Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Alocución

33º Encuentro de Arciprestes 2014 - Villagarcía de Campos

Vocación, ministerio y espiritualidad
del catequista y del sacerdote al servicio
de una catequesis evangelizadora

9 de marzo de 2014


Temas: catequesis.

Publicado: BOA 2014, 76.


En el 32º Encuentro de Obispos, Vicarios y Arciprestes de la Iglesia en Castilla, celebrado el año pasado , tratamos sobre el Catecismo de la Iglesia Católica . Fue una oportunidad para una recepción más profunda del Catecismo, en una situación más serena que la que vivíamos cuando fue publicado (11-10-1992) ; el paso del tiempo, las experiencias y las reflexiones nos han ayudado a percatarnos de su alta significación en el itinerario posconciliar. El estudio realizado en el Encuentro nos abrió a las posibilidades que nos ofrece el Catecismo en el ancho campo de la misión de la Iglesia.

A lo largo del Encuentro del año pasado fue apareciendo poco a poco, y con claridad al final, la conveniencia de convertir en tema de otro Encuentro la estrecha relación entre presbítero y catequistas; más tarde, por los cauces habituales, se decidió que el actual Encuentro se centrara en este tema. El que la serie de Encuentros alcance ya el número 33º manifiesta una larga tradición de nuestras diócesis, unidas en la llamada “Iglesia en Castilla”; damos las gracias a quienes estuvieron en el origen y en la continuidad.

En este momento, y particularmente en la celebración eucarística , recordamos con gratitud ante Dios a D. Benito Peláez (Zamora) y a D. Daniel Alarcia (Burgos), que últimamente han sido llamados por Dios.

Varias palabras expresan una red vital en la misión de la Iglesia: catequesis, catecismo, catequista, catecúmeno, catequizando. El presente Encuentro se detiene en el catequista, decisivo e insustituible en la acción catequizadora de la Iglesia; el título largo del Encuentro contiene todas las perspectivas bajo cuya luz se sitúa: “Vocación, ministerio y espiritualidad del catequista y del sacerdote al servicio de una catequesis evangelizadora”. Hay que recordar que el sacerdote debe ser el catequista de los catequistas.

¿Quién y qué es un catequista? ¿Qué conexión debe existir entre el presbítero y los catequistas para que esa tarea primordial en la Iglesia sea fecunda? ¿Cómo aparece, cómo debe aparecer, la “conversión pastoral” y misionera, o, dicho de otra manera, el impulso evangelizador, que es clave en nuestras latitudes para la transmisión de la fe cristiana?

Aunque sea simplificar mucho, podemos afirmar que el presbítero tiene tres quehaceres básicos en el servicio a su parroquia: la Eucaristía del domingo, la catequesis y la animación de la caridad. Probablemente tenemos ante nosotros la necesidad pastoral de simplificar y concentrar las innumerables solicitudes de nuestro ministerio en los focos fundamentales; por supuesto, la simplificación de la que hablamos no significa empobrecimiento, sino superar la dispersión. En esta concentración de tareas somos ayudados, no solo por los documentos del Concilio Vaticano II, sino también por los decretos de reforma del Concilio de Trento.

En la catequesis deben unirse la actitud creyente, es decir, la llamada teológicamente “fides qua”, y la “fides quae”, a saber, el contenido de lo que creemos. El papa —ya emérito— Benedicto XVI nos recordaba en Porta fidei, 10 que debíamos recuperar la «unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos a los que prestamos nuestro asentimiento». La primera dimensión conecta fácilmente con la oración, a través de la cual se transmite vitalmente la fe; y la segunda nos exige que la fe sea transmitida sin mutilaciones, falsificaciones ni contaminaciones, sino íntegra, idéntica y limpiamente. La fe cristiana debe estar animada por la caridad, y además es, por su misma naturaleza, misionera; la fe se amortigua ocultándola y, al contrario, se fortalece dándola, transmitiéndola, ofreciéndola a los demás. Todos los días experimentamos hasta dónde llega la ignorancia sobre la fe en amplios sectores de la Iglesia; en una sociedad abierta y plural como la nuestra, todo cristiano necesita, para no ser confundido por tantos mensajes diferentes y hasta contrapuestos, conocer qué cree, por qué cree y cómo dar razón de su fe y esperanza (cf. 1P 3,15-16). El seguimiento de Jesús no se reduce a sentimientos movedizos ni a actitudes morales genéricas.

Como sabéis, el presente Encuentro ha sufrido algunos cambios, debido a la reciente visita ad limina de los obispos y a la inminente Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal ; hemos preferido mantener el Encuentro en los primeros días de la primera semana de Cuaresma, aunque los obispos debamos marcharnos a la Asamblea, que empieza a media mañana del martes.

Agradecemos la ayuda de Mons. Javier Salinas, obispo de Mallorca y presidente de la Subcomisión Episcopal de Catequesis, y del profesor Juan Carlos Carvajal. Como arzobispo de Valladolid, os saludo cordialmente y os doy la bienvenida con satisfacción. Este Encuentro se inscribe en una larga historia de servicio catequético de nuestras diócesis; me permito recordar que en 1913 se celebró en Valladolid el primer Congreso Catequístico Nacional .

¡Que la Virgen María, que escuchó, meditó, anunció y mantuvo con fidelidad la Palabra de Dios, nos sostenga con su intercesión maternal!