Centro de Orientación Familiar (COF)

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Crónica

Inauguración del COF-Valladolid

24 de octubre de 2008


Publicado: BOA 2008, 426.


  • Crónica
  • Intervención del arzobispo de Valladolid, D. Braulio Rodríguez Plaza
  • Intervención del delegado de Familia y Vida, D. Jesús Fernández Lubiano
  • Intervención de la directora del COF, D.ª María Nieves González Rico

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    El viernes 24-10-2004 por la tarde tuvo lugar la inauguración del Centro de Orientación Familiar de nuestra Archidiócesis (COF-Valladolid) en un acto presidido por el arzobispo de Valladolid, D. Braulio Rodríguez Plaza, y al que acudieron diversas personalidades del mundo eclesial y político.

    Este Centro es una iniciativa de la Archidiócesis de Valladolid que pretende ofrecer un servicio profesional de apoyo a la familia y a la vida, abriendo para ello sus puertas a todas las familias necesitadas de ayuda, con la intención de prevenir y poder abordar en su caso las dificultades, y anunciar a la sociedad que la familia es Buena Noticia. Con el fin de crear canales de difusión que puedan hacer llegar a toda la sociedad esta labor del COF, se celebró en los propios locales del mismo una rueda de prensa antes del comienzo del acto.

    A las 18 horas, el Arzobispo y la directora del COF recibieron en sus instalaciones al presidente de la Diputación de Valladolid, D. Ramiro Ruiz Medrano; al subdelegado del Gobierno en nuestra ciudad, D. Cecilio Vadillo Arroyo; al delegado de la Junta de Castilla y León en Valladolid, D. Mariano Gredilla Fontaneda; y al alcalde, D. Francisco Javier León de la Riva. Se presentaron a las autoridades las diversas áreas de trabajo, así como el equipo de profesionales (terapeutas de pareja, psicólogos, médicos, abogados, sacerdotes, trabajadores sociales...) que han comenzado a colaborar con el deseo de ofrecer una asistencia adecuada a quienes acudan a recibir ayuda y formación.

    A las 18:30 comenzó en el salón de actos del Colegio María Inmaculada de los HH. Maristas la inauguración institucional. D. Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de la ciudad y presidente de la Fundación COF-Valladolid, abrió las intervenciones, seguido por D. Jesús Fernández Lubiano, delegado de Familia y Vida. Se proyectó posteriormente un vídeo promocional del COF, y a continuación su directora, D.ª María Nieves González Rico, presentó los tres pilares de trabajo en los que se pretende basar la obra recién inaugurada. La periodista D.ª Concha Chamorro Cuesta fue la persona encargada de presentar las ponencias y contribuir con su simpatía a crear un clima distendido y familiar en una sala repleta de público.

    Especialmente entrañable fue la bendición de los locales del COF a las 19:30 en el aula preparada a tal efecto y presidida por un icono de la Sagrada Familia. Como conclusión tuvo lugar un vino español en los salones de la Parroquia San Ramón Nonato, en que los asistentes pudieron compartir la alegría de ver nacer una obra al servicio de la Iglesia diocesana y de toda la sociedad vallisoletana.

    Intervención del arzobispo de Valladolid, D. Braulio Rodríguez Plaza

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    Hablando en Kinshasa de la familia, Juan Pablo II dijo: «El argumento es maravilloso, pero la realidad es difícil». Palabras bien precisas, queridos amigos y hermanos. La familia, en efecto, es un argumento maravilloso y una realidad difícil porque exige al hombre y a la mujer que miren cada día hacia lo gratuito, hacia lo que nos supera. Precisamente por esto la familia, siendo una realidad difícil, es un argumento fascinante. Y es que, para ser humano, hace falta ser sobrehumano, es decir, para poder llegar a lo que estamos destinados, hemos de superar nuestras solas fuerzas. Esa es la condición humana que nos muestra la Revelación, cuando nos habla del hombre y la mujer. Por eso necesitamos de Cristo; Él no puede ser simplemente un pretexto o un ejemplo de vida lejano e inalcanzable. Necesitamos de su gracia siempre.

    El hombre y la mujer son libres cuando habitan en su propia casa, que no se encuentra ni entre las cosas ni entre los «animales» (cf. Gn 2,20). Pero es que el espacio de su casa para el ser humano comienza en otra persona. Y en este tipo de libertad nacen las familias en el sentido pleno y profundo del término, porque en ellas es donde la libertad se cumple, cuando se da continuamente la propia vida no sólo a los demás, sino también por los demás. Y en las sociedades en las que falta la libertad propia de las personas, aunque haya las así llamadas libertades —lo cual es muy importarte, por otro lado—, faltan las familias, porque falta esa entrega de la vida por los demás. Y yo creo que el que vive en la libertad que está a la base de la familia, mira a lo divino.

    Por eso la familia es anterior al Estado, y a la misma Iglesia, entendida como mera institución. El Estado y la Constitución no dan, reconocen los derechos de la familia y velan por ellos. La familia, como el amor, está inscrita en la estructura de ser “persona humana”; es su nombre. Por eso es preciso cuidar de la familia, dejarla ser lo que es, como tantas veces dijo Juan Pablo II. Y hay que cuidarla, porque hay impedimentos que no le permiten ser lo que es, porque en una sociedad como la nuestra, tan compleja, hay peligro de que la familia sea más bien “tipos de familia”, según lo que interese al poder establecido (estatal, político, cultural al uso, consumista o neocapitalista a ultranza).

    El Centro de Orientación Familiar nace porque quiere servir a la familia, para que pueda ayudar a las personas concretas, esposos, padres e hijos. Para que siga siendo posible que las personas, hombre y mujer, al revelarse la una a la otra, creen un espacio en donde habitar, que es la familia. Y que exista la casa como el lugar en el que el ser humano se siente bien, porque allí ha nacido del amor y no por casualidad o simplemente “reproducido”.

    Y es que en la comunión, las personas, disfrutando la una de la otra y ayudándose la una a la otra, se comprenden a ellas mismas. Sus cuerpos, en particular cuando las personas están unidas en matrimonio, se vuelven transparentes, de forma que a través de ellos se difunde alrededor la luz del misterio del amor y de la libertad de Dios. Está claro que esto no se puede hacer cuando el uno representa para el otro tan sólo el objeto de un hacer que imita al amor y a la libertad. En la morada matrimonial, es decir, en la presencia de la mujer para el marido y del marido para la mujer, orientadas ambas al amor que es Dios, no acaba, sino que se inicia, la edificación de la casa. No me estoy refiriendo lógicamente únicamente al piso o vivienda, esté ya en propiedad o con hipoteca. Es otra casa que no se termina nunca de construir. La comunión matrimonial, por tanto, no apaga el deseo que tienen los dos de ser felices, deseo insaciable hasta la muerte, pero permite no confundir la beatitud —felicidad de la buena— con un disfrute cualquiera.

    Todo lo cual está apuntando a que esa comunión de las personas en el matrimonio y la familia constituye siempre una provocación al amor. Hay que enseñar a amar, a ese amor. No es algo que se improvise y no vale cualquier sucedáneo de amor. El COF Diocesano que hoy, gracias a Dios, comienza, tiene que enseñar a amar.

    En la casa edificada con la presencia del marido para la mujer y de la mujer para el marido, habitarán también los demás; en cierto sentido, allí habitará toda la sociedad. En la medida en la que allí habite toda la sociedad, cada uno, «sea quien sea el que se encuentre, considerará que se ha encontrado con un hermano, o con una hermana, o con un padre, o una madre, o un hijo, o una hija, o con un ascendiente o descendiente de éstos» (Platón, La República, V, 463 c). «La igualdad, la fraternidad y la libertad, palabras que la Ilustración ha vaciado de contenido, nacen en estas casas y después forman la sociedad. Sólo en estas casas los hombres llevan el mismo apellido, que indica su proveniencia divina. Ésta los hace a todos primeros. Ninguno es allí segundo» (Stanislaw Grygiel, Mi dulce y querida guía, Nuevoinicio, Granada 2007, 135).

    El amor es un trabajo difícil. Es verdad. Y hay que enseñarlo, cuidarlo, sanarlo, ayudar a vivirlo. Repito: para todo esto se ha construido este Centro cuya andadura hoy comienza. Pero esta tarea es, sobre todo, un diálogo que se desarrolla en el amor y el trabajo. Quien rompe el lazo entre el trabajo y el amor no deja que el amor sea para la vida ni para la resurrección, degenera en una maldición que es la de producir por producir. Y el lazo entre amor y trabajo se rompe cuando, en el diálogo entre el hombre y la mujer, entra el que divide... (cf. Gn 3,1-7).

    Una preciosa tarea tiene, pues, este COF Diocesano, que abarca muchos campos, como indica el contenido del díptico que explica este servicio, y que os explicarán de modo pormenorizado. Únicamente quiero subrayar que este COF va a ofrecer no sólo asistencia a la familia, orientación cuando la necesite; también va a acoger y promocionar la vida; y tiene una vocación grande de formar/educar, cometido precioso, pues se trata de educación a amar, educación afectivo-sexual —la gran asignatura pendiente de nuestra sociedad, que banaliza la sexualidad—, y educación de formadores. Es una urgencia que no puede esperar.

    Aquí está el COF; lo bendeciremos enseguida. La Archidiócesis ha pedido apoyo técnico en la dirección de este proyecto educativo a la Fundación Desarrollo y Persona, que tiene una experiencia y una solvencia contrastada en este campo de la educación católica. Las demás personas que van trabajar en el COF son, además de buenos profesionales, muy de fiar. Y lo van a hacer bien.

    Termino agradeciendo a la Parroquia San Ramón Nonato, que ha visto la importancia de este proyecto hecho ya realidad y ha aceptado albergar en sus locales el COF. No os arrepentiréis, saldréis beneficiados, sin duda. Dios siempre reparte suerte, pero os pido que oréis para que este servicio diocesano alcance pronto una importancia acorde con la urgencia de la tarea que se le encomienda. Muchas gracias.

    Intervención del delegado de Familia y Vida, D. Jesús Fernández Lubiano

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    «(1) La Sabiduría ha edificado una casa, ha labrado sus siete columnas (2), ha hecho su matanza, ha mezclado su vino, ha aderezado también su mesa. (3) Ha mandado a sus criadas a proclamar en los lugares más altos de la ciudad: (4) “El que sea inexperto que venga acá”, y al falto de juicio le dice: (5) “Venid y comed de mi pan, bebed del vino que he mezclado; (6) dejaos de simplezas y viviréis, y dirigíos por los caminos de la inteligencia”» (Pr 9,1-6).

    La Iglesia es esta casa. Todos los hombres son llamados para ser bien recibidos en ella y sentarse a comer en el banquete festivo que se ha preparado. Nadie es excluido de esta invitación.

    El deseo de todos los hombres es saber vivir, que en lo práctico se transforma en el deseo de una salud física, emocional, relacional, sexual, afectiva; en definitiva, saborear la vida, disfrutarla lo mejor que se pueda. «Si el mundo antiguo (dice Benedicto XVI, y se refiere a la cultura griega) había soñado que, en el fondo, el verdadero alimento del hombre —aquello por lo que el hombre vive— era el Logos, la sabiduría eterna, ahora este Logos se ha hecho para nosotros, en Jesucristo, verdadera comida, como amor» (Deus caritas est, 13) . Esta es la sabiduría de la Iglesia, su verdadero saber y su auténtico sabor, el verdadero alimento del hombre, el amor. Al comienzo de su pontificado lo afirmó Juan Pablo II: «El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente» (Redemptor hominis, 10).

    La Sabiduría del hombre es Cristo, el logos hecho carne, Él «revela plenamente el hombre al mismo hombre» (ibíd., 10). Es la sabiduría de la cruz, que recuerda san Pablo, «porque no quise saber entre vosotros otra cosa sino a Cristo, y éste crucificado», porque en él se muestra al hombre el secreto de la vida, la verdadera ciencia del saber vivir «amar hasta el extremo». Este es el verdadero amor, el amor en su forma más radical (Deus caritas est). El hombre, mirando a Cristo, ha de saber que solo se realizará plenamente en todas sus dimensiones, vivirá la vida en totalidad de sentido, cuando amando se entregue sinceramente a sí mismo a los demás (cf. Gaudium et spes, 24) .

    La sabiduría del hombre es Cristo, que ha edificado la casa de la Iglesia, y ha preparado la sala y la mesa, ha puesto el manjar y el buen vino. Es él mismo que se da a nosotros. Las invitaciones están repartidas, todo es gratis, todo es gracia.

    El Centro de Orientación Familiar que hoy inauguramos es una habitación de esta casa grande de la iglesia de Valladolid. Una habitación preparada con esmero, con mucho esmero:

  • para ayudar a aprender a amar. Nada hay más necesario; diría Juan Pablo II, «hay que preparar a los jóvenes para el matrimonio, hay que enseñarles el amor. El amor no es cosa que se aprenda, ¡y sin embargo no hay nada que sea más necesario enseñar! Siendo aún un joven sacerdote aprendí a amar el amor humano... Si se ama el amor humano, nace también la viva necesidad de dedicar todas las fuerzas a la búsqueda de un “amor hermoso”».
  • para sanar las dolencias de amor: con técnicos y oración, con esfuerzo humano y gracia de Dios, con sabiduría humana que es la sabiduría de divina.
  • Es trabajo de todos difundir esta obra de la Iglesia que es obra de Dios. Somos enviados como las criadas, que dice el Libro de los Proverbios, a los lugares más altos de la ciudad para que se oiga; también a los más profundos donde el hombre sufre y está postrado. Sabed que podemos invitar a todos los que necesitan recuperar el amor perdido o dañado y sanar las heridas de la vida familiar o matrimonial.

    Hemos alejado de nosotros el lamento y la queja tan frecuente en nuestras conversaciones y nos hemos puesto manos a la obra.

    Vuestra colaboración es muy importante: rezar para sostener y encauzar o conducir hasta la habitación de esta casa a las personas que lo necesiten. La Iglesia, en todas sus obras, también en esta, pone en el centro de todo el amor, porque es la vocación de todo hombre, porque el Amor es Dios.

    Concluyo mis palabras con unas del siervo de Dios Juan Pablo II, al que encomiendo esta obra en favor del ser humano, de la familia, de la vida:

    «El amor me lo ha explicado todo, / el amor me lo ha solucionado todo. / Por eso admiro el amor / donde quiera que se encuentre.

    Si el amor es tan grande como sencillo, / si el anhelo más simple / puede encontrarse en la nostalgia, / entonces puedo entender que Dios / quiera ser recibido por gente sencilla; / por esos cuyos corazones son puros / y no encuentran palabras para expresar su amor.

    Dios ha venido hasta aquí / pero se ha parado a poca distancia de la nada, / muy cerca de nuestros ojos. / Quizá la vida es una ola de asombro, / una ola más grande que la muerte. / ¡Nunca tengáis miedo, jamás!».

    Intervención de la directora del COF, D.ª María Nieves González Rico

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    Deseo en primer lugar expresar a D. Braulio, nuestro Arzobispo, la gratitud que siento al ver nacer en Valladolid la Fundación COF-Valladolid. Es un gran alegría personal y profesional poder contribuir a una obra tan hermosa que desea salir al encuentro de las necesidades concretas de matrimonios y familias. Agradecer también a D. Jesús, delegado de Familia y Vida, la ayuda y el apoyo que en todo momento nos presta y sobre todo el afecto con el que nos acompaña.

    Todos necesitamos una morada donde vivir y una de las tareas fundamentales de la vida es saberla construir (Conferencia Episcopal Española, Instrucción Pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad, 76). Un hogar al que regresar, cuando el niño y el joven salen del colegio y el adulto del trabajo. Necesitamos un hogar en el que sentirnos acogidos y comprendidos en un amor incondicional. Y todos somos familia: hijos, esposos, padres, hermanos...

    Sabemos por propia experiencia que las relaciones humanas no son sencillas y muchas veces queriendo querer bien a la otra persona surgen incomprensiones, rechazos, situaciones encontradas y sentimientos profundos de soledad e incluso de traición.

    Cuando miramos las dificultades de tantas familias, los conflictos relacionales, el drama que con rostros tan diversos invade los hogares, la falta de una verdadera educación y la ausencia de significado ante la vida, que novedad es hallar a una persona que te diga ¡lo que te sucede a ti me importa!

    Con este deseo de acompañar a las familias nace el Centro Diocesano de Orientación Familiar que busca promover sus actividades a través de tres pilares básicos.

    El primero es el Programa de asistencia a la familia que abarca el Proyecto de Orientación y Ayuda a la Familia y el Proyecto Centro de Escucha San Camilo.

    1. El Proyecto de Orientación y Ayuda a la Familia es un servicio dirigido a parejas, matrimonios y familias en su totalidad o a cualquiera de sus miembros, y cuenta con un equipo de profesionales que ofrecen asesoramiento, orientación y terapia en los desajustes, conflictos y necesidades familiares:

  • Crisis de pareja;
  • Dificultades en la relación con los hijos o en la comunicación;
  • Problemas personales tanto en adultos (depresión, estrés, angustia, adiciones...) como niños (hiperactividad, timidez, miedos, fracaso escolar);
  • Terapia sexual.
  • Es inmensamente gratificante ver matrimonios que adecuadamente acompañados pueden hacer un trabajo en medio de su límite y su dificultad y madurar y crecer personal y familiarmente. Esta semana recibía una persona enviada por un sacerdote. Me decía en el despacho: «¡Tengo tantos problemas!» Y en verdad son muchos y muy serios. Ella sólo puede ver un cúmulo de conflictos que sin embargo se pueden ir abordando y trabajando progresivamente. ¡Que privilegio entrar en la intimidad de estas familias, realidad sagrada, y verlas crecer y fortalecerse!

    Ayudarlas a vivir en plenitud la dimensión sexual del amor solventando dificultades arrastradas a veces durante años, y aprender a vivir la relación con sus hijos como una ocasión para crecer con ellos en la escucha, la acogida y la capacidad de acompañar su proceso de crecimiento. Los hijos son el mayor regalo que hemos recibido. Un don y una tarea, la más hermosa.

    2. El Centro de Escucha San Camilo sigue la experiencia iniciada en Tres Cantos por el Centro de Humanización de la Salud en el que se ha formado la coordinadora del COF, Mónica Campos, máster en Counseling y actual directora del grupo de doce “escuchas” que conforman el equipo de trabajo. Es un servicio social gratuito inscrito como proyecto de voluntariado y basado en el poder terapéutico de la escucha activa como uno de los mejores alivios para el sufrimiento.

    El Centro San Camilo lleva ya varios años ubicado en el Centro Diocesano de Espiritualidad, en el que continuará prestando servicio y al que agradecemos el apoyo que siempre nos ha brindado, pero amplía su labor al COF diocesano atendiendo a enfermos crónicos y sus familias, ancianos y familias en duelo por la pérdida de seres queridos. Ofrece atención individualizada, grupos de ayuda mutua, y atención a población reclusa y sus familias. Desde hace varios años, gracias al apoyo de Obra Social Caja Madrid, se desarrolla un proyecto en la prisión de Villanubla en el que los internos son acogidos y escuchados en sus dificultades personales.

    El segundo pilar fundamental del COF diocesano es el Programa de Acogida y Ayuda a la Vida.

    1. Se ofrecerá la difusión y enseñanza de los Métodos Naturales de Regulación de la Fertilidad. Un equipo de monitores de Método Sintotérmico, con una rigurosa formación gracias a ACODIPLAN y la Fundación COF Getafe, y con excelente material pedagógico, ofrece a numerosas parejas la posibilidad de conocer y regular su fertilidad respetando los ritmos que Dios mismo ha inscrito en el cuerpo femenino.

    Esta enseñanza, este aprendizaje, es una ayuda real y concretísima a los matrimonios para vivir la paternidad de forma responsable. Un conocimiento que facilita el embarazo al diagnosticar la ovulación y permite posponerle y evitarle cuando hay justa causa para ello, con un rigor y una eficacia ampliamente demostrada en el Simposio Internacional recientemente celebrado en Bilbao. Pero lo más bello es que no sólo es una técnica eficaz y rigurosa, sino sobre todo un estilo de vida. Un camino para vivir la sexualidad como lenguaje de amor verdadero que hacer crecer la comunión de los esposos.

    2. Se desea iniciar el Proyecto de Acompañamiento para el Acogimiento y Adopción. El 10% o 15% de los matrimonios que desean “tener” —aunque la palabra más verdadera es “acoger”— hijos biológicos van a vivir problemas de fertilidad. Es paradójico encontrarnos con la problemática de tantos embriones congelados cuyo destino será la destrucción y de tantos niños que crecen sin la experiencia de un amor paterno y materno que dé consistencia a su vida. Desde el COF diocesano deseamos ofrecer un recorrido que responda verdaderamente al deseo de fecundidad que está en el corazón humano.

    3. Se irán articulando los programas de Acogida y Apoyo a Madres Embarazadas en situación de Dificultad. La mujer embarazada en situación de dificultad precisa encontrar en la Iglesia y la sociedad el apoyo necesario para poder abrazar la vida que lleva en su seno y vivir plenamente la maternidad no sólo física sino psicológica y espiritual. Acompañar, no sólo a la mujer, sino a todo el entorno familiar, para poder prestar entre todos el soporte adecuado.

    4. Los Programas de Atención a Víctimas de Violencia Doméstica. ¡Cuánto miedo, vergüenza, silencio e impotencia se vive dentro de los muros de tantos hogares, sin saber en muchos casos cómo salir de determinadas situaciones! Y qué fundamental es reflexionar las causas de fondo y educar para prevenir. Aprender a construir la relación entre hombre y mujer desde la clave de la verdadera alianza, la alianza conyugal, y no desde la batalla y la violencia. Aprender a valorar la diferencia como riqueza y no como amenaza.

    La importancia de la educación nos lleva por tanto al tercer pilar del COF: la Formación. Deseamos que tenga una especial relevancia como medio eficaz de prevención de problemas familiares y sociales.

    1. Ya está en marcha el Proyecto de Educación afectiva y sexual “Aprendamos a Amar” que abarca cursos para jóvenes, formación de monitores y formación de padres. Nacido bajo la dirección de la Fundación Desarrollo y Persona y la Fundación COF Getafe, su implantación ya es significativa. El pasado curso escolar participaron en las diversas actividades docentes 11.000 jóvenes y se realizaron 12 cursos de formación de educadores en España y América Latina.

    Ha nacido una hermosa labor capacitando formadores que trabajan con familias pobres entre los más pobres en El Salvador, México y sobre todo Perú, donde Cáritas del Perú y la Conferencia Episcopal Peruana han pedido apoyo en el área de la educación para el amor, para fortalecer la familia a través de la preparación remota de niños y adolescentes al sacramento del matrimonio.

    Agradecemos a CESAL en España y AVSI en Italia, entidades que nos facilitan estos cursos, poder abrir en el COF diocesano un área de cooperación. Iniciamos nuestra actividad con una dimensión verdaderamente católica, porque «la catolicidad no es cuestión de geografía ni de cifras» (Luigi Giussani, Por qué la Iglesia, Ed. Encuentro, Madrid 2004, 289).

    Es dar gracias porque Cristo viene a renovar lo que hay de eternamente bello y bueno en todo corazón humano, se encuentre donde se encuentre. Las diferencias económicas, culturales o de otra índole, no pueden más que este corazón que todos hemos recibido con la vida y en el que habita el deseo de verdad, de justicia y de felicidad que somos. Todos tenemos el deseo de un amor hermoso y de una plenitud que buscamos y anhelamos. Por eso el COF diocesano se dirige a toda la sociedad y a toda familia «sea cual sea la diversidad y complejidad de su cultura y de su historia» (Juan Pablo II, Carta a las familias, 4), especialmente «a las familias desesperanzadas o divididas, a las amenazadas o en peligro» (ibíd., 5).

    2. Dentro del área de formación se irá impulsando el Proyecto Escuela de Familia, con Escuela de novios y Escuela de padres.

    El COF, como servicio diocesano profesional, establecerá unas tarifas a los diferentes servicios prestados y una posibilidad de beca a las personas y familias que lo precisen para que nadie quede sin recibir la atención necesaria por un límite económico.

    Confiamos en la generosidad de benefactores particulares que deseen ayudar a las familias en dificultad y en la colaboración de las diferentes Administraciones Públicas para encontrar un marco civil que permita hacer viables en todos los sentidos los diversos proyectos.

    La primera evidencia cuando intentamos afrontar esta ayuda a las familias es que sólo podemos hacerlo reconociendo intensamente el carácter social que tiene nuestra presencia en el mundo y, por lo tanto, la necesidad de comprometernos acompañados (Luigi Giussani, “El yo, el poder y las obras”, Ed. Encuentro, Madrid 2004). Todos podemos contribuir. Algunos con su saber profesional, trabajando desde las diversas ciencias humanas, y otros con su tiempo, entregado en labores sencillas pero indispensables para hacer bien el trabajo.

    Acabamos de nacer. El COF diocesano es una vida que comienza y que se irá configurando si todos nosotros le vivimos como propio. Si llevamos esta obra común en nuestra mirada y en nuestro corazón, estando atentos a la necesidad de nuestro entorno y ofreciendo esta posibilidad. Algunos proyectos se inician el lunes 27, otros se irán configurando de modo progresivo. Esperamos, una vez finalizado el trabajo material de apertura de las instalaciones, podernos reunir con muchos de vosotros que habéis ido manifestando generosamente vuestra disponibilidad. Os iremos visitando, pero ¡sed pacientes! porque contamos con fuerzas humanas limitadas y son muchas las necesidades iniciales que atender.

    Y lo más hermoso es expresar gratitud.

    Al Colegio María Inmaculada de los padres Maristas que nos acoge en este acto inaugural. A la parroquia San Ramón Nonato que nos va a tener en su casa; muy especialmente a los sacerdotes D. Natalio y D. Javier que tanto nos están ayudando. D. Javier ha tenido que trabajar mucho vigilando las obras y facilitando constantemente gestiones. Agradecer a la Delegación de Medios de Comunicación Social el esfuerzo de hacer llegar a la sociedad esta iniciativa y que todos nos sepamos partícipes de ella.

    Agradecer el camino de otros COF diocesanos que nos preceden. Muy especialmente a la Fundación COF Getafe y a su directora durante muchos años, la doctora Teresa Martín Navarro, que hoy nos acompaña. ¡Cuando trabajabas incansablemente, Teresa, otros estábamos atentos aprendiendo de tu entrega inteligente y generosa! La fecundidad de Getafe ha sido para el equipo de Valladolid una llamada a seguir vuestro camino.

    Agradecer el apoyo del padre Simón y de Javier del COF diocesano de Burgos, de María Teresa y su equipo en el COF diocesano de Segovia, de José Luís del COF diocesano de Soria y de Begoña, que con tanta fuerza inició el pasado año el vecino COF diocesano de Palencia. Es una suerte nacer con hermanos mayores. Los pequeños suelen crecer bien espabilados precisamente porque tiene a quien mirar y de quien aprender. Esto es un regalo. Ya estamos colaborando juntos estrechamente en el Proyecto Aprendamos a Amar, pero ahora se abren perspectivas nuevas y apasionantes de presencia en medio de nuestra sociedad.

    Agradecer a todas las personas y entidades que de modos muy diversos acompañan en Valladolid a los matrimonios y las familias, muy especialmente a los sacerdotes. A las parroquias, centros educativos, sanitarios, asociaciones y fundaciones que deseamos conocer y, en la medida de lo posible, potenciar, y colaborar con ellos.

    Agradecer al Instituto Pontificio Juan Pablo II la formación y la amistad nacida. Agradecer a todas las personas que ayudan a existir a la Fundación Desarrollo y Persona para que ahora puedan prestarse a llevar adelante la dirección técnica de esta nueva realidad diocesana. Y a todos los amigos que durante estos días han aportado su granito de arena para que hoy podamos disfrutar de este momento.

    Agradecer a mis padres el testimonio de su amor, y muy especialmente agradecer a mi esposo y a mis hijos el poder compartir con ellos esta tarea...

    Sobre todo agradecer al Señor. Dice Benedicto XVI en Spe salvi : «Dios no puede padecer, pero puede compadecer. El hombre tiene un valor tan grande para Dios que se hizo hombre para poder com-padecer (...) Por eso, en cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y el padecer» (Spe salvi, 39).

    No estamos solos. El hombre, tu persona, mi persona, cada familia, tiene un valor tan grande para Dios que se hace Hombre para poder compadecer. Existir es ser amados. Hay un amor que nos precede. Hacemos hoy nuestro un día más el grito de San Pablo: «Todo lo puedo ahora en Aquel que me sostiene». Es a Cristo Resucitado al que decimos “sí”, diciendo “sí” a la petición de D. Braulio. Y el Señor siempre cumple, llevando adelante toda buena obra que comienza.

    Con esta esperanza y con esta certeza, el COF diocesano de Valladolid, abre hoy sus puertas y queda atentamente a su disposición.