Antonio García Quintana (1894-1937) fue alcalde de Valladolid (1932-1934 y 1936) y militante socialista, que entregó su vida por el ideal de la política entendida como servicio al bien común, valorando a las personas por encima de sus ideologías, lo que le creó enemigos en el PSOE. Como alcalde, mantuvo su trabajo como contable e iba dejando todo su dinero a los necesitados; su gran objetivo fue la educación. Mantuvo su espíritu cristiano en vida y hasta su muerte al ser fusilado, perdonando a sus verdugos y pidiendo por carta a su hija que rezara por ellos.