La Visita ad limina data del siglo IV, aunque la institucionalizó y estructuró el Papa Sixto V en 1585. Según se indica en los cánones 399 y 400 del actual Código de Derecho Canónico, los Obispos residenciales deben realizar esta visita cada cinco años, aproximadamente, y en ella tienen lugar tres momentos principales: la peregrinación a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo, celebrando sendas Eucaristías en las basílicas de San Pedro en la Colina del Vaticano y San Pablo Extramuros; la entrevista personal de cada obispo con el Papa, seguida de un discurso del Pontífice a los distintos grupos de obispos; y la visita a los distintos Dicasterios (departamentos de la Curia romana). Previamente a la visita, cada diócesis envía un informe sobre su situación. Además de estas actividades, el significado profundo de la Visita es hacer visible la unidad y la comunión de los sucesores de los Apóstoles con el sucesor de San Pedro y de las Iglesias locales con la Iglesia primada de Roma.
Los obispos españoles realizan conjuntamente la Visita ad Limina, en dos turnos: del 17 al 31 de enero, los obispos de las Provincias Eclesiásticas de Burgos, Madrid, Mérida-Badajoz, Oviedo, Pamplona, Toledo, Valladolid y Zaragoza y Arzobispado Castrense; y del 21 de febrero al 5 de marzo, los obispos de las Provincias Eclesiásticas de Barcelona, Granada, Santiago de Compostela, Sevilla, Tarragona y Valencia. La anterior visita de los obispos españoles tuvo lugar en el otoño de 1997 y en el invierno de 1998; el entonces arzobispo y hoy arzobispo emérito, D. José Delicado Baeza, la realizó en noviembre de 1997.
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