Los Monasterios de las Salesas en Valladolid. En las Comendadoras de Santiago y con la devoción del Corazón de Jesús

Los Monasterios de las Salesas en Valladolid. En las Comendadoras de Santiago y con la devoción del Corazón de Jesús

29 enero, 2024

Imágenes de devoción, por Javier Burrieza

Valladolid, camino de devoción del Sagrado Corazón de Jesús (8)

LOS MONASTERIOS DE LAS SALESAS EN VALLADOLID

En las Comendadoras de Santiago y con la devoción del Corazón de Jesús

Abrimos los espacios de la Orden de la Visitación –las salesas–, llegadas a Valladolid desde el Primer Monasterio de Madrid en 1860: siete hermanas con su primera superiora, la madre María Manuela Vieitiz. Empezaron a morar –tras un primer periodo provisional en el de Santa Clara– en el antiguo de las comendadoras de Santiago, el monasterio de Santa Cruz, por disposición de Isabel II. Entre las primeras impresiones que anotaron las monjas de esta ciudad, se encontraba la ausencia de los jesuitas. Todo ello conducía a que la devoción del Sagrado Corazón en Valladolid estaba “casi muerta” a pesar de que el papa Pío IX había extendido universalmente en 1856 su misa y oficio. La madre Vieitiz manifestó una notable y especial predilección hacia esta devoción.

Los años que permanecieron en aquel caserón de las comendadoras de Santiago es uno de los episodios más singulares de la vida religiosa en Valladolid. Inicialmente, vivieron en compañía de la última de ellas, Dominica Sisniega, que se terminó trasladando a otro de su orden. Las monjas de la Visitación estaban preocupadas que aquel edificio “amplio y situado en el centro de la población”, fuese el adecuado para establecer un pensionado para la formación de las niñas que les fuesen encomendadas y de las cuales también podían surgir las pertinentes vocaciones para la vida religiosa. La madre superiora consagró todo el monasterio al Sagrado Corazón realizando una procesión interior. En 1864 celebraron la beatificación de aquella monja salesa de Paray-le-Monial, Margarita María de Alacoque, tan importante en la trayectoria de la devoción pública del Sagrado Corazón. Quizás fue la primera gran fiesta hacia el exterior que convocaron en Valladolid como relatan sus crónicas. Era la fecha de san Francisco de Sales de 1865 cuando la iglesia del monasterio –que si todavía alguno de los lectores no se había situado se trata de lo que conocemos como “las Francesas”, pues las dominicas fueron después las que compraron este monasterio a las salesas–, desplazando la imagen habitual del Santiago matamoros del altar mayor ubicaron “una magnífica pintura representando a nuestra Beata en adoración delante del Sagrado Corazón”. Una obra que fue regalada por una de las novicias del convento: “en fin nuestra iglesia parecía un pequeño cielo”. La superiora de las salesas solicitó al entonces arzobispo de Valladolid, el cardenal Moreno Maissonave, que estableciese en este templo una congregación de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. El prelado así lo concedió en junio de 1865, siguiendo el modelo de lo que se había realizado en el Primer Monasterio de Madrid, la antes citada fundación real.

Ellas fueron las impulsoras de la procesión propia de esta devoción, desde esta iglesia que habían hecho suya, con gran acompañamiento de fieles. Una procesión que se pudo mantener gracias a la intervención del gobernador civil, tan próximo a las salesas a través de su hija. En el cortejo se podía conocer el estandarte que había bordado la madre superiora, Manuela Vieitiz, gran devota del Corazón de Jesús y que fue el primero dedicado a tal efecto en Valladolid. A aquellas monjas les afectó la revolución de 1868 que terminó con el reinado de Isabel II. Los jesuitas huyeron disfrazados de Valladolid y ellas ocultaron entre colchones los cuadros devotos que deseaban salvar. Sabían que el propio del Corazón de Jesús podía despertar la ira de los revolucionarios en el caso de que entrasen en la casa. Ellas tuvieron que salir momentáneamente del monasterio y fueron recibidas por las Huelgas Reales. Regresaron en febrero de 1869. Entonces, en el Congreso de los Diputados estaban buscando un nuevo Rey –que terminó siendo Amadeo de Saboya–, ellas también proclamaron el suyo en el Sagrado Corazón. Temieron lo peor durante los incidentes que pusieron fin a los once meses de efímera República. Pocos días después, el 25 de enero de 1874 moría aquella salesa tan destacada en la expansión de esta devoción en Valladolid, la madre Vieitiz. Allí permanecieron hasta el 16 de julio 1886, camino de un convento que había construido para ellas el arzobispo Benito Sanz y Forés en el Prado de la Magdalena y en el cual nunca se sintieron cómodas. Nuestra ruta se ha detenido en esa bella iglesia del barroco vallisoletano que hoy es sala de exposiciones municipal de Las Francesas.