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Acta

Ricardo Blázquez Pérez, nuevo arzobispo de Valladolid

Toma de posesión

17 de abril de 2010


Publicado: BOA 2010, 90.


In nomine Domini.

En la ciudad de Valladolid, a las doce treinta horas, del día diecisiete de abril del año del Señor dos mil diez, en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana, tomó posesión canónica de esta Sede Metropolitana de la Archidiócesis de Valladolid el Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. D. Ricardo Blázquez Pérez, hasta ahora obispo de Bilbao, nombrado por Su Santidad el papa Benedicto XVI como Arzobispo de esta Archidiócesis por Bula Pontificia, de fecha trece de marzo del mismo año .

El todavía Sr. Arzobispo Electo fue recibido en la puerta principal de la Catedral Metropolitana por el Sr. Nuncio Apostólico, el Sr. Administrador Diocesano, el Cabildo Catedralicio y el Colegio de Consultores, mientras era aclamado por la multitud de fieles. El Sr. Nuncio presenta al Ilmo. Sr. Deán de la Catedral, D. Sebastián Centeno Fuentes, a quien desde ahora presidirá las celebraciones en esta Catedral Metropolitana de Nuestra Señora de la Asunción, como Arzobispo de esta Iglesia diocesana de Valladolid, quien le dio a besar el lignum crucis.

El amplio templo de la Catedral Metropolitana se encontraba abarrotado por una multitud de fieles que con su sentida participación expresaron el profundo sentido eclesial de esta celebración para la Archidiócesis de Valladolid. Entre ellos se encontraba una nutrida representación institucional, entre la que cabe mencionar a las siguientes Excmas./Ilmas. Autoridades regionales, provinciales y locales:

  • D. Tomás Villanueva Rodríguez, vicepresidente Segundo de la Junta de Castilla y León,
  • D. José Manuel Fernández Santiago, presidente de las Cortes de Castilla y León,
  • D. Miguel Alejo Vicente, delegado del Gobierno en la Comunidad Autónoma de Castilla y León,
  • D. Francisco Javier León de la Riva, alcalde del Ayuntamiento de Valladolid,
  • D. Ibon Areso Mendiguren, primer teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Bilbao,
  • D. Ramiro Ruiz Medrano, presidente de la Diputación Provincial de Valladolid,
  • D. Agustín González González, presidente de la Diputación Provincial de Ávila,
  • D. Cecilio Vadillo Arroyo, subdelegado del Gobierno en Valladolid,
  • Dña. María del Carmen Domínguez Lobatón, vicerrectora de la Universidad de Valladolid,
  • Dña. María del Rosario Sáez Yuguero, rectora de la Universidad Católica de Ávila,
  • D. Juan Antonio Díaz Cruz, general jefe de la SUIGE y comandante militar de Valladolid y Palencia,
  • D. Luis Manuel López González, general director de la Academia de Caballería de Valladolid,
  • D. Francisco Ignacio Pimentel Llano, coronel jefe del Sector Aéreo de Valladolid,
  • D. Antonio Jesús Fonseca-Herrero Raimundo, presidente de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León,
  • D. Ignacio Segoviano Astaburuaga, magistrado juez decano de los Juzgados de Valladolid,
  • D. Mariano Gredilla Fontaneda, delegado territorial de la Junta de Castilla y León,
  • D. Jesús García Ramos, jefe superior de Policía Nacional de Castilla y León, y
  • D. Juan Miguel Recio Álvarez, teniente coronel Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil,
  • entre otras autoridades y representantes institucionales de nuestra Comunidad Autónoma, Provincia y Ciudad, además de otras procedencias, especialmente de Bilbao.

    A continuación, acompañado por la aclamación «Benedictus qui venit in nomine Domini» y el aplauso de los fieles, el Sr. Arzobispo Electo, acompañado por el Sr. Nuncio, el Sr. Administrador Diocesano, el Colegio de Consultores y el Cabildo Catedralicio, se dirigió a la Capilla de Nuestra Señora del Sagrario, donde oró unos breves momentos ante el Santísimo. Seguidamente todos se encaminaron hacia las dependencias del Museo Diocesano y Catedralicio, donde se revistieron con los ornamentos litúrgicos para la celebración.

    Allí se inició, acompañada por el cántico Pueblo de Reyes, la procesión de entrada que discurrió por las calles Cardenal Cos y Arribas, para acceder por la puerta principal y discurrir por el pasillo central de la Catedral Metropolitana hasta alcanzar el Presbiterio. Junto al Sr. Arzobispo Electo, el Sr. Nuncio, el Sr. Administrador Diocesano, los miembros del Colegio de Consultores y del Cabildo Catedralicio, y correspondientes acólitos, integraban la procesión casi medio centenar de Emmos. y Rvdmos. Sres. Cardenales Arzobispos, Excmos. y Rvmos. Sres. Arzobispos, y Excmos. y Rvdmos. Sres. Obispos que han acudido a esta celebración de Toma de Posesión:

  • D. Agustín García-Gasco Vicente, cardenal arzobispo emérito de Valencia,
  • D. Carlos Amigo Vallejo, cardenal arzobispo emérito de Sevilla,
  • D. Luis María Martínez Sistach, cardenal arzobispo de Barcelona,
  • D. Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Toledo y primado de España,
  • D. José Delicado Baeza, arzobispo emérito de Valladolid,
  • D. Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Valencia,
  • D. Francisco Javier Martínez Fernández, arzobispo de Granada,
  • D. Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos,
  • D. Francisco Pérez González, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela,
  • D. Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo y administrador apostólico de Huesca y de Jaca,
  • D. Juan del Río Martín, arzobispo Castrense de España,
  • D. Julián Barrio Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela,
  • D. Adolfo González Montes, obispo de Almería,
  • D. Agustín Cortés Soriano, obispo de Sant Feliu de Llobregat,
  • D. Amadeo Rodríguez Magro, obispo de Plasencia,
  • D. Ambrosio Echebarría Arroita, obispo Emérito de Barbastro-Monzón,
  • D. Ángel Rubio Castro, obispo de Segovia,
  • D. Atilano Rodríguez Martínez, obispo de Ciudad Rodrigo,
  • D. Bernardo Álvarez Afonso, obispo de Tenerife,
  • D. Camilo Lorenzo Iglesias, obispo de Astorga,
  • D. Carlos López Hernández, obispo de Salamanca,
  • D. Casimiro López Llorente, obispo de Segorbe-Castellón,
  • D. Demetrio Fernández González, obispo de Córdoba y Administrador Apostólico de Tarazona,
  • D. Francisco Cases Andreu, obispo de Canarias,
  • D. Francisco Cerro Chaves, obispo de Coria-Cáceres,
  • D. Gerardo Melgar Viciosa, obispo de Osma-Soria,
  • D. Gregorio Martínez Sacristán, obispo de Zamora,
  • D. Isidro Barrio Barrio, obispo de Huancavelica (Perú),
  • D. Jesús García Burillo, obispo de Ávila,
  • D. Joan Piris Frígola, obispo de Lleida,
  • D. José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de San Sebastián y Administra-dor Apostólico de Palencia,
  • D. José Sánchez González, obispo de Sigüenza-Guadalajara,
  • D. Juan José Omella Omella, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño,
  • D. Juan María Uriarte Goiricelaya, obispo emérito de San Sebastián,
  • D. Julián López Martín, obispo de León,
  • D. Luis Quinteiro Fiuza, obispo de Orense,
  • D. Manuel Sánchez Monge, obispo de Mondoñedo-Ferrol,
  • D. Miguel José Asurmendi Aramendia, obispo de Vitoria,
  • D. Rafael Palmero Ramos, obispo de Origuela-Alicante,
  • D. Ramón del Hoyo López, obispo de Jaén,
  • D. Cecilio Raúl Berzosa Martínez, obispo auxiliar de Oviedo,
  • D. Fidel Herráez Vegas, obispo auxiliar de Madrid,
  • D. Joaquín Carmelo Borobia Isasa, obispo auxiliar de Toledo,
  • D. Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid,
  • D. Mario Iceta Gavicogogeascoa, obispo auxiliar de Bilbao, y
  • D. Sebastià Taltavull Anglada, obispo auxiliar de Barcelona.
  • En el interior, se encontraban ya situados en el crucero de la Catedral Metropolitana cerca de medio millar de presbíteros seculares y religiosos de nuestra Archidiócesis y diócesis sufragáneas, así como de la Diócesis de Bilbao y de otras diócesis que habían acudido, y varios diáconos.

    Venerado el altar y ocupados los lugares reservados por parte de los concelebrantes, el Sr. Arzobispo Electo, una vez incensado el altar, saludó al pueblo, procediéndose al rito de Toma de Posesión según las rúbricas del Ceremoniale Episcoporum.

    Comienza el Ilmo. Sr. Administrador Diocesano, D. Félix López Zarzuelo, pronunciando la siguiente alocución de saludo y bienvenida al nuevo Arzobispo en nombre de la Archidiócesis de Valladolid:

    «Excmo. y Rvdmo. Sr. Nuncio Apostólico, Sres. cardenales, arzobispos y obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y laicos, hermanos de la Diócesis de Bilbao, excelentísimas e ilustrísimas autoridades:

    Querido D. Ricardo, es para mí un honor saludarle en nombre de toda la Archidiócesis y mostrarle nuestra más efusiva acogida. Está usted en su casa, en su Catedral, en su Archidiócesis. Es nuestro decimocuarto arzobispo. Le han precedido ilustres y beneméritos obispos y arzobispos, entre ellos, nuestros queridos D. José Delicado Baeza y D. Braulio Rodríguez Plaza. ¡Bienvenido, D. Ricardo, en nombre del Señor!

    Le reciben los sacerdotes diocesanos, sacrificados y abnegados, que, en este Año Sacerdotal, quieren cambiar, como el Santo Cura de Ars, el corazón y la vida de muchas personas de la Archidiócesis y de la Iglesia, porque son capaces de hacerles sentir el amor misericordioso del Señor.

    Le espera el colegio de diáconos permanentes para seguir colaborando con usted en el servicio de la liturgia, de la Palabra y de la caridad. Le acogen los seminaristas, nuestros sacerdotes del mañana, nuestra gozosa esperanza. Le reciben los miembros de la vida consagrada: los de vida apostólica, que, además de vivir su propio carisma, colaboran en los trabajos de la pastoral diocesana; y los de la vida contemplativa, que, con su carisma especial: la oración, el silencio, la contemplación... el amor exclusivo de Dios, tendrán siempre muy presentes vuestro ministerio episcopal y nuestros planes pastorales.

    Le acogen y le quieren innumerables laicos. Usted sabe bien lo que dice la Gaudium et spes: “... los obispos, que han recibido la misión de gobernar la Iglesia de Dios, prediquen, juntamente con sus sacerdotes, el mensaje de Cristo de tal manera que toda la actividad temporal de los fieles quede como inundada por la luz del Evangelio. Recuerden los pastores que son ellos, los laicos, los que con su trato y su trabajo pastoral diario exponen al mundo el rostro de la Iglesia” (n. 43) . Ellos están en las parroquias de la Archidiócesis, en los Consejos diocesanos y en los movimientos apostólicos.

    Le reciben, contentos y animosos, nuestros jóvenes, que se prepararan para recibir la Cruz de 2011 y que rezan para que la Jornada Mundial de la Juventud sea una verdadera fiesta de la fe.

    Le espera con inmensa alegría, querido D. Ricardo, esta su Iglesia diocesana para que mañana —en el centro de nuestra ciudad, en la Acera de Recoletos— presida la celebración eucarística en la que será beatificado un joven jesuita de nuestra tierra, el P. Bernardo de Hoyos , que recibió la Gran Promesa del Corazón de Jesús: “Reinaré en España y con más veneración que en otras partes”.

    Demos gracias a Dios por el testimonio de santidad del P. Hoyos y por su misión en el anuncio y difusión del amor de Dios manifestado en el Corazón de Cristo. Que este gozoso acontecimiento eclesial sea un prometedor comienzo de su ministerio episcopal.

    No quiero terminar estas palabras de bienvenida y acogida, querido D. Ricardo, sin dar gracias a Dios por haberme elegido para servir a esta Iglesia de Valladolid, como administrador diocesano, durante nueve meses.

    Todos, en esta mañana memorable, le encomendamos a la intercesión de san Pedro Regalado, patrono de Valladolid, el santo taumaturgo, cuya tumba fue visitada por reyes y grandes del Reino pidiendo su protección; de san Simón de Rojas, el humilde trinitario que nació en lo que es hoy una capilla de esta Catedral Metropolitana, donde estaba entonces su casa solariega, y cuyo mayor gozo era resaltar la importancia de la Santísima Virgen en el misterio de Dios y de la Iglesia; de los mártires vallisoletanos san José Fernández, misionero dominico en Vietnam, canonizado en 1988, y el obispo Florentino Asensio Barroso, beatificado en 1997. Pero sobre todo pedimos a Nuestra Señora de San Lorenzo, patrona de Valladolid, que interceda ante el Señor para que nuestro querido D. Ricardo sea el padre y pastor de todos».

    Seguidamente el Excmo. y Rvdmo. Sr. Nuncio Apostólico de Su Santidad, D. Renzo Fratini, pronunció las siguientes palabras de exhortación al nuevo Arzobispo de esta Iglesia diocesana de Valladolid:

    «Eminentísimos señores cardenales, excelentísimos señores arzobispos y obispos, queridos sacerdotes concelebrantes, excelentísimas autoridades y altas personalidades civiles y militares, queridos hermanos y hermanas en Cristo:

    En estos solemnes momentos, saludo afectuosamente a cuantos habéis venido a acompañar a Su Excelencia mons. Ricardo Blázquez Pérez, que inicia hoy su misión pastoral en esta Archidiócesis. Los fieles cristianos ven en el obispo “un signo vivo del Señor Jesús, Pastor y Esposo, Maestro y Pontífice de la Iglesia” (Juan Pablo II, Pastores gregis, 7) .

    En nombre del Santo Padre, expreso sentimientos de viva gratitud a mons. Braulio Rodríguez Plaza por su entrega y dedicación, durante seis largos años, como obispo de esta Archidiócesis; y al Ilmo. Sr. D. Félix López Zarzuelo, por su servicio en estos últimos meses como Administrador Diocesano. También un cordial y deferente saludo al arzobispo emérito mons. José Delicado Baeza.

    Querido D. Ricardo: El Santo Padre le confía una Archidiócesis en el corazón de Castilla. Su rica historia interior está marcada por una profunda y viva espiritualidad formada por la amorosa contemplación de los beneficios divinos. En particular, y muy señaladamente, por la consideración de la manifestación del Amor de Dios en los misterios del Verbo encarnado.

    Por eso, ante los retos de una sociedad cambiante, no podemos dudar de que la trayectoria de esta Iglesia particular tiene realmente resortes que pueden ayudar a sus fieles a vivir apoyados en Cristo el Señor, renovando el espacio de sus vidas con el amor de Dios.

    Un signo de que esta realidad vivificadora de la vida cristiana aún pervive, es el acontecimiento diocesano de mañana, la beatificación del señalado propulsor de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, el padre jesuita, siervo de Dios Bernardo de Hoyos, testigo de un amor único que es infinito y tierno a la vez.

    Precisamente en la contemplación del Corazón de Jesús, manso y humilde, que “no vino a ser servido sino a servir” (cf. Mt 20,28), el obispo ve el modelo y encuentra el impulso para ejercer su ministerio con sencillez y esperanza, apoyado plenamente en su palabra que nos llama y consagra, para llevar su mensaje de paz y de perdón a todas las gentes. En ese Corazón divino todo pastor encuentra el encargo de cuidar de los fieles con ternura y misericordia, a fin de conducirlos por la vía de la salvación, cuidando siempre la unidad.

    Como Vuestra Excelencia ha dado a entender claramente en sus exposiciones, a este servicio a la unidad contribuye, no poco, una escucha atenta y desinteresada de la Palabra de Dios, palabra reveladora, creadora y salvadora. Para hacerse viva y operante, esa Palabra, como usted bien ha subrayado, pide las actitudes que vemos en el Corazón Inmaculado de María: “fiat, magnificat, conservabat, stabat”.

    Al mismo tiempo, en el Corazón divino de Jesús encontramos también el esfuerzo por anunciar y difundir el Evangelio. Al respecto me complace señalar la feliz intervención de Vuestra Excelencia en el reciente Sínodo sobre la Palabra de Dios. Ante los padres sinodales, usted afirmaba que la exposición del Evangelio debe atender hoy a las “necesidades y esperanzas” de los fieles, tratando de “interpretar la historia —la de todos y cada uno— a la luz de la muerte y resurrección de Jesús, como Él hizo a los discípulos de Emaús”. El “trasiego entre vida y celebración” solo puede salvarse mediante la experiencia del amor de Dios.

    Una de las más urgentes tareas de todo obispo, propiciada también como fruto de este Año sacerdotal, es la atención por las vocaciones al ministerio sagrado. Para suscitarlas es de trascendental importancia la conciencia de la identificación de los sacerdotes con Cristo. Sin sacerdotes que no sean más que sacerdotes, no puede vivirse ni fomentarse la vida de Fe en la comunidad cristiana. Esta Archidiócesis cuenta con altos ejemplos de santidad sacerdotal, presbíteros muy enamorados de Jesús y de María, llenos de celo apostólico, como el caso del que será beatificado mañana, o del trinitario san Simón de Rojas —sobre cuya casa natal se edifica esta hermosa Iglesia Catedral—, entre otras altas figuras.

    La tarea pastoral ha de despertar la llamada del amor divino, que subyace en lo más íntimo de cada persona, hecha a imagen y semejanza de Dios, fomentando la aspiración al encuentro con Dios y a la santidad. Desde ese encuentro, el corazón de los creyentes se abrirá a las necesidades de los demás y, sin inspirarse en “esquemas que pretenden mejorar el mundo siguiendo una ideología, sino dejándose guiar por la fe que actúa por el amor” (Encíclica Deus caritas est, 33) , sabrán infundir en las realidades terrenas el espíritu del Evangelio, dando testimonio de la fe en el mundo.

    En esta hora, los fieles laicos, en comunión con los pastores, tienen la insustituible misión de configurar rectamente la vida social, e iluminar las realidades terrenas con la luz del Evangelio en la búsqueda de la paz, la justicia y la solidaridad.

    Querido hermano, termino mis palabras expresando las seguridades de mi oración, implorando a los Sagrados Corazones de Jesús y de María escogidas gracias a fin de que usted tenga una fecunda y muy provechosa misión para mayor gloria de Dios y bien de esta querida Archidiócesis de Valladolid.

    Que el Señor les bendiga a todos».

    Finalizadas sus palabras, el Sr. Nuncio manda que se presenten las Letras Apostólicas del nombramiento del nuevo Arzobispo de Valladolid al Colegio de Consultores, y que se den lectura, lo que hace el Ilmo. Sr. Canciller-Secretario, D. Francisco Javier Mínguez Núñez, ante toda la Asamblea reunida:

    «Benedicto, Obispo, Siervo de los Siervos de Dios, al Venerable hermano Ricardo Blázquez Pérez, hasta ahora Obispo de Bilbao, en la actualidad Obispo electo de la Iglesia Metropolitana de Valladolid, nuestro saludo y Bendición Apostólica.

    Es potestad del Romano Pontífice, Sucesor de san Pedro y Padre universal, procurar con solicitud que la predicación del Evangelio se proclame con gran celo en todo el mundo.

    Puesto que la Archidiócesis de Valladolid se halla vacante de su Pastor, desde que la dejó el Venerable hermano Braulio Rodríguez Plaza para recibir en calidad de Arzobispo la Sede de Toledo, Nos recurrimos a ti, Venerable hermano, cuya diligente actividad hemos conocido ya en la Diócesis de Bilbao, y Nos parece que eres plenamente apto para desempeñar este cargo.

    Así pues, después de consultar a la Congregación para los Obispos, liberado del vínculo de la sede bilbaína, en virtud de Nuestra suprema Potestad Apostólica, te nombramos Arzobispo Metropolitano de Valladolid con los derechos y facultades inherentes, y las consiguientes obligaciones prescritas por el derecho.

    Te mandamos asimismo que informes de estas letras a tu clero y pueblo, a los que exhortamos a que te acojan con agrado y permanezcan unidos contigo.

    Tenemos la seguridad de que tú, Venerable hermano, consciente de la importancia del cargo que se te confía, con la intercesión constante de la Santísima Virgen María, te has de consagrar enteramente a la edificación y progreso espirituales de tu Archidiócesis.

    Nos te acompañamos con nuestras oraciones en la tarea de sobrellevar el importantísimo cargo de Arzobispo Metropolitano, a fin de que este tu nuevo trabajo por Cristo y por la Iglesia llegue a término lo más felizmente posible.

    Dado en Roma, junto a San Pedro, el día trece de marzo del año del Señor dos mil diez, quinto de nuestro Pontificado.

    Benedicto XVI, Papa - Francisco Felice, Protonotario Apostólico»

    Finalizada la lectura de la Bula de nombramiento, toda la Asamblea aclamó cantando: «Demos gracias a Dios».

    Sentado en la Cátedra, el nuevo Arzobispo de Valladolid, con mitra y báculo, recibió la adhesión y obediencia del Colegio de Consultores, el Cabildo Catedralicio, y de una representación del clero, religiosos, seminaristas y seglares que le acogen como Padre y Pastor. Terminado el homenaje, el Sr. Arzobispo entonó el “Gloria”.

    Proclamadas la lecturas bíblicas (Hch 6,1-7; Sal 32,1-2.4-5.18-19; 1P 5,1-4; y Jn 6,16-21) en la Liturgia de la Palabra, el nuevo Sr. Arzobispo pronunció la Homilía , dirigiéndose por primera vez a sus nuevos diocesanos, que rompieron en aplausos al concluir la misma.

    Al finalizar la Liturgia Eucarística, en la que se utilizaron el Prefacio Pascual III y la Plegaria Eucarística III, una gran multitud de fieles se acercó a recibir la Comunión, distribuida por un nutrido número de sacerdotes y diáconos, mientras se cantó En la fracción del pan.

    Tras la solemne bendición y despedida, mientras suena el órgano, el Sr. Arzobispo recorre la nave central de la Catedral Metropolitana bendiciendo a los fieles que entusiastas le aplauden y le saludan afectuosamente. De regreso al Presbiterio y vueltos todos hacia la imagen de la Santísima Virgen del retablo mayor, se canta la antífona mariana de Pascual Regina Caeli. Mientras vuelve a sonar el órgano, se forma la procesión para acceder por el camino más corto hacia las dependencias del Museo Diocesano y Catedralicio, mientras el Sr. Arzobispo vuelve a recibir la felicitación y aplausos de todos los fieles.

    Y yo, como Canciller-Secretario de la Archidiócesis de Valladolid, doy fe de lo acontecido en la toma de Posesión del Sr. Arzobispo preconizado, Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. D. Ricardo Blázquez Pérez, levantando la presente Acta que firmo y sello en Valladolid, fecha ut supra, con el visto bueno del hasta ahora Sr. Administrador Diocesano y del nuevo Sr. Arzobispo de Valladolid.

    Francisco Javier Mínguez Núñez, Canciller-Secretario