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Crónica

Braulio Rodríguez Plaza, nuevo arzobispo de Toledo

Nombramiento

16 de abril de 2009


Publicado: BOA 2009, 112.


  • Nombramiento episcopal
  • Reseña biográfica
  • Mensaje a los fieles de Valladolid
  • Saludo a los fieles de Toledo
  • Despedida y Toma de posesión

    Nombramiento episcopal

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    El jueves 16-4-2009, a las 12 de la mañana, la Nunciatura Apostólica en España hizo público el nombramiento de D. Braulio Rodríguez Plaza, actual arzobispo de Valladolid, como nuevo arzobispo de Toledo y primado de España. A esa misma hora, D. Braulio convocaba a los miembros de la Curia diocesana para transmitirles la noticia, y posteriormente leyó ante los medios de comunicación un Mensaje a los fieles de Valladolid y un Saludo a los fieles de Toledo. Hasta la toma de posesión, D. Braulio continuará su labor en Valladolid como Administrador diocesano.

    Reseña biográfica

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    D. Braulio Rodríguez Plaza nació en Aldea del Fresno (Madrid) el 27-1-1944, el séptimo en una familia de nueve hermanos. Desde 1960 estuvo en los Seminarios Menor y Mayor de Madrid, donde realizó estudios humanísticos, filosóficos y teológicos. En 1973 obtuvo la Licenciatura en Teología Bíblica en la Universidad Pontificia de Comillas. Tras dos años de estudio (1979-81) en L’École Biblique de Jerusalén, se diplomó en Sagrada Escritura, y ya en 1990 alcanzó el grado de Doctor en Teología Bíblica por la Facultad de Teología del Norte, con sede en Burgos, con la tesis doctoral El proceso de Jesús ante el Sanedrín y la catequesis cristiana primitiva. Posee amplios conocimientos en los campos bíblico, litúrgico y de pastoral familiar.

    Desde que fue ordenado presbítero en Madrid, el 3-4-1972, sirvió a esa diócesis durante 15 años en las parroquias de Cubas de la Sagra (cura ecónomo, 1972-77), San Miguel en Carabanchel (vicario parroquial, 1977-79, iniciando la Escuela de Catequistas) y San Fulgencio (cura ecónomo, 1981-84). También fue capellán de la conocida ermita de San Isidro. Entre 1984 y 1987 fue miembro del Equipo de Formadores del Seminario Diocesano de Madrid, ayudando a numerosos jóvenes en su camino hacia el presbiterado, e inició la secretaría de la revista Estudios Bíblicos.

    En esas circunstancias, fue nombrado obispo de Osma-Soria el 13-11-1987, siendo ordenado el 20-12-1987, y permaneció en esa diócesis hasta ser nombrado obispo de Salamanca el 12-5-1995, tomando posesión el 9-7-1995. Durante sus siete años en Salamanca, emprendió la remodelación del antiguo Seminario Calatrava como Casa de la Iglesia, redistribuyó las parroquias en trece áreas pastorales, nombró varios delegados laicos, creó la Escuela Diocesana de Animadores Cristianos, e hizo partícipe a la diócesis de acontecimientos como el Jubileo del año 2000 o la capitalidad cultural de Salamanca en 2002, con exposiciones, festivales y encuentros, mostrándose siempre su talante cercano y humano.

    Dentro de la Conferencia Episcopal Española ha sido miembro de las comisiones episcopales de Liturgia (1987-96 y desde 2005), Doctrina de la Fe (1987-90) y Apostolado Seglar (1990-99), presidiendo la Subcomisión de Familia y Vida (1996-99) y la Comisión de Apostolado Seglar (1999-2005). También por designación de la Conferencia Episcopal fue vice gran canciller de la Universidad Pontificia de Salamanca (1995-2005).

    El 28-8-2002 fue nombrado 13º Arzobispo Metropolitano y 39º obispo de Valladolid; tomó posesión el 13-10-2002, y el 29-6-2003 recibió en Roma el palio de manos del entonces papa Juan Pablo II.

    Durante sus años en nuestra Archidiócesis, D. Braulio tuvo la oportunidad, entre otros eventos, de saludar al papa Juan Pablo II en nombre los obispos españoles durante su último viaje a España; impulsar y presidir los actos del V Centenario de la muerte de Isabel la Católica; participar en las tomas de posesión como obispos del mercedario vallisoletano D. Gustavo Bombín Espino y del sacerdote diocesano D. Francisco Cerro Chaves; pregonar la Semana Santa y predicar el Sermón de las Siete Palabras; apoyar el Congreso Latinoamericano de Religiosidad Popular celebrado en Valladolid; convocar el Año Diocesano en el IV Centenario de la muerte de santo Toribio de Mogrovejo; y visitar todas las parroquias.

    Entre otros logros, D. Braulio apoyó la recuperación o creación de: la procesión de Nuestra Señora de San Lorenzo en el día de su festividad; la nueva organización de la Escuela Diocesana de Formación; el Centro integral de Empleo de Cáritas; el proyecto de Popular TV en nuestra Diócesis; el Centro de Orientación Familiar; la Delegación de Migraciones; la Adoración Eucarística Perpetua en la Diócesis; y varios nuevos templos parroquiales y no parroquiales.

    Mensaje a los fieles de Valladolid

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    Me dirijo a vosotros, católicos vallisoletanos, que durante más de seis años habéis sido la preocupación y la alegría de mi vida de obispo. He representado entre vosotros y para vosotros a Jesucristo, nuestro bien, en mi tarea episcopal, que siempre he considerado un servicio eclesial. Pero el Santo Padre, Benedicto XVI, ha querido nombrarme arzobispo de Toledo y ése será en el futuro mi ministerio en la Iglesia católica. Pido al Señor que me dé fortaleza para ser buen obispo, sucesor de los Apóstoles, en la Iglesia toledana.

    Casi siete años como arzobispo de Valladolid han dejado una profunda huella en mi vida. Han sido para mí una experiencia cristiana honda, en el difícil empeño de suceder a D. José Delicado Baeza, mi querido antecesor en la sucesión apostólica, a quien agradezco de corazón todo cuanto ha hecho por mí. Habrá más tiempo para merecidos agradecimientos a cuantos formáis la Iglesia de Valladolid, sobre todo a mis más cercanos colaboradores, los sacerdotes, pero también a los fieles laicos y a los religiosos y consagrados.

    Me habéis oído muchos decir, cuando con cariño me preguntabais cómo me iba en Valladolid, que yo no pediría un cambio de sede, porque para un obispo su Iglesia diocesana es la mejor: es la que le ha dado el Señor. Tengo, además, que confesar que me he sentido acogido y acompañado por sacerdotes, diáconos, religiosos y fieles laicos. Vuestras personas las llevo dentro.

    No desconozco ninguna de las parroquias y comunidades de Valladolid; he estado en todos y cada uno de sus pueblos. Sabéis que la vida del obispo la llenáis vosotros, no otros intereses. Es, pues, un momento especial para mí comunicaros que he sido nombrado obispo de otra Iglesia. Me cuesta dejaros; es la verdad, sin retórica. Desde que supe el deseo del Santo Padre y acepté la misión que me ha encomendado, he vivido cada momento y el encuentro o la conversación con cada persona de manera distinta.

    Me apena también no haber respondido bien en mi ministerio por mi debilidad. Me conozco y sé cuales son mis debilidades y mis flaquezas. Os pido perdón, si no he hecho mejor determinados actos, decisiones, momentos de gobierno. No hay por qué sentir vergüenza de reconocer que he podido hacerlo mal en ésta o aquella circunstancia concreta. Quien nos conoce bien, Jesucristo, nos eligió a todos acogiendo nuestras personas como existencias perdonadas. Pero su amor triunfa sobre nuestra debilidad. Perdonadme vosotros también: sólo los que se quieren se perdonan.

    Un afectuoso saludo a vosotros, queridos católicos de Valladolid. También quiero saludar a otros cristianos que aquí he conocido, y a hombres y mujeres de buena voluntad, aunque no compartan nuestra fe. Quiero tener presentes a las familias, a los padres y a los hijos, a mayores y jóvenes, a los enfermos, y a cuantos sufren por tantas cosas, sobre todo a los inmigrantes que aquí han encontrado un hogar, aun en medio de tantas dificultades presentes. Pienso de modo especial en los católicos que, desde sus países, se han integrado en nuestras comunidades cristianas, y no olvido a los que ahora estáis sin trabajo por una crisis de la que no sois responsables.

    Recuerdo que, al ser nombrado arzobispo de Valladolid, escribí una carta a las monjas contemplativas. ¡Cuánto habéis pedido por mí! ¿Os acordaréis de hacerlo alguna vez en el futuro? Gracias, de corazón. Quiero igualmente tener muy presentes a los sacerdotes, religiosos y otros consagrados, a los movimientos apostólicos, a cuantos trabajáis en nuestras comunidades cristianas. Viéndoos, han sido muchas las veces que me habéis animado a redoblar mis esfuerzos, sobre todo en la transmisión de la fe, en la evangelización sin reducciones, en hacer hincapié en la Iniciación Cristiana, para que pueda darse lo más grande: encontrarse con Jesucristo, el que murió, pero resucitó y está vivo y presente entre nosotros. La Pascua y su gracia renovada os den la alegría y la paz.

    Saludo a los fieles de Toledo

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    Feliz Pascua para todos, hermanos, en esta fiesta de las fiestas de Cristo Resucitado:

    En otras tres ocasiones he saludado con todo mi corazón a los fieles de Osma-Soria, Salamanca y Valladolid , Iglesias donde fui enviado por el Santo Padre para ser su obispo. Ahora me toca hacerlo a los que formáis esa porción del Pueblo de Dios que es la Archidiócesis de Toledo. Lo hago en el día en que se hace público mi nombramiento por la Sede Apostólica como nuevo Arzobispo de Toledo, donde sucedo al Emmo. y Rvdmo. Sr. D. Antonio Cañizares Llovera, a quien saludo con afecto de hermano en la sucesión apostólica. El papa Benedicto XVI así lo ha querido. Con todo mi amor filial agradezco vivamente a aquél en quien hoy vive Pedro semejante muestra de confianza. Con su persona y su testimonio de fe me siento reconfortado y fortalecido.

    El obispo, sucesor de los Apóstoles, siente la extraordinaria desproporción entre lo que se le pide como Vicario de Cristo para sus fieles y lo que él puede dar. Se trata de representar a Cristo como padre y pastor, a quien debe seguir como discípulo por Él llamado. Por ello os pido, hermanos, que comencéis ya a orar por mí, para que sea buen obispo, al frente de esa porción del Pueblo de Dios que es la Iglesia de Toledo, con la inestimable colaboración de los sacerdotes. Pedid a Jesucristo por mí; también a la Madre del Señor y a los grandes santos y santas toledanos. Me viene a la memoria san Ildefonso, tan preclaro como guía de su pueblo, cuando la Liturgia de la Iglesia en España era celebrada en el venerable rito hispano, que gracias a Dios sigue vivo en Toledo, donde recibió el sobrenombre de mozárabe: es un servicio inestimable a nuestro pueblo. Se agolpan también en mi memoria tantos venerables pastores toledanos; pienso ahora en el venerable cardenal Sancha, que pronto será beatificado.

    Desde Valladolid siento la cercanía de D. Marcelo González Martín, cardenal de la Santa Iglesia, con cuya amistad fui enriquecido ya desde mis primeros años de sacerdote. Su buen quehacer de pastor, su entrega a esta Iglesia de Toledo ha seguido, con su reciedumbre castellana, la estela de tantos grandes arzobispos, que me sirven sin duda de estímulo en mi ministerio. Quiero saludar al Emmo. y Rvdmo. D. Francisco Álvarez Martínez, arzobispo emérito. Quiero agradecerle sus desvelos tan eficaces en el pastoreo de esta Iglesia. Por fin, quiero igualmente reconocer la labor ingente de D. Antonio Cañizares Llovera, entrañable amigo y hermano. Hemos compartido inquietudes y tareas pastorales en esta hermosa Castilla, siendo él obispo de Ávila, en esta Archidiócesis de Valladolid. De él espero, en la sucesión apostólica, cuantos consejos quiera darme para ser buen pastor, siervo de Jesucristo. No olvido al Excmo. y Rvdmo. D. Joaquín Carmelo Borobia Isasa, querido obispo auxiliar en los últimos años. Él sabe la cercanía y aprecio a su persona por mi parte; ahora su ayuda en estos momentos la necesito y así se lo haré saber.

    No os olvido a vosotros, hermanos toledanos, sacerdotes, religiosos, consagrados, fieles laicos. Juntos —así lo pido al Señor— vamos a comenzar esta aventura sorprendente de caminar en la tarea eclesial de una Iglesia que está en marcha con vitalidad sorprendente. No olvidéis que la Iglesia es un misterio que nos desborda, pero también es una realidad visible y muy concreta que formamos todos en Jesucristo: Él no tiene sucesor; sin el Resucitado no hay Iglesia. Por eso cautiva que en cada Iglesia particular o diócesis acontezca la Iglesia de Dios, una, santa, católica y apostólica. ¡He aquí lo que posibilita vivir en cada momento la vida de la Iglesia: la infinita belleza del Cristo total, su Presencia salvadora!

    Quiero deciros algo que llevo muy dentro: lo importante no es lo que yo ahora pudiera prometeros; lo decisivo es que soy consciente de que tengo que mostraros a Cristo, y que no me importa lo vuestro, sino vuestras personas, todas y cada una. Quiero ser para todos, sacerdotes y fieles; quiero formar parte de vosotros, de modo sencillo. El amor de Cristo os impulsa a evangelizar, a cuidar de los más débiles, de cuantos están sufriendo y dan rostro a Cristo pobre y Siervo. Os pido, hermanos, sobre todo a los presbíteros, que me ayudéis a serviros bien, a realizar el «servicio del amor» que Cristo ha traído.

    Saludo igualmente a las autoridades autonómicas, provinciales y locales; a la corporación municipal de Toledo y a su Alcalde, pues seré ciudadano y vecino de esa preciosa ciudad. Como ustedes, yo también quiero servir a este pueblo toledano desde mi servicio eclesial. Saludo a las demás autoridades, a quienes conoceré en un futuro muy próximo. Sé de la importancia que tiene la Iglesia católica en el dinamismo de la sociedad toledana; es una importancia que le viene de la historia de nuestra patria, pero también de lo que hoy la Iglesia hace y sirve en orden a un mundo más humano, más justo y más verdadero.

    Con todo mi afecto quiero ya bendeciros en la alegría de la Pascua recién estrenada.

    Despedida y Toma de posesión

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    La toma de posesión de D. Braulio Rodríguez Plaza como nuevo arzobispo de Toledo se celebrará el domingo 21-6-2009, a las 18 horas, en su Catedral Primada. Se prevé que a ella asistan numerosos fieles de nuestra Archidiócesis, acogiendo la invitación que se ha hecho llegar a todas las parroquias y sacerdotes para compartir ese momento tan significativo en su propia vida y en la historia de ambas Archidiócesis.

    Previamente, el domingo 7-6-2009, a las 18 horas, se celebrará en la Catedral de Valladolid una solemne eucaristía concelebrada de despedida del arzobispo electo de Toledo y administrador diocesano de Valladolid.

    Nuestra Iglesia diocesana se alegra por esta nueva llamada de Dios a nuestro arzobispo D. Braulio, encomendándole al Señor y a la Virgen María, para que ejerza el ministerio episcopal con sabiduría y fortaleza al servicio de la Iglesia que peregrina en la Archidiócesis de Toledo.