto por los recursos que “las administraciones públicas puedan destinar” como por el cambio de “ciertos hábitos individuales” para disolver “este negocio”, que califica de “delito” y del que, desgraciadamente, muchos se lucran.
Continuidad y nuevos proyectos
La comisión jubilar sobre la trata, que agrupa a distintas congregaciones y entidades eclesiales, tiene el objetivo de seguir ofreciendo talleres a colegios, parroquias y cualquier otro colectivo social que lo solicite.
Además de la formación, ya hay acciones programadas, como una vigilia en febrero. También se planea visibilizar, junto a otros colectivos, la situación de trata que puede producirse en el ámbito del servicio doméstico. Existen otras acciones pendientes de perfilar, pero el deseo es el de dar continuidad a esta labor.
“Las víctimas no merecen menos”, subraya Colinas, concluyendo que, como Iglesia y sociedad, “todavía tenemos un largo camino por recorrer para que esta lacra desaparezca”.