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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

¿Qué ha quedado \\de la visita del Papa a España?

25 de mayo de 2003


Publicado: BOA 2003, 264.


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Termino hoy mi valoración de la visita de Juan Pablo II a España al inicio del mes de mayo. Sopesé sus palabras a los jóvenes y la actitud de éstos en el encuentro de Cuatro Vientos y en la Misa de canonización . Consideré la semana pasada lo que el Papa dijo a los católicos españoles en esa celebración en la plaza madrileña de Colón .

Cuando he comparado mis palabras con las de algún otro cronista que ha considerado estos mismos acontecimientos, entiendo que haya diferencias y matices entre mi opinión y la suya, pero me sorprende una serie de divergencias tan radicales que, o bien yo estuve en otra película, o bien el otro ha analizado las cosas desde un ángulo un tanto original.

Esto sucede con frecuencia, pero al menos hay que indagar quién se aleja más de la realidad. No quiero entrar en una serie de consideraciones políticas que Juan José Tamayo hace de estos dos días de visita papal en un artículo de opinión en El País (17-5-2003). Me ciño a algunas de sus afirmaciones ¿teológicas? Lo primero que afirma es que los obispos españoles hemos podido utilizar el viaje del Papa para lavar nuestra imagen y la de algunas instituciones católicas (asunto Gescartera, despido (?) de profesores de religión de colegios públicos, etc.) ¡Qué fuerte!, ¿no es cierto? Poco creíble sin embargo.

Según este columnista el programa del viaje respondía a un cristianismo más cercano al nacionalcatolicismo que al Estado no confesional de la Constitución Española. No me extraña que diga eso, pues ya se difundió antes del viaje que los obispados estaban pagando a los chicos para que fueran gratis. Mucho dinero hemos tenido que pagar, pues fueron muchos los jóvenes que allí estuvieron. ¿Por qué negar las evidencias, Dios mío, y aceptar, nos guste o no, que los chavales fueron porque les dio la real gana a escuchar a alguien que tiene algo importante que decir, que no está en libros “progres” de poco interés?

También es opinión de don Juan José Tamayo que los discursos del Papa y la respuesta de un amplio sector de los asistentes a los actos masivos se decantaron por un “cristianismo devocional” centrado en la figura de María, sin apenas referencia al seguimiento de Jesús de Nazaret. Duda incluso que haya algo de vitalidad de la fe en rezar el Rosario. ¿Habrá leído de veras los discursos del Papa? ¿Sentirá este teólogo que la devoción a la Virgen es simplemente un cristianismo devocional? Yo me quedo también con la fe de tanta gente que rezando el Rosario ama mucho a Dios, pero en cualquier caso, tal vez haya que pensar en hacer una campaña para que este teólogo sea nombrado teólogo del Papa y le enseñe la recta doctrina. ¡Puestos a ser irónicos!

En los actos del Papa estaba el buen pueblo cristiano, formado por gentes de toda condición, más o menos conscientes, más o menos fieles, más o menos dispuestas, como sucede siempre desde que hace dos mil años, cuando Jesucristo comenzó a recorrer los caminos de Galilea. No eran élites puras, como no lo eran las que seguían a Jesús. Y, como he leído a alguien, el anciano Papa, desnudo ya de cualquier otra cosa que no sea la riqueza humana de la fe, le ha hecho mirarse a este pueblo en el espejo para que recobre la imagen de su rostro; le ha mostrado con emoción su historia milenaria; y le ha señalado una tarea. Nada de cristianismo amnésico, sin memoria histórica. Y tampoco ninguna “papolatría”. Creemos en nuestro Señor Jesucristo y amamos a aquél en quien hoy vive Pedro. Así de simple.

† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid