Publicado: BOA 2003, 17.
Las primeras palabras de Jesús en el evangelio de san Marcos son: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15). La expresión “Reino de Dios” está muy cercana a la palabra “Evangelio”, que es precisamente lo que anuncia Jesús, de modo que con su anuncio y su predicación es el Reino de Dios lo que ha llegado hasta nosotros.
¿Qué significa Reino de Dios en labios de Jesús? Sencillamente que Dios reina. Y, ¿cómo reina Dios? Antes de contestar esa pregunta conviene saber qué es realmente lo que impera sobre nosotros. En primer lugar dominan sobre nosotros los hombres. También las cosas señorean sobre mí. Las cosas que ambiciono, las cosas que me estorban, las cosas que encuentro en mi camino.
Pero sigamos preguntando. ¿Qué ocurriría si Dios reinase verdaderamente en mí? Mi corazón, mi voluntad lo experimentarían como Aquel que da a todo evento humano significado pleno. Yo percibiría entonces con temor sagrado que mi persona humana nada es sin el modo como Dios me llamó a la existencia y sin el modo como debo responder a su llamada. De aquí me vendría el don supremo: la santa comunidad de amor entre Dios y mi sola persona.
Pero el nuestro es un reino del hombre, reino de las cosas, reino de los intereses terrenos que ocultan a Dios y sólo al margen le hacen sitio. ¿Cómo es posible que el árbol a cuyo encuentro voy me sea más real que Él? ¿Cómo es posible que Dios sea para mí sólo una mera palabra y no me invada, omnipotente, el corazón y la conciencia?
Por eso Jesús habla de arrepentimiento, de conversión de los hombres y las cosas al Reino de Dios; habla también de creer. Jesús proclama que después del reino de los hombres y de las cosas ha de venir el Reino de Dios. Es decir, el Poder de Dios irrumpe y quiere asumir el dominio de mi corazón; quiere perdonar, santificar, iluminar, no por la violencia física, sino por la fe.
Los hombres y mujeres deberíamos apartar nuestra primera atención de las cosas y dirigirla hacia Dios, así como tener confianza en lo que Jesús les dice con su palabra y actitud: entonces llegaría el Reino de Dios. Sin esta llegada del Reino al corazón de cada hombre y mujer, a nuestros ojos nada cambió en la Iglesia, nada cambia ni nada cambiará en la comunidad cristiana y en el mundo que nos rodea. Es tarea previa a toda otra organización. He ahí el secreto del Cristianismo.
† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid