Publicado: BOA 2003, 0.
La HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), reunida en Asamblea General en Madrid los días 14 al 17 de agosto, quiere comunicar a todas las personas de buena voluntad y a toda la sociedad las principales líneas de reflexión que han realizado los cerca de un millar de sus militantes procedentes de 44 diócesis de la Iglesia española, sobre los cambios que están ocurriendo en el mundo obrero y qué respuesta tiene que dar la HOAC. ▶
En los inicios del tercer milenio nos encontramos un mundo complejo lleno de luces y de sombras. Nunca como hoy el ser humano contó con tantos medios para responder a las necesidades de justicia, libertad y fraternidad. Los avances científicos y técnicos ponen a su disposición cuantiosos medios para responder a los problemas de supervivencia y desarrollo de los pueblos.
Un enorme número de personas y organizaciones trabaja en proyectos de justicia, de solidaridad y de conciencia. Los movimientos que buscan una globalización alternativa se movilizan, y las organizaciones sindicales y políticas, Movimientos Sociales y ONGs aportan propuestas para buscar un mundo distinto basado en la paz, la justicia y la libertad.
Nuestra Iglesia se esfuerza por hacer oír su voz, apoyando todo lo bueno que se propone para el bien de las personas y denunciando todas aquellas situaciones en que los derechos y la vida de las personas son conculcados. Todos estos signos de esperanza los acogemos como lo que son, fruto de la acción de Dios en el mundo, que alienta el trabajo callado, solidario y a fondo perdido de muchos hombres y mujeres de buena voluntad. Damos gracias a Dios por ello.
Estos signos de esperanza pugnan por hacerse presentes e implantarse en medio de otros signos de muerte que traen oscuros presagios sobre la humanidad. Así lo vemos en el destrozo del Derecho Internacional, patrimonio de la humanidad y fundamento de unas relaciones internacionales pacíficas. Nuestros sistemas democráticos, la mejor forma de convivencia política que hemos sido capaces de construir, se muestran incapaces de oponerse a esta barbarie y algunos Gobiernos utilizan sus mayorías parlamentarias para cubrir de legalidad lo que solo son arbitrariedades.
Este nuevo absolutismo político sirve de soporte al nuevo sistema económico mundial que destroza la vida de las personas, especialmente del mundo obrero:
Este doble absolutismo, político y económico, se presenta recubierto de otro absolutismo, el cultural, que ofrece como proyecto de vida para la persona de hoy el disfrute permanente sin límite alguno, el capricho como única norma moral, y el individualismo posesivo, todo lo cual impide que la vida del otro tenga cabida en la propia vida. Siendo este el principal reto a la fe y a la Misión de la Iglesia y la mayor dificultad para la comunión universal.
Por ello, denunciamos el nuevo orden nacional e internacional que se está construyendo y llamamos a todas las personas de buena voluntad a que definan y asuman su responsabilidad política, sindical y ciudadana. Llamamos igualmente a las organizaciones políticas, sindicales, sociales y solidarias, a que incrementen su lucha por la justicia y por la verdad. Y en ellas nos comprometemos a:
Nosotros que somos y nos sentimos Iglesia, hacemos un llamamiento a toda Ella para incrementar nuestra fidelidad a Jesucristo en estos momentos históricos, difíciles y prometedores, que nos ha tocado vivir. Para ello, el mismo Jesucristo nos enseñó el camino que nunca falla: Unir nuestra vida a los empobrecidos del mundo, en nuestro caso a los empobrecidos del mundo obrero, y caminar con ellos en un compromiso por la justicia cumpliendo la voluntad de Dios ayudados por su Espíritu.