Temas: juventud y enfermedad (Pastoral de la salud).
Web oficial: http://www.conferenciaepiscopal.es/images/stories/Jornadas/2011/EnfermoMensajeObispos.pdf
Publicado: Ecclesia LXXI/3.572, mayo (2011), 794-795.
Juventud y Salud ▶ es el tema de la Campaña del Enfermo este año 2011. Queremos animar a los cristianos a reflexionar sobre los jóvenes y la salud a la luz de la fe en Jesucristo, y a participar en la misión evangelizadora de la Iglesia, siendo portadores de salud y servidores de la vida.
La juventud es hoy punto de referencia para catalizar esfuerzos y actividades en nuestras iglesias, por la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Conscientes de la misión y responsabilidad de la Pastoral de la Salud, y de la importancia de la Campaña del Enfermo en nuestras diócesis, invitamos a pensar en los jóvenes y la salud, en los jóvenes y su posicionamiento ante los acontecimientos fundamentales de la existencia, es decir, ante la salud y la enfermedad, la vida y la muerte, el sufrimiento y la curación.
1. La salud es uno de los bienes fundamentales del ser humano y constituye una de sus aspiraciones permanentes. Es, además, una de las prioridades de las políticas de educación, de sanidad y seguridad en el trabajo para los países de la Unión Europea. Los mismos jóvenes la valoran como algo muy importante en su vida, junto con la familia y los amigos. La evolución de la sociedad y el avance de las ciencias médicas nos permiten constatar que la salud de los jóvenes nunca ha estado mejor que hoy.
Estas realidades son dignas de elogio y animamos por tanto a los responsables a seguir aportando nuevas iniciativas. Pero al mismo tiempo, junto a la alta valoración de la salud, encontramos comportamientos y actitudes contradictorias. No podemos silenciar que sigue habiendo datos preocupantes en la salud de los jóvenes, como son el aumento del estrés mental, el abuso del alcohol, el tabaco, las drogas, la nutrición inadecuada, la escasa actividad física, los accidentes y las enfermedades de transmisión sexual.
2. Disponemos de grandes avances en las ciencias médicas y de sofisticadas tecnologías, pero quizá dependemos más de ellos y nos sentimos menos responsables de nuestra salud. La Campaña del Enfermo y la celebración de la Pascua son momentos importantes para una reflexión sobre la vida misma y los acontecimientos que le dan contenido, con sus luces y sus sombras, con su carga más humana y esa entraña solidaria que se hace arte en el cuidar y curar, en el acoger y acompañar la salud en su dimensión más plena.
En este tiempo de Pascua resuena con fuerza la invitación de Cristo Resucitado a vivir la vida, a sentirnos responsables de nuestra salud, a cuidarla como un tesoro que nos permite vivir humanamente, entregándonos por amor al servicio de los necesitados. Hemos de unir esfuerzos y aportar lo que a la Iglesia le es más propio, es decir, ayudar a los jóvenes de hoy a vivir su salud de manera sana y responsable; estar cerca de los jóvenes que sufren y acompañarles a afrontar esa realidad y a vivirla como oportunidad para el crecimiento y la maduración; reconocer y avivar la sensibilidad y solidaridad de los jóvenes hacia las personas enfermas, con discapacidad, mayores o dependientes.
Una serena lectura de las páginas sobre la salud en el Evangelio nos ayudará a descubrir que en Jesús, su persona, sus intervenciones, sus gestos, toda su actuación y su vida despiertan y promueven la vida y la salud del ser humano: he venido para que tengan vida y la tengan abundante (cf. Jn 10,10). Jesús es la salud y seguirle es una de las formas más sanas y gratificantes de vivir.
3. La enfermedad es una experiencia dolorosa y da origen a diversos tipos de sufrimiento. Duele el dolor físico pero también el sufrimiento espiritual, es decir, duele verse limitado y frágil, no valerse por sí mismo y tener que depender de los demás, hacer sufrir a los familiares, sentir la propia vida amenazada, sufrir sin saber por qué, para qué y hasta cuándo. Enfermedad, dolor y sufrimiento son experiencias personales, envueltas en el misterio, un misterio difícil de aceptar y de sobrellevar, difícil de expresar con palabras. Los jóvenes sufren y también enferman. ¿Cómo reaccionan? ¿Cómo lo afrontan y lo viven? ¿De qué recursos disponen? ¿Qué es lo que les ayuda?
Jesús pasó por esta experiencia humana y nos enseñó cómo debemos vivirlo nosotros. Sus actitudes nos ayudan a vislumbrar desde la fe el sentido de la vida, también en el sufrimiento. Nos enseñan el valor redentor del amor y, sobre todo, a descubrir que podemos buscar un para qué. Él vive la vida en plenitud, con una profunda alegría interior que le brota de la vivencia gozosa del Padre y de su dedicación a la causa del Reino. Jesús se somete a la cruz para cumplir la voluntad del Padre.
4. Estar junto al enfermo no resulta fácil, complica a veces nuestra vida, nos plantea profundos interrogantes y nos recuerda cosas que no aceptamos con facilidad. Jesús nunca pasó de largo ante los enfermos. Se acercó a ellos, se conmovió por su situación, les dedicó atención preferente y les libró de la soledad y el abandono en que se encontraban, hasta reintegrarlos a la comunidad.
Los jóvenes disponen de un enorme potencial interior para ayudar a los que sufren. Y llegan a descubrir que su ayuda a los que sufren es un servicio a Jesús: «Estuve enfermo y me visitasteis» (Mt 25,36), un servicio a la humanidad y un servicio que revierte en ellos mismos.
5. Oír hablar de muerte en una etapa de la vida en la que desbordan las sensaciones de vivir no es agradable. Sin embargo, la muerte está también presente en los jóvenes, y la realidad de la vida les obliga a tener que encararla de frente: el amigo que se estrelló con la moto, el compañero que se despeñó en la sierra, el amigo al que quieres tanto y que se va agotando por semanas con el cáncer, el que no pudo dejar de pincharse, el compañero de clase que se cansó de vivir, la persona ya mayor, tan entrañable y querida, que murió de repente...
Impacta entonces la muerte y nos deja sin palabras, remueve por dentro, provoca reacciones, suscita preguntas e interrogantes, etc. Ahora bien, como la muerte forma parte de la vida, ¿es mejor soslayarla o mirarla de frente? ¿Podemos hacerlo de forma madura y positiva? Jesús ama la vida, se conmueve ante la muerte y llora. Sus gestos, sus palabras y su trayectoria nos muestran una forma de vivir la vida de manera intensa, con realismo, sin idealizarla ni envolverla en amargura y desesperanza.
Mirar la muerte, a la luz de Jesús, ayuda a vivir más plenamente la vida y a valorar y agradecerla como don de Dios, don que se ha de vivir en actitud de agradecimiento y alabanza. Ayuda a vivir los pequeños tránsitos de cada día y acompañar a quienes están experimentando la muerte en su propia carne y necesitan alguien que les tienda su mano y les consuele; ayuda a combatir lo que aquí y ahora está generando muerte: hambre, violencia, guerras, deterioro de la naturaleza, reparto injusto de recursos, etc.
6. Ante estos grandes acontecimientos de la vida, vosotros, queridos jóvenes, sois los grandes protagonistas de la Campaña. Podéis llegar, mejor que nadie, a vuestros compañeros y amigos, y compartir juntos puntos de vista, búsquedas, testimonios y experiencias. Hasta encontraros con Jesús, para implicaros y apoyaros en actividades y compromisos en este campo. Sois los jóvenes los principales evangelizadores del mundo en el que vivís. Como profesionales que trabajáis en el mundo de la salud o como voluntarios en una asociación, movimiento o equipo pastoral.
A todos nos incumbe la tarea y la responsabilidad de cuidar y curar la vida en sus momentos difíciles y trasmitir formas sanas de vida. Las comunidades cristianas, los servicios pastorales de los hospitales, los profesionales sanitarios cristianos, los educadores y formadores, los movimientos y voluntariados, todos en la Iglesia hemos de ayudar a descubrir los valores saludables que encierra el Evangelio. ¿Cómo? Responsabilizándonos del cuidado de nuestra salud y de la promoción de la salud de los otros. Como testigos del Resucitado, vivamos curando la vida y aliviando el sufrimiento.
Que María, Madre de los Jóvenes y Salud de los enfermos, acompañe nuestros días de Pascua y toda nuestra vida.
Los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral
Sebastià Taltavull Anglada, obispo auxiliar de Barcelona
Rafael Palmero Ramos, obispo de Orihuela-Alicante
Francesc Pardo Artigas, obispo de Girona
José Manuel Lorca Planes, obispo de Cartagena-Murcia
José Vilaplana Blasco, obispo de Huelva