Temas: evangelización y misión "ad gentes" (Hispanoamérica - España).
Web oficial B: http://85.118.245.124/misiones/hispanoamerica/2008/folleto.pdf
Publicado: Ecclesia LXVIII/3.402, febrero (2008), 273-274.
1. La Comisión Pontificia para América Latina, con ocasión de la celebración del “ Día de Hispanoamérica” en todas las diócesis españolas, bajo el lema “ América Latina, continente en misión”, extiende un saludo cordial a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y fieles todos de España, deseándoles paz y bienestar en Jesucristo, único Salvador.
El lema escogido nos coloca este año de inmediato frente a aquello que podemos considerar el fruto más importante de la reciente V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada en Aparecida, Brasil: una conciencia renovada sobre la importancia decisiva de la misión “ ad gentes” para el presente y el futuro de América Latina. En efecto, los obispos que estuvieron allí reunidos dieron en sus reflexiones un lugar protagónico a la urgente necesidad de que cada comunidad cristiana sea una auténtica comunidad misionera. Cada fiel de América Latina y del mundo entero, como lo sugiere el título de dicha Asamblea, ha de ser discípulo y misionero; en cada corazón latinoamericano deben tener ecos profundos las palabras del Apóstol san Pablo: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1Co 9,16).
2. El Santo Padre Benedicto XVI, en su primera visita pastoral a América Latina y al inaugurar la mencionada V Conferencia General, nos ha dejado un rico y alentador mensaje que debe motivar todo esfuerzo evangelizador en esos territorios. Al respecto, en su discurso inaugural, indicaba con palabras muy incisivas la naturaleza apremiante de ese desafío: «¡Están en juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de sus pueblos!». En efecto, en la actualidad, y más que en otros tiempos, se debe reforzar la evangelización, y «ayudar a los fieles cristianos a vivir su fe
con alegría y coherencia, a tomar conciencia de ser discípulos y misioneros de Cristo, enviados por Él al mundo para anunciar y dar testimonio de nuestra fe y amor» (Benedicto XVI, Discurso inaugural, n. 1).
Quien ha recibido el Bautismo, por lo tanto, ha de tomar conciencia y confesar con el Apóstol Pedro que solo Él tiene palabras de vida eterna (cf. Jn 6,68), reconociendo al mismo tiempo que «Él es el primer y más grande Evangelizador enviado por Dios y, al mismo tiempo, el Evangelio de Dios» (Discurso Conclusivo, 103). Por ello la necesidad de buscar el encuentro personal con Jesús. De ese encuentro nace espontáneamente el compromiso misionero: «Todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión, al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo y hermano. De esta manera, como Él es testigo del misterio del Padre, así los discípulos son testigos de la muerte y resurrección del Señor hasta que Él vuelva» (Documento de Aparecida, 144) ▶.
3. Se trata, pues, de una apremiante invitación que se dirige a los cristianos de los países latinoamericanos y se hace extensiva a los cristianos de otras latitudes y que tiene, especialmente en la porción del pueblo de Dios que peregrina en España, resonancias muy particulares. La vocación misionera, que desde hace muchos siglos ha caracterizado a vuestra querida nación, se ha puesto de manifiesto en los últimos años a través de los más de 2.300 sacerdotes de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana que han acudido a diversos territorios de América Latina para responder a la llamada de «anunciar la Buena Nueva hasta los confines de la Tierra» (Mt 28,19; Hch 1,8); de estos, todavía están allí presentes unos 400. Queremos elevar de manera particular por estos sacerdotes una oración de gratitud a Dios y rendir al mismo tiempo un sentido homenaje a los que en este año 2008 cumplen 50 años al servicio de esta misión tan importante.
España no solo es cuna de vocaciones misioneras, sino que en los últimos años ha comenzado a ser también destino de sacerdotes que deciden dejar su patria para ejercer su ministerio en España y colaborar con la cada vez más compleja y amplia pastoral de los inmigrantes. Se ha producido de este modo un fenómeno de verdadero “ intercambio misionero” que enriquece y renueva ambas culturas.
4. Este año, además, se celebra el Octavo Congreso Misionero Latinoamericano (COMLA 8), el cual constituye una respuesta concreta a la llamada de la misión “ ad gentes”. Es un acontecimiento eclesial que desde hace ya varios años acompaña el caminar de fe de América Latina y que reúne a numerosos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos con un objetivo común: responder a la exigencia evangélica de «ir por todo el mundo y proclamar la Buena Nueva a toda la Creación» (Mc 16,15) y asumir con valentía el envío misionero (cf. Documento de santo Domingo, 126).
5. España ha reconocido siempre la vitalidad de la Iglesia en América Latina y ha sabido aportar lo mejor de sí para que esos pueblos puedan tener un encuentro con Jesucristo vivo. Hoy, sin embargo, la situación de “ real debilitamiento” de la fe cristiana que es fácil constatar en no pocos ámbitos de la vida social y de la cultura, como lo indicaba el Santo Padre en Aparecida, hace más urgente y apremiante la llamada a la conversión personal y a un cambio de vida integral, de manera
que seamos verdaderos discípulos y misioneros de Jesucristo. La Iglesia en América Latina está llamada a emprender una nueva etapa en el cumplimiento de su misión, lo cual exige una verdadera “ conversión pastoral” que haga de las comunidades cristianas auténticas comunidades misioneras (Documento de Aparecida, 370). Se trata, por tanto, de acoger la invitación que nos hace el Señor para participar en su misión. «Cumplir este encargo — nos recuerda el Documento de Aparecida— no es una tarea opcional, sino parte integrante de la identidad cristiana, porque es la extensión
testimonial de la vocación misma» (n. 144).
Es, por ello, que la Comisión Pontificia para América Latina renueva una vez más la invitación al compromiso misionero. Asimismo, alienta a todos aquellos que sienten en su corazón esta llamada evangélica a compartir, con los hombres y mujeres de Latinoamérica, «la experiencia del acontecimiento del encuentro con Cristo, testimoniarlo y anunciarlo de persona a persona, de comunidad a comunidad y de la Iglesia a todos los confines del mundo» (Documento Conclusivo,
145).
6. Que la Santísima Virgen María, primera discípula y evangelizadora, guíe vuestros esfuerzos por llevar el Evangelio más allá de vuestras fronteras. Ella, que es la «Estrella de la Esperanza» (S. S. Benedicto XVI, Spe salvi, 49) ▶ ayude a hacer de América Latina un continente en misión, que haga brillar la luz de la esperanza que es Jesucristo.
Cardenal Giovanni Battista Re, Presidente
Octavio Ruiz Arenas, Vicepresidente