Iglesia en Castilla - Secretaría de los Obispos y de Pastoral

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Comunicado final

27º Encuentro de Arciprestes 2008 - Villagarcía de Campos

Transmisión de la fe.
Iniciación cristiana y familia

13 de febrero de 2008


Publicado: BOA 2008, 88.


I. La transmisión de la fe es una preocupación y tarea compartida en nuestras Iglesias, por ello los Obispos propusieron a Vicarios y Arciprestes trabajar este asunto, desde diversas perspectivas, en un ciclo de sucesivos Encuentros de Villagarcía.

II. El año pasado reflexionamos sobre “El Primer Anuncio” cuyo objetivo es suscitar la fe inicial y mover a la conversión hacia Dios. Las iluminaciones que recibimos nos ayudaron a:

  • mirar al Señor, «el que inicia y consuma la fe» (Hb 12,2), en sus encuentros evangelizadores, en los signos del Agua, Luz y Vida (Jn 4,1-54; 9; 11,1-43), señales del Misterio pascual, fuente permanente que alumbra nuestra búsqueda apostólica y
  • al contexto social y religioso de nuestra tierra, en vertiginoso cambio, para descubrir en él una llamada a la novedad en la manera de proponer y transmitir la fe.
  • III. a) Este año hemos dado un paso más en el proceso: la Iniciación cristiana. ¿Cómo se hace hoy un cristiano? Es una pregunta capital para la Iglesia y sus pastores, para los padres cristianos y los catequistas. En la reflexión hemos subrayado, singularmente, el lugar de la familia en esta experiencia.

    b) Hemos recordado la responsabilidad ineludible de los padres en la educación de los hijos en el seno de la Iglesia particular, verdadera madre de los nuevos hijos; por lo que no pueden limitarse a delegar en otros su iniciación cristiana.

    c) La belleza de la Iglesia doméstica, «imagen y participación de la alianza de amor de Cristo y de la iglesia» (Gaudium et spes, 48) , su responsabilidad y posibilidades de ser presencia viva «del Salvador en el mundo» (ibíd.), han resonado en nuestro encuentro, pero también las dificultades y pobrezas con las que habitualmente nos encontramos: familias que solicitan los sacramentos por inercia sociológica, familias agobiadas por situaciones sociales o económicas, matrimonios rotos, padres desentendidos o muy pasivos a la hora de colaborar en la educación cristiana de sus hijos. Agradecemos mucho el esfuerzo ilusionado de tantos padres y el interés creciente de algunos ante la preocupación por el porvenir de sus hijos. No en vano «la familia es una escuela del más rico humanismo» (ibíd., 52).

    d) De nuevo hemos comprobado y compartido que tenemos problemas. Algunos de ellos, a veces, nos bloquean y hacen surgir la tentación del desánimo o de repetir sin más lo de siempre «porque otra cosa ya no sé hacer». Somos conscientes de estar a mitad de camino, como en la «gestación de algo nuevo», con dificultades que han aparecido en nuestros grupos, pero sintiendo una vigorosa llamada a la conversión personal y pastoral y al discernimiento de los nuevos pasos a dar para que esa gestación alumbre un nuevo tiempo de la Iniciación cristiana en nuestras Iglesias.

    IV. Para este discernimiento nos va a ser de gran ayuda la iluminación teológica recibida en este Encuentro:

  • «¿Dios sí o no?», se nos gritaba para poner de manifiesto la clave teologal de toda la iniciación. Dios no es tema sino eje y presencia permanente de todo el proceso.
  • «La Iniciación cristiana ha de entenderse en primer término como obra de la Santísima Trinidad en la Iglesia. Del Padre que “nos ha elegido en Cristo antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos” (Ef 1,4-5); del Hijo Jesucristo que, “sentado a la derecha del Padre”, se hace presente a su Iglesia para insertar a los hombres en su misterio pascual; y del Espíritu Santo, el “pedagogo de la fe” y artífice de las “obras maestras de Dios” que son los sacramentos de la Nueva Alianza. La Iglesia es la mediación querida por Dios para actuar en el tiempo esta obra de la redención humana y de la participación de los hombres en la naturaleza divina» (Conferencia Episcopal Española, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones).
  • El horizonte final de toda la Iniciación es la Profesión de fe.
  • La Iniciación es acción de toda la Iglesia particular y corazón del Proyecto diocesano, por tanto no es asunto exclusivo de la Delegación de Catequesis, los catequistas o de la familia aisladamente. Es el proyecto de todos y a su realización todos somos convocados: presbíteros, laicos y consagrados; la familia, la escuela católica y la comunidad parroquial.
  • El catequista es testigo, “catecismo viviente”, que acompaña personalmente y el presbítero, catequista de catequistas, está presente en todo el proceso y no sólo en la celebración final.
  • En la pedagogía hemos de superar falsos dualismos entre la “humanización” y la “evangelización” para ayudar a que aparezca la vocación bautismal como vocación del hombre. El trabajo en grupos ha de complementarse con una dedicación prioritaria en este momento al acompañamiento personal.
  • V. Las experiencias ofrecidas de familia y catequesis y “catequesis familiar”, así como otras que hemos compartido estos días, son signos de esperanza que nos animan a hacer ensayos en nuestras parroquias, a ayudarnos unos a otros y a abrirnos a la colaboración de asociaciones, comunidades, movimientos y nuevas realidades eclesiales en el seno de la Iglesia particular, sujeto protagonista de la transmisión de la fe y la Iniciación cristiana.

    VI. La fidelidad al Señor y la novedad de la situación ponen a la Iglesia en Castilla ante el reto de reelaborar el proceso de iniciación cristiana, teniendo en cuenta las fuentes a la que nos remite el Concilio Vaticano II: Los Misterios del Señor (Sacrosanctum concilium), su Palabra (Dei Verbum) , en su Iglesia (Lumen gentium) , para el Reino de Dios en el mundo (Gaudium et spes). El Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos, el Directorio General de Catequesis, los Documentos de la Conferencia Episcopal sobre la Iniciación y los Catecismos de la Conferencia Episcopal Española de próxima publicación son nuevo aliento para este camino.

    VII. El año próximo hemos de llegar a los “itinerarios de iniciación” según edades, situaciones y características de los destinatarios.

    VIII. Todo este proceso de iluminación, reflexión y discernimiento, quizás pueda desembocar en unas Orientaciones respecto a la transmisión de la fe y la iniciación cristiana que ayuden el caminar compartido de la Iglesia en Castilla.

    IX. Buscamos nuevos métodos y nuevas expresiones en nuestra manera de iniciar en la vida cristiana, pero somos conscientes de la importancia decisiva de un “nuevo ardor” en personas y comunidades para atraer a otros a la alegría de la fe.

    Invoquemos juntos al Espíritu Santo, pues es su acción quien hace brotar el don de la fe en el corazón de cada persona. Que María nos enseñe a ser tierra acogedora en la que germine la Palabra que hace nuevas todas las cosas.

    Villagarcía de Campos (Valladolid), 13 de febrero de 2008.