Arzobispo
Ricardo Blázquez Pérez

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Entrevista

Boletín de Información General Local
El Santillo

27 de noviembre de 2013


Temas: Navidad, vocación, aborto y España.

Publicado: Boletín de Inf. Gen. El Santillo 24, enero-marzo (2014), 6-7; BOA 2013, 677.


(Entrevista concedida a Guillermo Garabito para el Boletín de Información General Local El Santillo de La Mudarra (Valladolid))

Don Ricardo: Ante todo quiero agradecer la oportunidad que me han ofrecido los coordinadores de la revista El Santillo. A todos les deseo felices fiestas de Navidad; que en la familia y en el corazón de cada uno, el Señor amanezca como nuestra luz.

P. ¿Cómo recuerda usted la Navidad de su infancia?

R. La recuerdo en mi pueblo, lógicamente; de ordinario, con mucho frío. No puedo imaginarme un nacimiento sin nieve. Recuerdo que era una fiesta para toda la familia, niños, jóvenes, adultos… destacando una gran sobriedad. Entonces no había medios para gran cosa; si se compraba un poco de turrón era para probarlo, nada más. Se hacía un pequeño exceso, dentro de las posibilidades de cada cual, para tener una comida extraordinaria como signo de la fiesta. Pero, ante todo, era una gran alegría en medio del pueblo; a mí me sorprende cómo en medio de la sobriedad, y a veces de la pobreza de entonces, florecía la alegría. Y ahora, en ocasiones, en medio de la abundancia, andamos muy cabizbajos.

P. ¿Qué diferencias encuentra entre la Navidad de entonces y la de ahora?

R. Ahora tenemos muchos medios para poder mostrar la belleza de las Navidades, concretamente en nuestra tierra, en Valladolid. Ciertamente, la Navidad marca la vida de las personas. En muchos lugares se coloca el nacimiento, que es un recuerdo muy bello; los villancicos también nos envuelven. Creo que, en nuestra tierra, la Navidad sigue siendo una fiesta celebrada muy popularmente. Con medios más amplios que en mi infancia, pero continúa siendo una fiesta donde el folclore y la alegría nos remiten al centro, que es el Portal de Belén, donde el Niño, con la Virgen y san José, ocupan el centro del misterio.

P. La Diócesis anda ciertamente escasa en número de sacerdotes, debido principalmente al descenso de las vocaciones. ¿Cuál podría ser el aliciente que abonase nuevas vocaciones?

R. Es verdad que la Diócesis necesita vocaciones para el ministerio sacerdotal, y también para la vida consagrada. En los últimos años, ha habido un particular despertar, principalmente en el Seminario Menor; esto puede deberse a la buena labor pastoral que se hace, y también, y esto lo agradezco mucho, a que las familias no se oponen a que su hijo vaya al Seminario. Si, llegado el momento, uno cree que su vocación no es ser sacerdote, simplemente se retira; eso sí, dejando buenos amigos. En nuestra Diócesis, por suerte, nunca ha dejado de fluir un hilito de ordenaciones.

P. Ahora que estamos al borde de la Navidad, donde se celebra el nacimiento más importante de todos los tiempos, y ante el clima que vivimos, en el que el aborto es amparado legalmente, ¿cuál debe ser el papel de la Iglesia y el argumento que se debe dar de cara a la formación de los jóvenes?

R. En relación con este tema, yo remitiría a unas líneas que acabo de leer en la Exhortación Apostólica del papa Francisco , en las que, de una manera nítida, como siempre ha dicho la Iglesia, se explica que no se puede eliminar una vida humana; nadie tiene derecho a decidir qué vida proteger y cuál no. El Papa apunta, y muy bien, que es necesario acercarse al sufrimiento de la mujer gestante; no se trata solo de decir: “el aborto está prohibido”, sino también: “¿en qué podemos ayudarte para que tu embarazo llegue a término?”.

P. Hablaba usted de la Exhortación Apostólica publicada por el papa Francisco hace escasos días. ¿Ha tenido tiempo de leerla?

R. He leído casi todo; espero poder acabarla esta tarde. Me ha parecido muy bien; yo, personalmente, me alegro mucho de su publicación.

P. Es verdad que lo que más revuelo ha suscitado, a las pocas horas de ver la luz, ha sido el segundo capítulo, en el que se toca el tema de la economía. ¿A qué se puede deber?

R. En el Evangelio aprendemos a estar con los pobres y a hacer la elección de ser pobres nosotros. El Hijo de Dios nació pobre por nosotros, por lo que estamos llamados a acercarnos a las personas pobres, solas, enfermas, abandonadas... ¡Hay tantas formas de pobreza! Que el Papa lo esté recordando se debe también a que viene de América Latina, donde los estándares de vida, en general, son bastante más bajos que aquí en Europa; hay barriadas enteras de suburbios, donde la vida es tan penosa... A mí me parece muy bien que lo esté recordando de forma tan insistente. La nueva evangelización tiene que ser la evangelización de los pobres.

P. ¿Y para un laico, por ejemplo de la Diócesis de Valladolid, dónde comienza ese papel evangelizador del que tanto habla el papa Francisco?

R. En la vida diaria, como para todos nosotros.

P. Ya para ir terminando. Tengo entendido que en febrero realizará una visita oficial en la Santa Sede a Su Santidad el papa Francisco . ¿Va con la idea de solicitar alguna cosa para la Diócesis, o simplemente para recibir instrucciones?

R. En verano recibimos la notificación de que los obispos españoles realizaríamos una visita ad limina, que literalmente significa visitar los sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo. Esta visita comprende una información que estamos preparando en la Diócesis y que enviamos a los organismos de la Santa Sede para mostrar cuál es nuestra situación. Después, se realizarán diversas celebraciones en las basílicas mayores: San Pedro, San Pablo, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor, etc.; visitaremos algunos dicasterios de la Curia romana, y el punto culminante de la visita será el encuentro con el papa Francisco. Por último, el Papa pronunciará un discurso dirigido a la Conferencia Episcopal Española entera.

P. España es un país cuya historia no puede entenderse sin la presencia del cristianismo, al igual que su evolución hasta nuestros días. Sin embargo, últimamente escuchamos demasiado que una mayoría de la sociedad ya no es cristiana. ¿Es cierto eso?

R. España, como en general la historia de Europa, no se entiende sin el cristianismo. Los historiadores suelen decir que hay cuatro elementos clave en el desarrollo de Europa: el primero fue Grecia, el segundo Roma, el tercero Jerusalén, con el cristianismo y todo lo que significó, y por último se encontraría la Ilustración. Ciertamente, nuestra historia no se entendería sin el cristianismo. Si uno va a cualquier pueblo, el monumento más importante es la iglesia, y si los pueblos pequeños se resisten tanto a no poder celebrar la Eucaristía el domingo es precisamente porque forma parte de su identidad. Yo creo que España no ha dejado de ser cristiana. Hay que distinguir entre Estado y ciudadanos; el Estado es ciertamente aconfesional, y los ciudadanos pueden ser lo que quieran. Hace escasos días ha aparecido el resultado de una encuesta cuyas cifras hablan de un 70 % de ciudadanos que se declaran católicos.

P. Pero, dentro de ese 70 %, ¿cuántos son realmente practicantes? Porque es muy fácil declararse católico, pero a fin de cuentas lo que la Iglesia nos pide es ser practicantes.

R. Sobre el total de los habitantes de España, se habla de que unos diez millones participan de forma ordinaria en la misa del domingo; es una parte importante del total.

P. Mi abuelo tenía una premisa de cara a este tiempo que nos llega; decía que «Navidad es el día en que Dios pone un belén en nuestra alma». ¿Qué podemos hacer nosotros entre todo este ruido, a veces ensordecedor, para dejar abierto nuestro corazón a Dios?

R. Es una expresión preciosa. Yo pediría a todos que acogiésemos al Hijo de Dios en nuestra vida, en nuestro corazón; que nos acerquemos al pesebre de Belén para adorarlo y para recibir también el gozo de su nacimiento; Jesús viene para traer alegría y paz. Lejos de Dios no estamos bien. Debemos crear espacios de reflexión en nuestra vida; como dices, a veces estamos saturados de ruidos, y cuando hay tantos ruidos no se escucha ninguna voz. De vez en cuando necesitamos serenarnos; yo recomiendo muchas veces que, cada día, tomemos el Evangelio, leamos un fragmento y pensemos sobre ello, recemos con ello. Tenemos que acoger a Dios en nuestra vida; no podemos vivir como paganos los que somos cristianos. Es comprensible que alguien que no cree en Dios no rece, pero ¿cómo nosotros, los que creemos en Dios, no vamos a rezar? En ocasiones se apodera de nosotros el descuido, la pereza, y vivimos en la superficie, en un lugar donde la fe se adormece; necesitamos soplar sobre ella, para que la ceniza que la recubre nos deje percibir de nuevo el calor y la llama de la fe.

P. Por último, ¿cómo celebrará esta Navidad?

R. Yo celebro la Navidad con los sacerdotes, la mayoría ancianos, de la Residencia Sacerdotal. Una vez terminen las fiestas, también iré a celebrar algún día con mi familia.

Por último, Sr. Arzobispo, permítame que, besando su anillo pastoral, me despida, no sin antes agradecerle nuevamente que haya brindado su tiempo a esta revista y a todos los habitantes de La Mudarra, tan interesados en leerle. ¡Muchas gracias y que tenga una feliz Navidad!