Temas: vida consagrada.
Web oficial: http://www.conferenciaepiscopal.es/images/stories/Jornadas/2014/VidaConsagradaMateriales.pdf
Publicado: Ecclesia LXXIV/3.712, febrero (2014), 138.
Desde el año 1997 venimos celebrando en la Iglesia, cada 2 de febrero, en la Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, instaurada por el beato papa Juan Pablo II, que será canonizado junto con el papa Juan XXIII el domingo 27-4-2014 ▶.
Esta Jornada tiene como objetivos alabar y dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada a la Iglesia y a la humanidad; promover su conocimiento y estima por parte de todo el Pueblo de Dios; invitar a cuantos han dedicado totalmente su vida a la causa del Evangelio a celebrar las maravillas que el Señor realiza en sus vidas.
En ese día damos gracias a Dios por las órdenes e institutos religiosos dedicados a la contemplación o a las obras de apostolado, por las sociedades de vida apostólica, por los institutos seculares, por el orden de las vírgenes, por las nuevas formas de vida consagrada.
El lema escogido para este año es: “La alegría del Evangelio en la vida consagrada”. Está en plena sintonía con la primera Exhortación Apostólica del papa Francisco, Evangelii gaudium ▶, publicada el domingo 24 de noviembre, Solemnidad de Jesucristo Rey, en la clausura del Año de la fe ▶.
«La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús». Estas son las primeras palabras de la Exhortación Apostólica del papa Francisco. Entre los que se encuentran con Jesucristo están de modo especial las personas consagradas, cuya vocación (consagración-comunión-misión) se entiende plenamente desde el encuentro personal con Jesucristo pobre, casto y obediente, a quien siguen más de cerca y con radicalidad evangélica.
La alegría de los miembros de vida consagrada nace de Dios, que es la fuente de la verdadera alegría. La alegría en la vida consagrada procede de la fe, que a su vez proviene de la acogida de la Palabra de Dios. «El anuncio de la Palabra crea comunión y es fuente de alegría. Una alegría profunda que brota del corazón mismo de la vida trinitaria y que se nos comunica en el Hijo (…). Según la Escritura, la alegría es fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22), que nos permite entrar en la Palabra y hacer que la Palabra divina entre en nosotros trayendo frutos de vida eterna»1.
Las personas consagradas viven la alegría de su vocación, desde la consagración a Dios, la comunión fraterna y la misión evangelizadora (por el apostolado o por la contemplación) en la profunda unión y amistad con Jesucristo en su vida diaria, siendo reflejo del Amor de Dios, dispuestos a abrazar todas las miserias y a curar todas las heridas humanas para poner en ellas el bálsamo de la ternura y de la misericordia divina.
Ahora bien, la alegría cristiana es siempre una alegría crucificada, que pasa por la cruz y culmina en la resurrección. A la alegría se opone la tristeza, no la cruz, que es signo de amor.
La Santísima Virgen María, Mujer consagrada, es causa de nuestra alegría, icono de la vida consagrada, que nos enseña a vivir la alegría verdadera del seguimiento de Jesucristo. María es la Madre que presenta en el templo el Hijo de Dios al Padre, dando continuación al “sí” pronunciado en el momento de la Anunciación. Que ella sostenga y acompañe a las personas consagradas en su vocación, protegiendo con su maternidad la consagración, comunión y misión de cada uno de nuestros hermanos y hermanas de la vida consagrada.
Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander - Presidente de la CEVC
Notas: