Conferencia Episcopal Española
Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida

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Mensaje

Jornada de la Familia 2011

Familia cristiana, arraigada en Cristo

30 de diciembre de 2011


Temas: familia (Cristo y nueva evangelización).

Web oficial: http://www.conferenciaepiscopal.es/images/stories/Jornadas/2011/sagradafamiliaMensajeObispos.pdf

Publicado: BOA 2011, 583; Ecclesia LXXI/3.602, diciembre (2011), 1934-1935.


  • (Introducción)
  • La familia, arraigada en Cristo
  • La familia, sujeto de la nueva evangelización
  • Notas

    |<  <  >  >|Notas

    Permanece en nuestra mente y corazón la reciente visita de Su Santidad Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011, “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”.

    En la inolvidable vigilia de oración en Cuatro Vientos nos dejó este claro mensaje a modo de clarificación de la vocación al amor que todo hombre está llamado a vivir: «A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2,24), se realizan en una profunda vida de comunión (...). Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado para la grandeza y dignidad del amor matrimonial»1.

    Es preciso que los hombres de nuestro tiempo sean capaces de reconocer esta belleza para que puedan vivir la grandeza de su vocación. Por ello, en el marco de la próxima Jornada que celebraremos el viernes 30-12-2011 con el lema “Familia cristiana, arraigada en Cristo”, los obispos queremos invitar a todas las comunidades cristianas, movimientos y asociaciones a ser testigos y portavoces del mensaje y la misión que el Santo Padre nos ha dejado: la familia, el hogar, fundado en el don que Cristo Esposo hace a la comunión esponsal indisoluble y abierta a la vida, forma parte de la esperanza de los hombres. De esta manera, el futuro de la humanidad y de la Iglesia se fragua en la familia2.

    La familia, arraigada en Cristo

    |<  <  >  >|Notas

    La familia es la comunidad de personas nacida de la unión conyugal del hombre y la mujer, llamada a existir y a vivir en comunión de amor3. Los esposos cristianos han de ser conscientes de que su amor nace de otro amor primero (Ap 2,4) que lo genera, lo nutre y lo fortalece. Su unión se arraiga en la verdad de Jesucristo crucificado que se entrega por amor a su Iglesia (Ef 5,25) y «el Espíritu Santo, que infunde el Señor, renueva el corazón y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como Cristo nos amó»4.

    Sobre esta raíz que nos descubre la fe se edifica la familia fuertemente arraigada en Cristo, la roca de la salvación, como aquel hombre que edificó su casa sobre una roca firme de modo que resistía los embates de la lluvia y las crecidas de los ríos (cf. Mt 7,24-25). La familia es el lugar donde Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nació, vivió, creció y murió: «El niño iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2,40). La familia es el reflejo en la tierra del misterio de Comunión eterna que Él vive en el seno de la Santísima Trinidad5. La familia, a imagen de la Trinidad, es origen de la vida y casa de la comunión donde se descubre, acoge, custodia, revela y comunica el amor6.

    La familia tiene también la misión específica del servicio a la vida7. Los esposos, en su amor conyugal, se hacen aptos para recibir el don de la vida. En esta comunión de amor el hombre puede ser recibido y apreciado por sí mismo, y se descubre que toda vida humana es un bien y se la protege de tantas amenazas. Por eso mismo, los padres son también los primeros responsables de la educación de sus hijos para introducirlos progresivamente dentro de la familia humana.

    Igualmente, mediante la regeneración por el bautismo, el hijo es introducido en la familia de Dios8, que es la Iglesia, y recibe un corazón nuevo para vivir el amor y el perdón. Así, la familia colabora con Cristo y la Iglesia en la transmisión de la fe y la iniciación cristiana, y es signo y recuerdo permanente para la Iglesia de que es esencialmente familia de hijos de Dios, llamada a establecer auténticas relaciones familiares9.

    También la familia recibe la fuerza del Espíritu para poder vivir su vocación de comunión en medio de las dificultades y problemas del momento como una misión recibida de Dios. Tiene, por ello, la especial capacidad de sanar con su cariño, acogida, amor y perdón los corazones a menudo con tantas heridas afectivas, morales, sociales y psicológicas. Igualmente tiene el cometido de aportar su ayuda en esta crisis económica, ante la falta de trabajo, ante las enfermedades… protegiendo, sosteniendo y animando a cuantos lo precisen.

    La familia, sujeto de la nueva evangelización

    |<  <Notas

    En el contexto de la nueva evangelización a la que nos convoca Benedicto XVI, conscientes de vivir en una sociedad con claros signos de esperanza, como se ha puesto de manifiesto en la Jornada Mundial de la Juventud, pero al mismo tiempo convulsa, con temores y momentos de desesperanza, la familia tiene un papel muy especial. La primera manifestación de la misión de la familia cristiana como Iglesia doméstica es la transmisión de la fe10. La familia nos descubre que formamos parte de una historia de amor que nos precede, no solo por parte de los padres y abuelos, sino también, de un modo más fundamental, por parte de Dios, según se ha manifestado en la historia de la salvación11.

    Somos eslabones de una cadena. Hemos recibido la fe y nos corresponde transmitirla con las palabras y hacerla creíble con el testimonio de nuestra vida. Por ello, además de ser objeto de una urgente evangelización, como evidencia la situación de crisis planteada, a la familia le corresponde responsabilizarse de la enorme y trascendente misión de participar como sujeto activo en la nueva evangelización. El mundo actual, desarraigado de la casa de la fe, deja a muchas personas confundidas por mensajes falsos y manipuladores, y heridas por experiencias negativas y engaños. Está, por ello, muy necesitado de esta evangelización para construir una vida, y requiere entonces de modo especial el testimonio de la familia cristiana y la vida de la Iglesia. Esta vida lleva la impronta de aquello que distingue y diferencia a la familia: origen de la vida, imagen de la Trinidad y casa de comunión. La verdad de un amor misericordioso regenera a la persona y la capacita para vivir el amor verdadero.

    Al igual que en otros tiempos difíciles la evangelización fue llevada a cabo por las comunidades cristianas y el monacato, hoy corresponde a las familias cristianas, fieles a la Iglesia, ser sujetos activos de la nueva evangelización. En estos momentos las familias, con su capacidad de organización y asociación, deben ser impulsoras de una política familiar justa que responda a sus derechos, necesidades e ilusiones, y que responda así a los deseos de la inmensa mayoría de nuestra sociedad en sus problemas de vivienda, educación, conciliación laboral, etc. Se trata de una tarea urgente e inaplazable.

    Europa necesita de la familia y no es posible la regeneración de Europa si no pasa por la realidad de la familia tal y como Dios la pensó. Como recordó Benedicto XVI en una de sus audiencias de este año: «En la Europa actual, las naciones de sólida tradición cristiana tienen una responsabilidad especial a la hora de defender y promover el valor de la familia basada en el matrimonio, la cual sigue siendo decisiva tanto en el ámbito educativo como en el social»12.

    En estas Navidades, pedimos a la Sagrada Familia que nos haga profundizar en nuestra conciencia, recordando en nuestras oraciones y ayudando de manera especial, en la medida de nuestras posibilidades, a cuantos sufren las consecuencias de la crisis. Igualmente pedimos por crecer en la responsabilidad de nuestra misión como familia cristiana con la vista puesta en el próximo Encuentro Mundial de Familias de Milán 2012 con el Santo Padre Benedicto XVI. Para ello proponemos la inestimable ayuda que supone trabajar en nuestros respectivos ámbitos las catequesis elaboradas a tal fin con el sugerente y oportuno título de “La Familia: el trabajo y la fiesta”, encomendándonos a María Santísima, Reina de las Familias.

    Mons. J. Antonio Reig Plá, obispo de Alcalá de Henares - Presidente,
    Mons. Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Valencia,
    Mons. Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos,
    Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, obispo de Bilbao,
    Mons. Gerardo Melgar Viciosa, obispo de Osma–Soria,
    Mons. José Mazuelos Pérez, obispo de Jerez de la Frontera, y
    Mons. Carlos Manuel Escribano Subías, obispo de Teruel y Albarracín.


    Notas:

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    [1]  Benedicto XVI, Vigilia de oración en Cuatro Vientos, Madrid, 20-8-2011.
    [2]  Cf. Juan Pablo II, Familiaris consortio, 86.
    [3]  Conferencia Episcopal Española, Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España, 37 .
    [4]  Cf. Familiaris consortio, 13.
    [5]  Nota de los Obispos de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida con motivo de la Jornada de la Familia (28-12-2008) .
    [6]  Cf. Familiaris consortio, 17.
    [7]  Familiaris consortio, 28.
    [8]  Cf. Familiaris consortio, 15.
    [9]  Cf. LXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, Instrucción pastoral La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (27-04-2001), 96.
    [10]  Cf. Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España, 66.
    [11]  Cf. Nota con motivo de la Jornada de la Familia 2008.
    [12]  Benedicto XVI, Audiencia General (8-6-2011) .