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Acta

Asamblea Plenaria 1/2008

«Y la Palabra se hizo carne \\y habitó entre nosotros»

16 de junio de 2008


Publicado: BOA 2008, 236.


\documentclass[a4paper, 12pt]{article} \usepackage{larva} \usepackage{charter} \usepackage{titlesec} \usepackage{amssymb} % Para \blacksquare \titleformat{\section}{\centering \Large \color{blue} \bf}{}{0mm}{} %\setlength{\parindent}{0mm} \setlength{\parskip}{2mm} %\hyperbaseurl{http://www.archivalladolid.org/} % agenda.php?DI= . date ('Y-m-d') . \&Evento=} % \includegraphics[width=0.15\textwidth]{../arzobispado.jpg} \begin{document}

El pasado día 16-6-2008, a las 10:30 h., se reunieron los miembros salientes y entrantes del Consejo Presbiteral, presidido por D. Braulio Rodríguez Plaza, Arzobispo de Valladolid, asistiendo 39 de sus miembros.

El encuentro se inicia con un momento de oración, en el que, acogiendo el eco del evangelio del XI Domingo del Tiempo Ordinario —«Llamó a sus doce discípulos... y los envió» (Mt 9,36-10,8)— en el comienzo de una nueva etapa del Consejo, se pide al Señor apertura a su llamada y fidelidad para responder a su envío para anunciar el Reino de Dios en el tiempo presente.

Seguidamente, el Sr. Arzobispo, previo saludo de bienvenida a los asistentes, agradece cordialmente a los miembros salientes la labor desarrollada a lo largo de los cinco años precedentes y da la bienvenida a los miembros entrantes, destacando la importancia del Consejo Presbiteral como instrumento de comunión y de colegialidad al servicio de la misión, en la atención a la vida y pastoral de los presbíteros, representados en él. Además, hace una breve presentación del encuentro, que tendrá dos partes diferenciadas: presentación y diálogo en torno al nuevo Plan Pastoral Diocesano 2008-2012 , y constitución del nuevo Consejo Presbiteral y de su Comisión Permanente.

A continuación el Secretario da lectura al Informe sobre las Asambleas Plenarias del Consejo Presbiteral 2003-2008, que se recoge en las siguientes páginas.

El día 23-6-2003 comenzó su andadura el actual Consejo Presbiteral que en esta Asamblea Plenaria pasa el testigo al nuevo Consejo. De ahí que, como Secretario del mismo, deba ofrecer a esta Asamblea, a la que hemos sido convocados los miembros salientes y entrantes, un breve Informe del camino recorrido a lo largo de las diez Asambleas anteriores, coincidentes con la primera etapa de ejercicio del ministerio episcopal de nuestro Arzobispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, en nuestra Iglesia diocesana, que lo ha presidido y alentado durante estos cinco últimos cursos pastorales.

Paso, por tanto, a hacer un breve recorrido de los temas y conclusiones de cada una de las Asambleas celebradas, que recogen el esfuerzo de reflexión de las distintas unidades pastorales que componen el Consejo Presbiteral y que, sin duda, constituyen un reflejo de los anhelos y esperanzas que han marcado el caminar de nuestra Iglesia local a lo largo de los cinco últimos años.

En el camino esperanzado de nuestra Diócesis... Nuevo Consejo Presbiteral - Nuevo curso pastoral (23-6-2003)

La pretensión de esta primera Asamblea, una vez constituidos el nuevo Consejo Presbiteral y su Comisión Permanente, fue abordar la reflexión en torno a algunos objetivos prioritarios, presentes ya en el Plan Pastoral Diocesano 2000-2003, como aportación a la elaboración de la Programación Pastoral Diocesana 2003-2004 , cuya síntesis se recoge brevemente a continuación:

  • 1. Revitalizar la pastoral planificada conjunta, impulsando la participación y corresponsabilidad entre laicos, religiosos, diáconos y presbíteros a través de los consejos pastorales y del trabajo pastoral sectorial en los arciprestazgos (obj. 3).
  • 2. Profundizar la formación permanente integral de los presbíteros que responda al sentido misionero y evangelizador que está exigiendo la tarea pastoral en el contexto actual (obj. 2).
  • 3. Prestar una atención pastoral más viva a la familia (catequesis familiar, novios, matrimonios jóvenes...), conscientes de su papel central en la evangelización y en la correlación fe-vida (obj. 8).
  • 4. Impulsar la creación de unidades parroquiales al servicio de una Iglesia más corresponsable y evangelizadora, que responda más eficazmente a los retos pastorales de hoy (obj. 4).
  • 5. Promover la formación de laicos que favorezca la experiencia personal de Dios y la presencia viva en la sociedad, y potenciar el laicado asociado al servicio de la transformación del mundo, cuidando su coordinación y acción apostólica (obj. 1).
  • 6. Apostar por una pastoral de “alejados” de la fe y de la Iglesia en un contexto marcado por la increencia e indiferencia religiosa (obj. 9).
  • 7. Comprometer a todas las comunidades cristianas en el proceso de la iniciación cristiana que conduzca a forjar cristianos adultos en nuestra realidad de increencia e indiferencia religiosa (obj. 6).
  • 8. Optar por una pastoral de “excluidos” de nuestra sociedad (pobres, marginados, ancianos, inmigrantes, transeúntes...), prestando especial atención a la realidad de la inmigración, coordinados desde la Delegación de Caridad y Pastoral Social (obj. 10).
  • Para progresar en la consecución de estos objetivos se propone seguir desarrollando algunas de las acciones ya recogidas en el Plan Pastoral vigente y articular algunas nuevas para el próximo curso pastoral. Además, en la Asamblea se destacan algunos acentos y aspectos a tener presentes en la programación, en el dinamismo que ha de caracterizar la vida y misión de nuestra Iglesia.

    Presbítero, educador en la fe (15-12-2003)

    Conscientes del reto de la transmisión de la fe, y de las limitaciones y dificultades personales y ambientales, pero esperanzados en la certeza de la presencia del Señor, tal como evidencian los brotes de vida que irrumpen en grupos e iniciativas evangelizadoras, esta segunda Asamblea tuvo por objeto ofrecer algunas sugerencias que nos ayudasen a ser verdaderos “educadores en la fe” de toda la familia, desde la corresponsabilidad y coordinación entre la parroquia y la escuela.

    1. Familia: Impulsar una verdadera pastoral familiar en las parroquias.

  • 1.1. Cercanía y contacto personal con las familias, especialmente en momentos más significativos (acontecimientos, sacramentos...), saliendo a su encuentro.
  • 1.2. Formación de equipos con carácter misionero, de los que convendría que formasen parte matrimonios jóvenes, que se hagan presentes y evangelicen a la familia.
  • 1.3. Atención prioritaria y seguimiento de novios, matrimonios jóvenes y sus hijos, propiciando un proceso continuo de evangelización, en el que se implique a sus propios miembros.
  • 1.4. Recuperación de la conciencia cristiana de la familia, haciendo explícito el anuncio del Evangelio en los procesos y momentos formativos.
  • 1.5. Elaboración de un proyecto misionero diocesano conjunto para la evangelización de la familia.
  • 2. Catequesis: Favorecer el proceso de iniciación cristiana de niños, jóvenes y adultos.

  • 2.1. Cuidado de la presencia, responsabilidad propia y labor de coordinación, especialmente respecto a los jóvenes y catequistas, dando prioridad a esta tarea de la iniciación cristiana.
  • 2.2. Cultivo de una buena formación de los catequistas, potenciando las escuelas.
  • 2.3. Establecimiento de una catequesis de adultos sólida, utilizando métodos experimentados.
  • 2.4. Búsqueda de líneas de acción y de apoyo mutuo en los arciprestazgos y entre parroquias.
  • 2.5. Potenciación de los movimientos apostólicos, incorporando su metodología propia en el proceso de la iniciación cristiana.
  • 3. Escuela: Cuidar la presencia evangelizadora y avanzar en la coordinación.

  • 3.1. Clarificación del papel del presbítero en la escuela, en la que ha de estar presente y activo.
  • 3.2. Discernimiento de las motivaciones personales y evangelizadoras al asumir los presbíteros la tarea de impartir clases de religión.
  • 3.3. Progreso en la relación, colaboración y coordinación entre la parroquia y la escuela, especialmente con centros religiosos, compartiendo objetivos, actividades y campañas conjuntas.
  • 3.4. Coordinación de los presbíteros en el arciprestazgo en su relación con la escuela.
  • 3.5. Organización del trabajo en la escuela en su servicio a la evangelización, buscando la complementariedad en los casos en los que en ésta desarrolle procesos catequéticos.
  • Todos estos objetivos han de ser acometidos desde la comunión y corresponsabilidad entre todos los creyentes de nuestra Iglesia diocesana en el servicio a la evangelización de la familia. Para ello, la Programación Pastoral Diocesana 2003-2004 ofrecía como instrumento la creación o potenciación de un sector pastoral arciprestal “familia-parroquia-escuela”, que debía constituir una prioridad para todos.

    Cuidado humano y pastoral de presbíteros y diáconos (14-6-2004)

    El objeto de esta tercera Asamblea fue discernir algunos medios concretos que contribuyesen a solventar las dificultades humanas y pastorales de presbíteros y diáconos ante la situación actual, previsiones de futuro y retos pastorales de hoy, proponiéndose como prioritarios los siguientes objetivos:

    1. Cuidado humano:

  • 1.1. Propiciar el descanso semanal (día disponible) y anual (días de vacaciones estivales), a través de una organización arciprestal y diocesana que lo haga posible.
  • 1.2. Estudiar la conveniencia y viabilidad de una nueva Residencia sacerdotal, para lo que se formará un grupo de trabajo.
  • 2. Cuidado pastoral:

  • 2.1. Potenciar la pastoral conjunta, mediante el ejercicio de una verdadera corresponsabilidad entre presbíteros, diáconos, religiosos y laicos, compartiendo programación y criterios comunes, que propicie la formación de unidades parroquiales.
  • 2.2. Integrar pastoralmente a los sacerdotes jubilados, implicándoles de forma estable en la vida y acción evangelizadora de las parroquias y diversas unidades pastorales.
  • Todo ello ha de encontrar su aliento en el espíritu de comunión que, desde el cuidado humano y pastoral mutuo, permitirá afrontar con ilusión los retos actuales en fidelidad a la misión que Cristo nos ha confiado en el servicio al Evangelio en nuestra Iglesia diocesana.

    Formación integral del presbítero: dimensión espiritual (13-12-2004)

    El ejercicio del ministerio pastoral en el servicio de la misión evangelizadora requiere vivir una verdadera “espiritualidad presbiteral”, sobre la que esta cuarta Asamblea pretendió ofrecernos algunas claves y sugerencias como sacerdotes.

    Recordamos que el ejercicio de nuestro ministerio presbiteral tiene como fuentes la profundización y escucha de la Palabra de Dios y el anuncio del Evangelio, la celebración sacramental (Eucaristía, Reconciliación...) y la vivencia de la caridad pastoral en el servicio a los hermanos, que, por ello, serán los manantiales que nutran nuestra espiritualidad como pastores del pueblo de Dios. A la vez, reconocimos nuestras limitaciones, provenientes, unas veces, de las muchas tareas a realizar cada día, otras, de las tensiones surgidas en las comunidades en el ejercicio del ministerio, otras, de la rutina o ritualismo que puede apoderarse de nosotros, otras, de nuestra infidelidad a los compromisos sacerdotales...

    1. Nivel personal: Ilusionados con la tarea que el Señor nos encomienda, nos urgimos mutuamente a reavivar el don de Dios como presbíteros, proponiéndonos personalmente:

  • 1.1. Organizar nuestra vida priorizando la dimensión espiritual, mediante el cultivo de la oración personal, la celebración de la Liturgia de las Horas y la formación espiritual.
  • 1.2. Hacer que la celebración de la Eucaristía y la Reconciliación sean centro de nuestro ser y vivir sacerdotal, cuidando el antes, durante y después que nos ayuden a vivirla en plenitud.
  • 1.3. Cultivar la relación de amistad con otros presbíteros que favorezca el acompañamiento espiritual mutuo en la vivencia de la propia espiritualidad.
  • 2. Nivel institucional: Desde el reconocimiento y agradecimiento al cuidado espiritual que nos ofrece nuestra Diócesis, siempre susceptible de mejora, pedimos a las distintas instancias y organismos diocesanos:

  • 2.1. Valorar y cuidar los medios ordinarios ofrecidos por la Diócesis para nuestra formación permanente integral (encuentros formativos, ejercicios espirituales, retiros...).
  • 2.2. Favorecer que los encuentros y convivencias propicien conocernos mejor, para que crezca la confianza mutua que facilite compartir la experiencia espiritual.
  • 2.3. Celebrar más encuentros y momentos de oración compartidos, propiciando a lo largo de este Año de la Eucaristía algún momento de adoración eucarística.
  • 2.4. Cuidar los medios que favorezcan el cultivo de la dimensión espiritual: lugar de encuentro, puntualidad en las convocatorias, elaboración de un calendario anual, programación de actividades extraordinarias, oferta de bibliografía...
  • Ante el reto de la “nueva evangelización”, para la que hemos sido llamados por el Señor, reconocemos que sólo podremos llevarla a cabo si nos dejamos conducir e impulsar por el soplo del Espíritu y, dóciles a Él, ponemos todos los medios que estén a nuestro alcance para responder en fidelidad a nuestra misión, en comunión con todo el pueblo de Dios, al servicio del Evangelio.

    Ser presbítero hoy en nuestra Iglesia diocesana (20-6-2005)

    La quinta Asamblea estuvo centrada en la incidencia en la vida y misión de los presbíteros de la actual situación pastoral: iniciación cristiana, vocación laical, pastoral conjunta y complementaria, escasez y edad avanzada de los sacerdotes... Ello está requiriendo respuestas lúcidas y audaces: corresponsabilidad entre presbíteros, religiosos y laicos, laicado asociado, complementariedad entre parroquias, unidades parroquiales, nuevo modelo de parroquia..., tal como destacó en su reflexión el Sr. Arzobispo.

    De ahí la necesidad de dejarnos alentar y conducir por la fuerza del Espíritu que ha de abrir nuestras mentes y corazones a la novedad del tiempo presente. Hemos de vivir con mayor intensidad nuestra vocación y misión, favoreciendo un mayor protagonismo de los laicos en la construcción del pueblo de Dios que responda más eficazmente al reto de la evangelización de nuestro mundo.

    Pastoral vocacional al ministerio presbiteral (19-12-2005)

    La evangelización no será posible sin el ejercicio del ministerio presbiteral. De ahí que el objetivo de esta sexta Asamblea no fuera otro que ofrecer algunas propuestas y sugerencias para potenciar la pastoral vocacional en nuestra Diócesis en cada uno de los siguientes cuatro niveles:

    1. Personal-Presbiteral:

  • 1.1. Asumir la convicción de que el ministerio presbiteral es esencial para la vida y misión de la Iglesia y, por ello, tarea primordial del presbítero.
  • 1.2. Renovar nuestra vida y misión como presbíteros, de forma que se conviertan en testimonio de entrega e ilusión, frente a toda tentación de pesimismo o escepticismo, transformándonos en iconos de fidelidad a la llamada del Señor.
  • 1.3. Testimoniar desde la vida y misión como presbíteros las propias convicciones que susciten la interpelación y la llamada.
  • 1.4. Propiciar la cercanía y el acompañamiento personal de adolescentes y jóvenes.
  • 1.5. Hacer la propuesta vocacional de forma explícita en todos los ámbitos, aunque teniendo en cuenta los diversos destinatarios y situaciones.
  • 1.6. Estar disponibles y ofrecer facilidades para el diálogo y seguimiento personal de los candidatos y familias que se abran a la llamada vocacional.
  • 2. Parroquia o Comunidad educativa:

  • 2.1. Crear un clima pastoral en el que la dimensión vocacional aparezca como normal y esencial en el ambiente social actual, propiciando que los procesos de fe culminen en una opción vocacional cristiana.
  • 2.2. Integrar la dimensión y propuesta vocacional en la tarea pastoral global cotidiana.
  • 2.3. Renovar la iniciación cristiana, haciendo la propuesta vocacional a través de medios concretos (catequesis y movimientos apostólicos), proponiendo la vida cristiana como vocación y compromiso solidario.
  • 2.4. Insertar y articular la pastoral vocacional dentro de la pastoral juvenil y familiar, cuidando los siguientes acentos: revisión de la iniciación cristiana, acentuación de la obediencia a la fe e importancia del sacerdocio ministerial en la Iglesia.
  • 2.5. Destacar el subrayado de la vida cristiana como vocación en la predicación (homilías...).
  • 2.6. Llevar a cabo un encuentro anual de los sacerdotes con los jóvenes, en el que se ofrezca su propio testimonio vocacional.
  • 3. Arciprestazgo o Zona pastoral:

  • 3.1. Cuidar la pastoral vocacional en los arciprestazgos, conscientes de su importancia para la pastoral de conjunto.
  • 3.2. Revitalizar el Equipo de responsables de pastoral vocacional de arciprestazgos o zonas pastorales, que hagan presente la propuesta vocacional en los mismos.
  • 3.3. Aprovechar la experiencia familia-parroquia-escuela existente para la pastoral vocacional.
  • 3.4. Programar encuentros de jóvenes que hagan presente una experiencia más amplia de la Iglesia.
  • 3.5. Apoyar las convocatorias de nuestro Seminario diocesano a nivel de zonas pastorales.
  • 3.6. Fomentar un mayor conocimiento y relación de los sacerdotes con nuestro Seminario.
  • 4. Diócesis:

  • 4.1. Proseguir el Proyecto de pastoral vocacional propuesto para nuestra Diócesis en 1991, desde la convicción de que es esencial para su vida y misión.
  • 4.2. Revisar, potenciar y dar a conocer los cauces y medios de que disponemos para la pastoral vocacional sin pretender crear nuevas plataformas.
  • 4.3. Propiciar una mayor presencia, mantenida y espaciada en el tiempo, de nuestro Seminario y seminaristas en la pastoral diocesana.
  • 4.4. Fomentar una mayor relación de nuestro Seminario con el mundo rural, cuidando la cercanía y motivación de los sacerdotes rurales.
  • 4.5. Cuidar la presencia de la propuesta vocacional en los MCS, incluyendo la red Internet, como posibilidad para despertar inquietud vocacional y ofrecer información sobre la vocación al sacerdocio ministerial.
  • Sólo podrá darse respuesta al reto de una nueva evangelización si se cuenta con evangelizadores, entre los que algunos, respondiendo a la llamada del Señor, deberán ejercer el ministerio presbiteral en el servicio a la Iglesia y al mundo. De ahí que todas las comunidades cristianas deban sentirse urgidas en el empeño de suscitar vocaciones sacerdotales, haciendo resonar y propiciando el cultivo de la llamada vocacional al presbiterado. Y especialmente los sacerdotes hemos de sentir esa urgencia en el deseo de buscar relevo en la misión de anunciar el Evangelio y ser sencillos cauces de la gracia de Dios para el mundo de hoy.

    Transmisión de la fe en la familia (19-6-2006)

    Esta séptima Asamblea tuvo como pretensión ofrecer algunos principios y propuestas que permitan potenciar la pastoral familiar en nuestra Diócesis, conscientes de que toda pastoral ha de ser familiar, dado que, en última instancia, tiene como destinatarios a los miembros que forman parte de la familia:

    1. Convicción de que la familia, como unidad, ha de ser “sujeto activo” y no mero “objeto pasivo” de la pastoral familiar, en la que los presbíteros y otros agentes pastorales serán colaboradores que ayuden a descubrir la belleza del plan de Dios sobre la misma:

  • 1.1. Cuidar la acogida y cercanía a las familias, siendo sensibles a sus diferentes situaciones personales y familiares, que desemboque en una propuesta y acompañamiento personalizados, aplicando para ello la “ley de gradualidad”.
  • 1.2. Suscitar agentes pastorales entre las familias que asuman la atención pastoral de las mismas, formando equipos de pastoral familiar en las parroquias, integrando las ricas experiencias aportadas por diversas comunidades, asociaciones y movimientos.
  • 1.3. Mostrar el testimonio vivo de familias cristianas que viven su experiencia de fe en la vida familiar como revulsivo para aquéllas que se acercan.
  • 2. Necesidad de descubrir la verdad, la bondad y la belleza de la familia que el evangelio y la tradición eclesial atesoran, como don de la Iglesia para el mundo:

  • 2.1. Presentar con claridad y valentía la propuesta cristiana sobre la familia, haciendo un anuncio más kerigmático y misionero del evangelio que provoque la experiencia de fe.
  • 2.2. Formar a los presbíteros y a los agentes de pastoral familiar para responder a este reto evangelizador (escuelas de pastoral familiar...).
  • 2.3. Conocer y aplicar el Directorio de Pastoral Familiar en España y los directorios diocesanos que abordan aspectos relacionados con ella.
  • 3. Cuidado de la acogida gozosa y transmisión entusiasta de la fe en la familia, como iglesia doméstica, que favorezca la conversión a Jesucristo y la integración en la Iglesia de sus miembros:

  • 3.1. Ayudar a descubrir que ser padres es al mismo tiempo carisma-don y ministerio-misión para la construcción de la Iglesia en el servicio al Reino, valorando y alentando a todos aquéllos que se esfuerzan por transmitir la fe a sus hijos.
  • 3.2. Ofrecer un contexto comunitario cálido a las familias que se acercan, que haga posible la acogida y acompañamiento que necesitan.
  • 3.3. Cuidar algunos momentos especialmente significativos para la pastoral familiar: noviazgo, matrimonio, matrimonios jóvenes, bautismo de hijos, despertar religioso, catequesis familiar, primeras comuniones, educación afectivo-sexual, confirmaciones, experiencia familia-parroquia-escuela, familias de inmigrantes, enfermos, fallecimientos... A este respecto, se considera conveniente revisar y renovar los cursos prematrimoniales.
  • El reto de una nueva evangelización sólo podrá abordarse si se apuesta por una audaz pastoral familiar, acción que afecta a toda la Iglesia. Se hace necesario depositar en el seno de las familias la semilla del evangelio, para que la alegría de la fe prenda en el corazón de las nuevas generaciones y, de esta forma, renueve la Iglesia y transforme el mundo en esta hora de la historia. El Señor cuenta con cada uno de nosotros para hacer realidad su plan de salvación: la gran familia de los hijos de Dios.

    Redimensionar nuestro ministerio pastoral (11-12-2006)

    Conscientes de la novedad del actual momento histórico, caracterizado por una nueva situación socio-cultural y religioso-eclesial, ante la que contamos con menor número de ministros ordenados, cuya media de edad es más alta, en esta octava Asamblea se pretendió discernir, a la luz del Evangelio, la forma de ser y de ejercer el ministerio ordenado hoy, en fidelidad a la llamada y misión que el Señor nos ha encomendado:

  • 1. Por un lado, inmersos en el mundo actual, no podemos descuidar el “ser” del ministro ordenado. El espíritu del ministro ha de alimentarse de una oración personal constante, una escucha atenta de la Palabra de Dios y una celebración asidua de los sacramentos, que impriman la fortaleza necesaria en el ejercicio de la caridad pastoral.
  • 2. Por otro lado, la realidad socio-eclesial actual nos está exigiendo reconocer los propios límites en nuestro “hacer” ministerial, haciendo elecciones desde un cuidadoso discernimiento, en el que se prioricen las tareas siempre necesarias: anuncio de la Palabra, celebración de los sacramentos y servicio de la caridad. Además, debemos insertar nuestro propio don en la Iglesia, mediante un trabajo pastoral conjunto y corresponsable con laicos y consagrados.
  • Hoy se hace necesario impulsar una “pastoral misionera”, que integre la evangelización continuada y la nueva evangelización, cuyo protagonista es el Espíritu Santo que se manifiesta a través de todo el pueblo de Dios (laicos, religiosos y ministros ordenados), aunque cada uno desde el don y la misión que ha recibido. Sólo viviendo una verdadera comunión al servicio de la misión podremos responder a los retos pastorales de hoy.

    En esta tarea evangelizadora la todavía reciente instauración del Diaconado Permanente, en comunión con el Episcopado y el Presbiterado, se presenta como un don de Dios a su Iglesia, en el ejercicio de los ministerios de la Palabra, la caridad y la liturgia. De ahí que se haga necesaria la profundización de este ministerio en los siguientes aspectos: vida cristiana como vocación, reflexión teológico-pastoral, campaña de información, promoción de esta vocación, formación teológico-pastoral, situación familiar y laboral, relación matrimonio-orden, trabajo pastoral, funciones ministeriales, inserción laboral y social, vinculación con laicos, consagrados y presbíteros, seguimiento...

    Iluminados por la luz e impulsados por el viento del Espíritu, hemos de descubrir y recorrer nuevos caminos para la evangelización, que den respuesta a los anhelos del corazón del hombre de hoy. Nuestro mundo necesita escuchar y acoger el Evangelio, fuente de verdadera alegría, a cuyo servicio se encuentra nuestra vocación ministerial.

    Iniciación cristiana: Catecumenado bautismal y Confirmación de adultos (11-6-2007)

    La evangelización que está demandando el momento presente requiere afrontar la tarea de iniciar en la fe. De ahí que esta novena Asamblea tuviese como pretensión ofrecer algunas aportaciones y propuestas que permitan dar respuesta a dos situaciones nuevas en la iniciación cristiana:

    1. Catecumenado bautismal:

  • 1.1. Catecumenado bautismal de adultos:
  • — Unificar criterios en las parroquias a través de la elaboración de un directorio diocesano.

    — Realizar un catecumenado diocesano, aunque vinculado a las parroquias.

    — Cuidar la cercanía y el acompañamiento desde la comunidad: padrino o presentador.

    — Elaborar un temario en el que se asegure la presencia de los temas básicos de la fe y se armonice conocimiento y experiencia.

    — Integrar la oración, la celebración y el compromiso en el itinerario.

  • 1.2. Catecumenado bautismal de niños no bautizados:
  • — Elaborar un documento en el que se presenten y concreticen los aspectos básicos de las Orientaciones de la Conferencia Episcopal .

    — Integrar a los candidatos en el proceso catequético de los demás niños de la parroquia, cuidando su preparación específica al bautismo.

    — Recibir la Eucaristía en la celebración del Bautismo, aunque se participe en la celebración de la Primera Comunión con el resto de los niños.

    — Cuidar la cercanía y la acción catequético-pastoral hacia el resto de la familia.

    2. Confirmación de adultos:

  • Crear un catecumenado diocesano de adultos para la Confirmación, aunque se realice en los arciprestazgos o zonas pastorales.
  • Elaborar un documento o directorio que fije criterios comunes para toda la Diócesis: duración, temario, metodología, materiales, exigencias...
  • Confeccionar un calendario diocesano de Confirmación de adultos, que se difunda en las parroquias y se ofrezca a los candidatos al inicio del curso pastoral.
  • Crear grupos a nivel arciprestal o zonal, que sean animados por equipos misioneros, compuestos al menos por dos catequistas laicos, un sacerdote y algún consagrado.
  • Llevar a cabo un itinerario con catequesis acogedoras y vivenciales que constituyan un verdadero anuncio, en las que se favorezca la experiencia de fe.
  • Iniciar en la oración, y vivir celebraciones de la Palabra y de la penitencia, y ritos de tránsito que ayuden a madurar en el camino de la fe.
  • Cuidar la relación con la comunidad parroquial, que ha de acoger y acompañar a cada confirmando y grupo, e implicar a asociaciones y comunidades cristianas en el proceso.
  • Valorar la posibilidad de unir la preparación a los sacramentos de la Confirmación y del Matrimonio en un proyecto integral y coherente.
  • El hombre de hoy anhela, aun sin saberlo, que la semilla del Evangelio prenda en su corazón, para que la alegría y belleza de la fe llene su vida de plenitud. De ahí la necesidad de que toda nuestra Iglesia diocesana se sienta afectada por el reto de la Iniciación cristiana, respondiendo a la llamada de evangelizar a las nuevas generaciones, para que se renueve la Iglesia y se transforme el mundo en esta hora de la historia.

    La Palabra de Dios en la vida y la misión del Presbítero (17-12-2007)

    Finalmente, la décima Asamblea abordó la reflexión sobre el lugar privilegiado que ha de ocupar la Palabra de Dios en la vida personal y el ejercicio del ministerio de los presbíteros, tema central del próximo Plan Pastoral Diocesano.

    A la luz de la reflexión del Sr. Arzobispo, en la que aborda diversos aspectos esenciales para la lectura e interpretación de la Sagrada Escritura (relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento, y Jesucristo; Pueblo de Dios, Iglesia, Tradición y Magisterio; inspiración y verdad; interpretación y exégesis; lectura ideológica; e iniciación y formación bíblica), se destaca la necesidad de fijar un itinerario personal y comunitario, en el que se cuiden los medios e instrumentos (oración personal, Oficio Divino, lectio divina, estudio...) que nos configuren como verdaderos “oyentes” y “apóstoles” al servicio de la Palabra, potenciando para ello la formación permanente, que ha de aportarnos claves de lectura e interpretación.

    Además, constituye una parte esencial de nuestra misión ayudar a los fieles laicos a entrar en contacto con la Sagrada Escritura a través de una oración, celebración y formación más bíblicas que les hagan sentir la necesidad del encuentro con la Palabra. Ello requerirá potenciar la Escuela Diocesana de Formación y el Itinerario de Formación de Laicos, además de otros servicios ya existentes: escuelas y grupos bíblicos, equipos de liturgia, cursos bíblicos, materiales...

    Nuestro mundo necesita escuchar y acoger la Palabra de Dios, fuente de vida y salvación. De ahí que nuestro ministerio presbiteral se encuentre al servicio de «la fe que se recibe por el oído, crece en el corazón y se confiesa con los labios» (cf. Rm 10,9-17).

    Estas son las huellas del camino recorrido, compartido por los miembros de este Consejo Presbiteral, y por todos los presbíteros representados en él, en el servicio a la comunión y misión evangelizadora en nuestra Diócesis durante los precedentes cinco años, que encontrará su continuidad en el nuevo Consejo, presidido por nuestro Arzobispo, D. Braulio Rodríguez Plaza, en fidelidad al Evangelio y a los signos de los tiempos, cuyo discernimiento constituirá una interpelación permanente.

    Permítanme, para finalizar, agradecer, en nombre de todos, la lúcida y generosa labor de la Comisión Permanente, que no sólo ha propuesto los temas para ser abordados en el Consejo, sino que ha asumido el trabajo previo, la organización, y la divulgación y seguimiento de cada Asamblea Plenaria, tareas no siempre fáciles, y que exigen disponibilidad y gratuidad.

    Aun conscientes de nuestras limitaciones personales y comunitarias, que constituyen una llamada a la humildad, quizás podamos finalizar esta etapa del Consejo Presbiteral dando gracias a Dios unos por otros, con palabras del Apóstol, por «la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor» (1Ts 1,3).

    Concluida la lectura del presente informe, se abre un breve diálogo, en el que se reflexiona sobre la necesidad de seguimiento y evaluación de los objetivos y propuestas asumidos en el Consejo, aunque se constata su significativa aportación a la programación pastoral diocesana y, a través de ella, a su consecución o potenciación (Catecumenado bautismal, Confirmación de adultos, unidades parroquiales, pastoral vocacional, formación permanente del clero...), aun siendo conscientes de los retos que siguen requiriendo una atención permanente y continuada. Además, se sugiere la conveniencia de que en la elección de los temas a reflexionar en el Consejo todos los miembros de la Asamblea puedan aportar sugerencias, no quedando reducida dicha responsabilidad a su Comisión Permanente.

    Aprobado el precedente Informe, se hace entrega a los miembros del Consejo Presbiteral del nuevo Plan Pastoral Diocesano 2008-2012: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. Conoce, celebra y vive la Palabra de Dios, elaborado por el Consejo Pastoral Diocesano, dándose paso a la siguiente reflexión del Sr. Arzobispo en relación a la Palabra de Dios, que constituye su eje central.

    «Si tuviéramos que hacer una presentación muy sucinta de la importancia del Concilio Vaticano II en la vida de la Iglesia, no olvidaríamos señalar el giro dado a la cuestión bíblica. Según el teólogo Severino Dianich: “El corazón del Concilio consiste en esto: ha abierto de nuevo el problema de la ‘interpretación de la fe’ (...); ha vuelto a poner en marcha el proceso de la ‘exigencia hermenéutica’”.

    Esto es verdad particularmente para la interpretación de la Escritura. Se invita, creo yo, en el Concilio (Constitución Dei Verbum) a los exegetas a reflexionar de forma más profunda sobre qué quiere decir “interpretar la Sagrada Escritura” en el contexto cultural de hoy y en la situación de la Iglesia tras el Vaticano II. Desde el siglo XIX se ha difundido la convicción de que el único método moderno verdaderamente “científico” en exégesis es el método “histórico-crítico”: la exégesis de un libro de la Biblia debería consistir únicamente en el estudio de sus fuentes, del contexto histórico de su autor y, después, en el estudio del aspecto filológico y literario de los textos. No debe, pues, adentrarse, aventurarse, en el terreno de la Teología.

    Pero aquí radica precisamente toda la cuestión. Algunos llegan incluso a afirmar que es necesario distinguir cuidadosamente la exégesis (científica) y la interpretación (teológica). Esta última no sería ya rigurosamente científica. Se llega así a esta desconcertante paradoja: la misión de los exegetas, contrariamente a cuanto hizo toda la tradición antigua, no sería ya “interpretar” la Escritura, o sea, buscar su “sentido”, sino únicamente reconstruir su génesis histórica y después explicar los textos desde el punto de vista cultural, filológico y literario.

    Pero el hecho de que no interese ya lo que la Biblia “significa”, manifiesta de manera inquietante que se ha caído en una verdadera incapacidad para escrutar la dimensión profunda del texto, aquella que Paul Ricoeur llama acertadamente “la vida del texto”. Afortunadamente, en nuestros días se manifiesta por todas partes la urgencia hermenéutica; es decir, la búsqueda inquieta del “sentido” ha sacudido con fuerza la confianza en este uso exclusivo del método histórico-crítico. El tema está en proponer una alternativa de interpretación bíblica. Un camino empezado en el Vaticano II, con la Constitución Dei Verbum, pero que no ha hecho más que empezar, como señalaba el cardenal Ratzinger en su famoso artículo La interpretación bíblica en conflicto (publicado en alemán en QD, 117, Herder, Friburgo 1989, pp. 15-44).

    Pero ciertamente, en la búsqueda de la comprensión adecuada de la Escritura, ¿es posible una interpretación bíblica al margen de la fe, que hasta hace poco parecía carecer de sentido? El carácter literario de los escritos bíblicos, que obedece a la lógica de la Encarnación, hace necesario aclarar sus aspectos históricos y filológicos, lo cual requiere un estudio comparado con otras obras de la antigüedad; pero ¿es esto suficiente?

    Este es el horizonte donde debemos movernos dentro del Plan Pastoral Diocesano: nos va mucho en un acercamiento fructífero a la Escritura, sin sospechas ridículas ni fundamentalismos estériles. Escritura, Tradición, relación entre ambas, y, sobre todo, Palabra de Dios, Revelación divina, verdad y sentido del proyecto salvador de Dios, no pueden dejarse en olvido a la hora de vivir y promover una renovación en la evangelización y en la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Hemos de ponernos a trabajar todos, pero os pido a vosotros, pastores de nuestras comunidades, un interés y una ilusión mayor. El primer Sínodo de Obispos convocado por Benedicto XVI será un estímulo. Así se lo pedimos a Cristo Revelador del Padre».

    A continuación, D. Luis Javier Argüello García, miembro de la Comisión Permanente del Consejo Pastoral Diocesano, lleva a cabo una breve presentación del citado Plan Pastoral, que tiene como pretensión situar en el centro la Palabra de Dios, que ha de ser conocida, celebrada y vivida para ser discípulos (espiritualidad de encarnación) y misioneros (evangelización y caridad), desgranando los objetivos, líneas de acción, actividades y responsables del mismo. Finalizada la exposición, se entabla un diálogo abierto y aportación de sugerencias para llevarlo a cabo, en el que se manifiesta la necesidad de cuidar los siguientes aspectos: presentar a Jesucristo como centro y clave de interpretación de la Palabra de Dios, que se nos desvela en su Espíritu; leer la Escritura en la Tradición; evitar la identificación Palabra-Escritura, aunque sin caer en lecturas ideológicas; propiciar un mayor conocimiento y profundización de la Palabra de Dios en el pueblo de Dios, especialmente en los grupos ya existentes; acentuar la vivencia de la Palabra, frente a un mero conocimiento teórico; subrayar la responsabilidad de los laicos en la respuesta a los grandes desafíos de hoy; cuidar los cauces de diálogo entre la fe y la cultura, buscando la inculturación de aquélla en ésta; crear espacios de formación y diálogo entre sacerdotes sobre los grandes temas bíblicos y de actualidad desde el conocimiento del Magisterio de la Iglesia, contando con la ayuda de expertos; seguir discerniendo la propuesta de una misión diocesana, centrada en la Palabra de Dios, dirigiéndola especialmente hacia los jóvenes; cuidar la misión ad gentes, conscientes de la vitalidad que aporta a nuestra Iglesia diocesana...

    Reanudada la Asamblea Plenaria por la tarde se procede a la Constitución del Consejo Presbiteral 2008/2013, dando lectura al Decreto D. Félix López Zarzuelo, Vicario General, al tiempo que son presentados los miembros de la Asamblea Plenaria:

    1. Miembros natos:

  • D. Félix López Zarzuelo, Vicario General,
  • D. Luis Javier Argüello García, Vicario Episcopal-Ciudad y Rector del Seminario,
  • D. Diodoro Sarmentero Martín, Vicario Episcopal-Campos,
  • D. Jesús Villacé de Campos, Vicario Episcopal-Duero,
  • D. Julio Brezmes Valdivieso, Vicario Episcopal-Medina,
  • D. José Luis López Zubillaga, Vicario Judicial, y
  • D. Sebastián Centeno Fuentes, Deán de la Catedral.
  • 2. Miembros elegidos:

  • D. Francisco Javier Martínez Sastre, Arciprestazgo Barrios Centro, Valladolid,
  • P. Luis Casado Espinosa, OSA, Arciprestazgo Centro, Valladolid,
  • D. Luciano Juan Conde Conde, Arciprestazgo Delicias, Valladolid,
  • D. Atanasio Martín Coca, Arciprestazgo Huerta del Rey, Valladolid,
  • P. Antonio García Martínez, SDB, Arciprestazgo Pajarillos-Pilarica, Valladolid,
  • D. Jesús Fernández Lubiano, Arciprestazgo Paseo Zorrilla, Valladolid,
  • D. José Francisco Martín Rodríguez, OD, Arciprestazgo Rondilla-Norte, Valladolid,
  • D. Jorge Fernández Bastardo, Arciprestazgo Rubia-Parquesol, Valladolid,
  • D. Juan Carlos Plaza Pérez, Arciprestazgo Alrededores Norte,
  • D. José Ignacio Bueno Lorenzo, Arciprestazgo Mayorga-Villalón,
  • D. Jesús Cartón Pajares, Arciprestazgo Medina del Campo,
  • D. Francisco Javier Castañón Castañón, Arciprestazgo Medina de Rioseco,
  • D. Hipólito Tabera Tabera, Arciprestazgo Nava del Rey,
  • D. Marco Alberto Medina Arranz, Arciprestazgo Peñafiel,
  • D. Antonio Martín García, Arciprestazgo Pinares,
  • D. Guillermo Camino Beazcua, Arciprestazgo Tordesillas,
  • D. José María Gil García, Arciprestazgo Torrelobatón,
  • D. Félix Ángel Velasco Sacristán, Arciprestazgo Tudela-Portillo,
  • D. José Andrés Cabrerizo Manchado, Representante de Cabildo Catedral,
  • D. José Abia Espartero, Representante de Capellanías y Templos,
  • D. Ricardo Vargas García, Representante de Centros de Formación,
  • D. Daniel Pérez Fernández, Representante de Presbíteros jubilados,
  • P. Isabelino Rubio García, MSC, Representante de Presbíteros religiosos,
  • P. Jesús Ayuso Arroyo, SM, Representante de Presbíteros religiosos,
  • P. Juan Francisco Herrero García, SJ, Representante de Presbíteros religiosos,
  • P. Román Llamas Martínez, OCD, Representante de Presbíteros religiosos, y
  • P. Salustiano Mateos Gómara, OP, Representante de Presbíteros religiosos.
  • 3. Miembros designados:

  • D. Aurelio García Macías,
  • D. Jesús Álvaro Sancho Cabezas,
  • D. Jesús García Gallo,
  • D. Jesús Visa Hernando,
  • D. José Pachón Zúñiga,
  • D. Juan Manuel Martínez Alonso, y
  • D. Miguel Ángel Melgar Villa.
  • Finalizada la lectura, D. José Luis López Zubillaga, Vicario judicial, modera la elección del secretario del Consejo y de los tres miembros electos de la citada Comisión Permanente:

  • 1. Secretario: D. Jesús Fernández Lubiano, Arciprestazgo Paseo Zorrilla, Valladolid.
  • 2. Comisión Permanente-Miembros elegidos:
  • — D. Atanasio Martín Coca, Arciprestazgo Huerta del Rey, Valladolid,

    — D. Jesús Cartón Pajares, Arciprestazgo Medina del Campo, y

    — D. Jesús Visa Hernando, Miembro designado.

    El Sr. Arzobispo presentará próximamente los tres miembros designados para completar la composición de la citada Comisión Permanente.

    Finalmente, se da paso al turno de comunicaciones, informaciones, ruegos y preguntas, planteándose y abordándose las siguientes cuestiones:

  • Necesidad de contar al inicio del curso pastoral con un calendario de Confirmación de adultos.
  • Utilización del nuevo Catecismo “Jesús es el Señor” y conveniencia de unificar el tiempo de preparación para la Primera Comunión.
  • Ejercicios Espirituales para presbíteros durante el verano en el Centro de Espiritualidad (primera semana de julio y segunda semana de septiembre) y en Villagarcía de Campos (segunda semana de agosto).
  • Ordenación de Diácono Permanente del candidato D. Alberto González Laso en la Catedral Metropolitana, el domingo 29-6-2008, a las 19 h.
  • Sin más asuntos que tratar, después de unas palabras de agradecimiento y deseo de un feliz verano a los nuevos miembros de la Asamblea por parte del Sr. Arzobispo, y de una breve oración de acción de gracias, se levantó la sesión a las 17:30 h., de todo lo cual doy fe como Secretario.

    Francisco Javier Mínguez Núñez, Secretario