ICAL Agencia
Los jóvenes de la región dicen que su asistencia a la XX Jornada Mundial de la Juventud les servirá para demostrar que son testigos de Cristo
21 de agosto de 2005
Los peregrinos castellanos y leoneses hacen un balance positivo del encuentro de Colonia a pesar del caos organizativo
Los peregrinos de Castilla y León hicieron hoy un balance positivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud Colonia 2005, un encuentro de Fe que, según aseguraron, les debe servir para demostrar que son testigos de Cristo. Los jóvenes castellanos y leoneses iniciaron su regreso a partir de las 12.45 horas. Así, 50 de los 318 peregrinos que acudieron a Colonia con las diócesis de la región, a los que habría que sumar otros 9.000 que llegaron a través de otros movimientos, tomaron un vuelo dirección Madrid, mientras que mañana lo hará el resto, para llegar a última hora de la tarde. Hay que indicar que nuevamente el caos organizativo en los transportes hizo acto de presencia en la salida del Campo de María.
Así, por ejemplo, los peregrinos de Valladolid, que iniciaron su salida a las 13.40 horas, no pudieron coger los autobuses gratuitos de regreso a la ciudad de Bonn hasta las 19.30 horas. Y no todos, ya que en el área que correspondió a los vallisoletanos para su regreso, solamente había 15 autobuses para el retorno de más 20.000 peregrinos, a lo que se unió un accidente en la autopista que complicó aún más la situación. Esta situación provocará que su salida se demore, por lo menos, hasta la media noche.
Otros hechos para olvidar fueron, por ejemplo, que en determinadas áreas del Campo de María, se estropearon las pantallas a la mitad de la vigilia lo que provocó que numerosos jóvenes tuvieran que agolparse en otras áreas para poder seguir la ceremonia.
Loor de vítores
En el día de hoy, el papa Benedicto XVI finalizó en loor de vítores y aplausos la XX Jornada Mundial de la Juventud Colonia 2005. El nuevo sucesor de Pedro se vio reforzado en esta su primera cita en el exterior del Vaticano, lo que ha demostrado a aquellos que dudaban de su carisma que es capaz de congregar tantos o más jóvenes peregrinos católicos que su predecesor Juan Pablo II.
En el día de ayer sábado, se llevó a cabo una vigilia presidida por el papa Benedicto XVI ▶, que comenzó pasadas las 20.30 horas tras un gran recibimiento de los jóvenes peregrinos en el campo de María. Un Papa, sonriente a doquier, saludó sin cesar en todo el recorrido que realizó en Marienfield hasta que descendió para llegar al altar a los sones del himno de la Jornada Mundial de la Juventud Colonia 2005 ▶ y bajo los aplausos y vítores de los jóvenes, más de 850.000 procedentes de todo el mundo, que se encontraban en un área de 300 hectáreas que había sido adaptada para recibir este diluvio humano.
La vigilia comenzó con la intervención de dos jóvenes, uno alemán y otro italiano, que solicitaron para todos los allí presentes la bendición papal, como así ocurrió. Tras la lectura del Evangelio, el santo Padre tomó la palabra en los cinco idiomas oficiales de la Jornada Mundial de la Juventud tras recordar el sentido de la llegada de los tres reyes magos y su adoración. Hay que señalar que el lema de esta XX Jornada Mundial es “ Hemos venido a adorarle”.
Reflexión
Tras esta reflexión, el santo Padre indicó que Dios no hace competencia al poder terrenal y que a través de él y de los santos, se iniciará el camino para superar los valles oscuros que afectan al cristianismo en este mundo, que no puede olvidar sus raíces cristianas pese al relativismo presente. Benedicto XVI manifestó que el Evangelio es el mejor camino para descubrir la verdad. Asimismo criticó el uso imparcial de la justicia, ya que no libera al hombre, sino que lo esclaviza y «solo la verdad del Creador garantiza la justicia. La verdadera revolución está en mirar a Dios, que es el amor eterno», agregó.
El Papa aseguró a los jóvenes que la Iglesia católica es la gran familia de Dios en un espacio de Comunión y unión, pese a lo mucho que se la critica y que también es cierto que es «un campo de trigo y cizaña». Tras las palabras del sucesor de Pedro, la ceremonia continuó con diversos cánticos y con la adoración al Santísimo, que estuvo presente toda la noche en una carpa para que los jóvenes pudieran adorarlo, hecho que cerró la estancia del santo Padre, hacia las 23.30 horas, momento en que regresó a su residencia para descansar hasta que en el día de hoy, a las 09.45 horas, volvió a hacer su entrada en el campo de María para presidir la Eucaristía que puso el punto y final a esta XX Jornada Mundial de la Juventud Colonia 2005.
Serios estragos
Mientras en el Campo de María, los cerca de un millón de peregrinos pasaron una noche larga y fría, que no facilitó el descanso a los 318 jóvenes castellanos y leoneses que se desplazaron a la ciudad alemana de Colonia con la organización de las nueve diócesis de Castilla y León y los 9.000 de la región que acudieron con diferentes movimientos, carismas y grupos. El descanso fue poco y la humedad y el rocío causaron serios estragos en los peregrinos de Castilla y León que han mantenido en todo momento la alegría de poder convivir en estos días de peregrinación de acuerdo a sus principios en la Fe católica, así como habían venido para saludar y dar un respaldo al nuevo Papa. Algo que ha sorprendido a muchos — sobre todo a sus críticos— que no creían que pudiera atraer a las masas de jóvenes católicos de todo el orbe tras el gran carisma de su predecesor, que estuvo presente tanto en la vigilia del día de ayer, en la que se bendijo una campana en su honor, así como en palabras del nuevo papa Benedicto XVI, acerca de su legado.
Esta mañana, a las 9.45 horas, las diferentes pantallas de televisión instaladas en el Campo de María anunciaron la entrada de su santidad en esta área para presidir una Eucaristía en compañía de más de 800 arzobispos, cardenales y obispos, y las máximas autoridades políticas de Alemania, además de 10.000 sacerdotes y más de un millón de peregrinos de 193 países, en lo que fue una muestra del arraigo de la Fe católica en el orbe. Los cinco continentes han estado presentes en la Eucaristía, en las lecturas, peticiones y ofrendas.
Con todos los jóvenes
Hoy el santo Padre mostró su gran satisfacción de estar con todos los jóvenes y lamentó la imposibilidad de hacer un paseo en el papamóvil por todas las parcelas del Campo de María por motivos de seguridad y organización. En la Eucaristía, el Papa indicó que la adoración debe ser un don, que, mediante la misa, se convierte en obra suya. «Cristo es la gran transformación del Mundo», aseguró. Su Santidad explicó el sentido de la Eucaristía como si de una lección magistral se tratara, recordando su gran trayectoria intelectual así como su pasado de profesor en diferentes universidades alemanas hace ya varias décadas, que le granjearon la fama de ser un gran teólogo y divulgador que perdura hasta la actualidad.
Benedicto XVI manifestó a los jóvenes que deben de acudir a la Eucaristía dominical para aprender a amar y para comprometerse. «En todas las partes del mundo parece que Dios no vive y también que existe un instrumento de frustración. Junto a Dios existe un arraigo religioso, la religión no es un producto. La religión a la medida de cada uno no es cómoda ya que en momentos de crisis te abandona», afirmó.
En su explicación de esta mañana, acerca de lo que representa y de lo que es una Eucaristía, el santo Padre recomendó la lectura del Catecismo y la necesidad de construir comunidades en la Fe, así como de conservar la comunión con el mismo y los obispos. «No debemos pasar de largo ante los que sufren y los ancianos. En este sentido de la Eucaristía es necesario que deis testimonio para transmitir a Cristo».
El resto de la Eucaristía transcurrió entre cánticos y vítores y en medio de una profunda religiosidad por parte de los jóvenes que, si bien tras la homilía hicieron al santo Padre Saludar en varias ocasiones. Al término, el santo Padre dio las gracias a los presentes y a los organizadores y habló en más de las cinco lenguas oficiales para despedirse de los jóvenes católicos del mundo. El rezo del Ángelus y su salida en papamóvil cerraron una jornada mundial que tendrá su continuidad, como dijo Benedicto XVI, en Sídney (Australia) en 2008.
Patricia Diez / Ical