Don Luis Argüello anima a vivir con plenitud la “segunda oportunidad” que brinda el Año Jubilar

Don Luis Argüello anima a vivir con plenitud la “segunda oportunidad” que brinda el Año Jubilar

17 junio, 2023

El Año Jubilar del Corazón de Jesús se abrió ayer tarde en una Catedral abarrotada de fieles y con una Eucaristía presidida por nuestro arzobispo, don Luis Argüello, y concelebrada por el vicario general, Jesús Fernández Lubiano, y por los responsables de los dos templos jubilares: el deán, José Andrés Cabrerizo; y el rector de la Basílica Santuario Nacional de la Gran Promesa, Julio A. de Pablos, además de medio centenar de presbíteros y diáconos.

La Misa dio comienzo con la lectura por parte de José Andrés Cabrerizo del decreto por el que el Santo Padre, a través de la Penitenciaría Apostólica, concedió el año de gracia a la diócesis de Valladolid. Fue solicitado por el propio arzobispo, don Luis Argüello, con motivo del centenario de la entronización del Corazón de Jesús en la torre de la Catedral (que se conmemora este 24 de junio). Se da la circunstancia, además, de que Valladolid es uno de los referentes mundiales de la devoción al Corazón de Jesús, ya que el 14 de mayo de 1733, el beato Bernardo Francisco de Hoyos, recibió del Corazón de Jesús la Gran Promesa: “reinar en España y con más veneración que en otras partes”, en el presbiterio de la actual Basílica Santuario Nacional de la Gran Promesa.

En el transcurso de la Eucaristía solemne -cantaron las dominicas de Santa Rosa de Lima y representantes de otros coros vallisoletanos, bajo la dirección de Goyo Casado y con Juan Pablo Hervada al órgano- don Luis se felicitó por esta “segunda oportunidad” que constituye el jubileo para el renacimiento del perdón y de la misericordia en unos hombres y un mundo “de heridas y conflictos”. Hizo un llamamiento a la humildad para ofrecer “el perdón, la caridad la gracia y la alegría” y pidió a los sacerdotes “horas extraordinarias” para que el mayor número de fieles, vallisoletanos y visitantes, puedan acceder a la gracia jubilar: la indulgencia plenaria. Es un tiempo para acercarse a la “alegría desbordante” y a la “misericordia” del Señor, pero también un tiempo de “renovación”, en palabras del propio arzobispo, quien invitó a “pasar por la indulgencia” para “curar las secuelas” que “el egoísmo y el pecado” dejan “siempre en nuestra vida, en las relaciones, en las instituciones”.

A la conclusión de la solemne Eucaristía y antes del inicio de la procesión del Sagrado Corazón de Jesús hasta la Basílica -las imágenes del Inmaculado Corazón de María, del beato Bernardo de Hoyos y del Corazón de Jesús llegaron la noche anterior a la Catedral acompañadas de un rosario de las velas, presidido Jesús Fernández Lubiano-, se dio lectura a la que hasta el próximo 14 de junio será la Oración del Jubileo.

Sagrado Corazón de Jesús, en ti confiamos.

Que venga tu Reino, Corazón Santo, cumple la promesa que hiciste al Beato Bernardo,

pues sólo un encuentro contigo, de Corazón a corazón, transformará nuestras vidas.

Tú nos escuchas y respondes: ¡venid a mí!

Confiados en tu abrazo de misericordia, te suplicamos: Jesús, restáuranos, para que ofrezcamos nuestra vida en reparación de tantos daños causados por el pecado.

Que laicos, ordenados, y consagrados con polvo en los pies y heridas en el corazón,

pasemos por la puerta de tu Corazón

para experimentar la alegría desbordante de tu misericordia.

Señor, desde la torre de la Catedral, sé el foco que oriente nuestra peregrinación cotidiana.

Señor Jesús, ilumínanos, enséñanos en estos próximos 10 años el camino que pasa por el pesebre y la cruz.

Envíanos como heraldos de tu Reinado.

Señor, renueva nuestra Iglesia para que crezca la participación de todos en su Misterio de Comunión y Misión.

Corazón de Jesús que seamos uno para que el mundo crea.

Reina en nosotros como ya reinas en el corazón

de tu Madre inmaculada, Reina y Señora de todo lo creado.

¡Señor, cumple tu promesa!¡Vénganos el tu Reino

Con cofrades del Atado y del Descendimiento alumbrando los pasos y los fieles demostrando en la calle su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, la comitiva se dirigió a la Basílica Santuario de la Gran Promesa donde, tras un breve acto ritual en el exterior, don Luis “abrió simbólicamente” la puerta de este segundo templo jubilar. Allí, también con una gran asistencia de fieles, se celebraron las Vísperas. El Santísimo permaneció expuesto desde su conclusión hasta las 8:00 horas de hoy sábado, para la adoración eucarística y el rezo continuado del rosario.

La celebración de un año jubilar es una fiesta para la Iglesia católica; un momento de gracia y bendición; un tiempo para acercarse de mejor manera al Señor y -con independencia de que contribuya a la llegada de peregrinos o de que durante su celebración se lleven a cabo diferentes actividades culturales o de otro tipo- un momento para la evangelización y revitalización de la vida cristiana.

En el caso del de Valladolid, se persigue que sea también un año preparatorio del Año Santo Romano (2025) y del Año Santo de la Redención (2033); un revulsivo para la vida espiritual de la Diócesis; una oportunidad para que los vallisoletanos y visitantes tomen conciencia del Corazón de Jesús como morada de la misericordia y renueven su compromiso para trasladar a la plaza pública el Reinado Social de Jesucristo. La imagen del año jubilar vallisoletano será la del Corazón de Jesús de la Seo y, el lema, ‘Venga tu Reino’.

A partir del próximo 16 de junio y hasta el 7 de junio  de 2024 los peregrinos podrán alcanzar la indulgencia plenaria -indulgencia que concede la remisión completa de las penas temporales- si son fieles “verdaderamente arrepentidos e impulsados por la caridad”, siempre y cuando acudan a los templos jubilares y participen en las condiciones acostumbradas: confesión sacramental, comunión eucarística, y oración por las intenciones del papa Francisco y las necesidades de la Iglesia y de la Diócesis.

El próximo sábado, 24 de junio, día del centenario, a las 13:00 h, y desde la torre de la Catedral, el obispo Argüello bendecirá a los vallisoletanos con el Santísimo, emulando la Eucaristía que desde allí celebró el entonces arzobispo metropolitano, Remigio Gandásegui.