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Braulio Rodríguez Plaza

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Carta semanal

Una decisión personal del Papa

22 de julio de 2007


Publicado: BOA 2007, 355.


\documentclass[a4paper, 12pt]{article} \usepackage{larva} \usepackage{charter} \usepackage{titlesec} \usepackage{amssymb} % Para \blacksquare \titleformat{\section}{\centering \Large \color{blue} \bf}{}{0mm}{} %\setlength{\parindent}{0mm} \setlength{\parskip}{2mm} %\hyperbaseurl{http://www.archivalladolid.org/} % agenda.php?DI= . date ('Y-m-d') . \&Evento=} % \includegraphics[width=0.15\textwidth]{../arzobispado.jpg} \begin{document}

El 7-7-2007 Benedicto XVI tomó una decisión personal para toda la Iglesia en el documento Summorum Pontificum . Técnicamente este tipo de documento se denomina Motu Proprio (‘Cartas apostólicas dadas por decisión personal’). ¿Cuál es su contenido? Aunque lo han repetido tantas veces los medios, no es que el Papa haya decidido que se vuelva a celebrar en latín. Afirmar eso, además de ignorancia, es una frivolidad. Siempre se ha podido celebrar en latín, también después del Concilio Vaticano II, y en latín están escritos los libros litúrgicos de la reforma conciliar, traducidos después a las distintas lenguas.

El llamado Misal de Pablo VI de 1970 sí permitía la utilización de las lenguas modernas en la celebración, así como que ésta pudiera ser estando el sacerdote de cara a los fieles, a quienes se invitaba a una participación fructuosa. Y ésas han sido las diferencias más visibles de la reforma litúrgica comparándola con la manera de celebrar antes del Concilio, pero no las más importantes; en éstas hemos profundizado poco y pensado menos. Y en estos casi cuarenta años de celebrar en español con el Misal de Pablo VI muchas veces se ha celebrado mal, con poco gusto, con mucho personalismo, lo cual poco tiene que ver con lo que quería el Concilio.

Benedicto XVI se ha referido en su Motu Proprio y en una carta dirigida a todos los obispos al uso que ha de hacerse de nuestra Liturgia romana anterior a la reforma de 1970. Son una serie de disposiciones que entrarán en vigor el 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Cruz, de las que hablaremos más adelante. Pero lo que quiere el Papa es la unidad entre los católicos sobre todo a la hora de celebrar, y reconciliar a la Iglesia con su pasado litúrgico, anterior al Concilio; un problema de pequeñas dimensiones en España, pero más grande en otros países. No se trata de volver al pasado y desacreditar al Concilio, dando la razón, por ejemplo, a los partidarios de Monseñor Lefebvre o a otros católicos conservadores. Las diferencias con ellos sabe el Papa que no son solamente litúrgicas; él tiende la mano, pero no transige con sus convicciones profundas.

Benedicto XVI ha reafirmado la autoridad del Vaticano II y reiterado lo bien fundada que está la reforma litúrgica. En el texto del Motu Proprio está claramente indicada que la celebración siguiendo el Misal de 1970 es la forma “ordinaria” de la nuestra Liturgia. La celebración siguiendo la edición del Misal de 1962, hecha por Juan XXIII, es la “forma extraordinaria”, aunque sea querida por un determinado número de católicos. Pero no se trata de dos ritos distintos, sino de un solo rito que puede ser celebrado de dos formas diferentes, una de las cuales —la de 1970— es la habitual. No es, pues, cuestión de un “retorno al latín”; en la práctica, para la gran mayoría de católicos, no cambiará nada.

Enumeremos algunas de las disposiciones del Papa:

  • 1.º) En las Misas celebradas sin pueblo, todo sacerdote puede celebrar según la forma ordinaria de nuestro rito latino (Misal de 1970) o según la forma extraordinaria de este mismo rito (Misal de 1962), en cualquier día, excepto el Triduo Pascual. Lo mismo cabe decir en la Misas de comunidades de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, aunque para hacerlo de modo habitual necesiten la decisión de sus superiores mayores.
  • 2.º) Un grupo estable de fieles de una parroquia puede pedir a su párroco la celebración de la Misa según el Misal de 1962. Si esto es posible, teniendo en cuenta que el bien espiritual del grupo armonice bien con la atención pastoral ordinaria de la parroquia, el párroco lo acogerá de buen grado. Cabe decir lo mismo de la celebración de otros sacramentos.
  • 3.º) Podría pensar el obispo en una parroquia personal para las celebraciones con la forma antigua del rito romano.
  • Hemos de seguir hablando de todos estos temas, viendo la situación real de nuestra Diócesis. El obispo debe discernir y remitir a Roma las dificultades concretas. Quiero subrayar, al final de estas palabras, lo que dice nuestro Papa: «En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso, pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser totalmente prohibido de modo improvisado, es incluso perjudicial».