Archidiócesis de Valladolid
Los alumnos del Colegio del Carmen representan un belén viviente en su polideportivo, convertido en portal por Navidad
19 de diciembre de 2025
El típico suelo verde, cubierto por una fina capa de serrín. La línea de medio campo, convertida en riachuelo sobre el que lavanderas y pescadores hacían lo propio junto a un pozo. De fondo, el castillo de Herodes, escoltado por soldados romanos y en una de las paredes, convertida en mural, la silueta de Sus Majestades los Reyes Magos llegando en camello desde Oriente. En un extremo, la posada —por supuesto, llena—; al otro, el mercado, la alfarería y la panadería —con barras y hogazas saliendo del horno, y todo—. Y en las líneas de banda, angelitos y pastorcillos.
Los más de 500 alumnos de Educación Infantil y Primaria del Colegio Diocesano Nuestra Señora del Carmen de Valladolid han representado este viernes, último día lectivo antes de las vacaciones de Navidad, un belén viviente ante la atenta mirada de sus familias, que han llenado en los tres pases las gradas del polideportivo del Colegio, convertido en portal para recibir a Jesús y a María, que han llegado en caballo de madera de juguete.
Con este belén viviente, explica a IEV el director del Colegio Diocesano, Carlos Díez, el centro ha querido que sus alumnos “vivan en primera persona lo que estamos celebrando realmente” en Navidad. Y, como en el pasaje evangélico, los pastorcitos se han sobrecogido cuando la voz en off, interpretada por el capellán del Colegio, el sacerdote Francisco Casas, ha relatado cómo el ángel les anunciaba el nacimiento de Jesús en un pesebre —dispuesto para la ocasión en un escenario rodeado de pacas de paja y estrellas— después de no haber encontrado la Sagrada Familia habitación en la posada.
Para que la representación haya sido posible ha sido necesaria la implicación de toda la comunidad educativa. Por un lado, los profesores, elaborando los decorados al tiempo que iban ensayando con sus alumnos la representación; y, por otro, las familias, haciendo en casa los disfraces para que, como celebrará la Iglesia el 6 de enero en la Epifanía, al entrar los magos de Oriente en escena todo estuviese dispuesto y pudieran ofrecerle al Niño oro, incienso y mirra en un momento de adoración compartida con todos los alumnos.
Entre pase y pase, los niños han compartido saludos y risas cómplices con sus padres, tíos, hermanos y abuelos, que les saludaban y aplaudían desde la grada. También el capellán ha celebrado este “regalo” de festival de Navidad en el que toda la comunidad educativa ha unido también su voz para cantar, como el tamborilero, un villancico que es “un canto de amor al Redentor, al Redentor”.