Temas: enfermedad y sufrimiento (acompañamiento espiritual), y pastoral de la salud.
Web oficial: http://85.118.245.124/documentos/Conferencia/comisiones/pastoral/salud/mensaje2006.htm
Publicado: Ecclesia LXVI/3.310, mayo (2006), 712-713.
Acompañar espiritualmente al enfermo
“ El acompañamiento espiritual al enfermo” es el tema para la Campaña de este año con el que la Iglesia española, fiel a la labor que viene haciendo desde siempre, nos invita a caminar con cada persona y especialmente cuando esta pasa por el sufrimiento y siente la fragilidad.
Con motivo de la Pascua del Enfermo, los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral, queremos acercarnos a todos los que sufren a causa de la enfermedad, a sus familias y a quienes realizan su trabajo en los lugares en los que el hombre, frágil por la enfermedad, busca ser curado, cuidado y consolado.
La salud, uno de los bienes fundamentales y una de las mayores aspiraciones del ser humano, ha de ser vivida como una aspiración hacia la felicidad. Esto requiere contemplar el pasado con serenidad, vivir con intensidad el presente y dirigir la mirada esperanzada hacia un futuro que se anticipa como la concreción de los ideales más nobles que dan sentido a la vida y la proyectan hacia la plenitud. Por ello el hombre tiende hacia la armonía consigo mismo, con los otros, con la creación, con Dios.
Sin embargo, el ser humano, dañado por el pecado original, experimenta en sí mismo la enfermedad, la debilidad de sus fuerzas, el sufrimiento y su lejanía de Dios. Caminar hacia el ideal de salud supone vivir en armonía con todas las dimensiones de su ser humano. Entre estas dimensiones, la dimensión espiritual le diferencia y le coloca por encima de los otros seres de la creación y le abre hacia la Trascendencia. El acompañamiento del enfermo implica ayudarle a encontrarse con Dios.
Pasar por la experiencia de la enfermedad, de la propia limitación y fragilidad, le coloca en situación de necesidad, en una situación que reclama atención integral, una entrañable atención personal. Es aquí, en esta situación en la que el ser humano anhela ser cuidado y dignamente acompañado, en la que la Iglesia ha vivido su historia haciendo camino con el hombre, siendo sacramento de la presencia salvífica de Dios en la humanidad dolorida.
... y caminó con ellos
El lema de la Campaña “... y caminó con ellos”, sigue inspirando el actuar de la Iglesia “ porque en ella late el dinamismo del amor suscitado por el Espíritu de Cristo”. En el camino recorrido con los discípulos de Emaús, el Resucitado nos enseña todo un programa de acompañamiento de amor y de misericordia. Es el programa de Jesús, cuyo corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia, ve dónde hay un hombre herido y nos presenta al Buen Samaritano.
Por ello, os animamos a dirigir vuestra vida en el empeño de acompañar al enfermo de un modo cada día más eficaz siguiendo el itinerario del Buen Samaritano:
“ Al verlo se acerca” con humildad e intuye las huellas de sus propias heridas. El enfermo es un documento irrepetible del sufrimiento, si cerca de él nos dejamos guiar por el corazón y miramos en profundidad su misterio, que es el misterio de cada ser humano en su conjunto, nuestra conciencia tomará una actitud de mayor responsabilidad.
“ Compadecido...”, se dejó tocar por sus heridas. Sentir compasión – sufrir con– es dejarse afectar por el dolor del otro. Afectados por el dolor ajeno, sentiremos compasión y nuestra humildad se transformará en solidaridad, primer requisito para realizar nuestro servicio con amor.
“ Se acercó y vendó sus heridas”, se hizo “ prójimo”. Acercarnos en una actitud de proximidad ofreciendo nuestra presencia con gestos propios del arte de cuidar y consolar. Vendar la herida expresa cuidado amoroso.
“ Lo montó en su cabalgadura...” Convirtió el acompañamiento en un viaje de esperanza; y así nos convertimos en compañeros de camino con quien necesita apoyo y proximidad, ofreciéndole calidad en el tiempo que dedicamos a su persona.
“ Al día siguiente...” Una llamada a la colaboración, sabiéndonos todos responsables, realizando la tarea que nos corresponde para que el enfermo se sienta curado, cuidado, acompañado y consolado y, en el camino de su enfermedad, experimente el recorrido de la misericordia.
El acompañamiento es un servicio de mediación a la persona que busca el sentido de su vida desde la coherencia interna, la interiorización de significados y las propuestas de futuro. Sabemos que la misión no es fácil y que a veces se siente la soledad, la pobreza que enmudece la palabra y la herida que produce el contacto con el dolor. Por ello, en esta Pascua del Enfermo, queremos estar cerca de vosotros recordándoos la dimensión espiritual del ser humano, pues en la estación de la enfermedad, cobra una particular relevancia y requiere una especial atención por parte de todos y en especial de los agentes de pastoral de la salud.
Comunicadores de esperanza, consuelo y misericordia
Nos dirigimos a vosotros, profesionales de la salud, que habéis hecho de vuestra dedicación un anuncio de esperanza; a los servicios religiosos de los hospitales, presencia viva de la Iglesia peregrina; a vosotros, religiosos y religiosas que habéis consagrado vuestra vida a la misericordia; a todos los que dais vida al ministerio de acompañar tantos momentos duros en el caminar del ser humano desde las parroquias como grupos organizados para visitar y consolar, desde los distintos movimientos y los más diversos voluntariados, dedicando vuestro tiempo y vuestro amor a estar al lado de quien sufre.
Sentirse acompañado en la enfermedad en el nombre del Señor y de la comunidad cristiana constituye un alivio y una fuente de consuelo y salud global para la persona. Los agentes de pastoral de la salud estamos llamados por el Señor a acompañar. En este acompañamiento, la oración y, de forma especial, los sacramentos de la Eucaristía, del Perdón y de la Unción constituyen el momento culminante del camino de la fe, del encuentro con Dios en Cristo misericordioso, a través de la mediación humana del acompañante espiritual.
Que María, Nuestra Señora del Camino, que acompañó a su prima Isabel, acompañe nuestra labor y nos ayude ser sensibles al itinerario espiritual de los enfermos y de quienes sufren. Que en ella encuentre consuelo y esperanza todo sufrimiento humano.
Los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral:
D. Jesús Catalá Ibañez, obispo de Alcalá de Henares
D. Rafael Palmero Ramos, obispo de Orihuela-Alicante
D. Francisco Ciuraneta Aymí, obispo de Lleida
D. Carlos Soler Perdigó, obispo de Girona
D. E