SAN FRANCISCO DE BORJA (II) EN LA CORTE DE UNA JESUITA, JUANA DE AUSTRIA

SAN FRANCISCO DE BORJA (II) EN LA CORTE DE UNA JESUITA, JUANA DE AUSTRIA

2 agosto, 2017
FRANCISCO DE BORJA SEGÚN INTERPRETACIÓN DE MARTÍNEZ MONTAÑÉS
FRANCISCO DE BORJA SEGÚN INTERPRETACIÓN DE MARTÍNEZ MONTAÑÉS

Bienaventurados – Los santos que moraron en Valladolid. Serie de Artículos de Javier Burrieza

Nacido en Gandía (Valencia) el 28 octubre 1510. Cuarto Duque de Gandía. Entró en la Compañía de Jesús el 2 de junio de 1546, llegando a ser elegido prepósito general y segundo sucesor de san Ignacio de Loyola. Su presencia como jesuita en el ámbito geográfico de Valladolid está muy relacionada con la expansión de sus colegios en la antigua Corte de los Austrias, en el noviciado de Simancas o en el colegio de Medina del Campo. Murió en Roma el 30 de septiembre de 1572, siendo beatificado por Urbano VIII en 1624 y canonizado por Clemente X en 1671.

Francisco de Borja empezó a hacer uso de sus influencias para favorecer a la Compañía de Jesús en la que se había integrado. El Instituto ignaciano necesitaba de numerosos recursos humanos, materiales y sociales para cumplir los objetivos que se había planteado. Así ocurrió cuando consiguió de Roma la aprobación y el “imprimatur” hacia los Ejercicios Espirituales, páginas esenciales en los trabajos pastorales de los jesuitas. Borja pagó el gasto de impresión de quinientos ejemplares en lengua latina. Emprendió viaje a Roma para entrevistarse con Ignacio de Loyola, para recibir como profeso de su superior el texto de las Constituciones. Lo hizo conforme a su condición social, acompañado de un sequito de treinta personas. En la Ciudad Eterna se interesó por la construcción de un templo y por el establecimiento del Colegio Romano, para el cual entregó una importante cantidad de dinero. Cuando volvió a España, no estaba bajo la autoridad del provincial Antonio de Araoz y se estableció en Oñate donde se habría de abrir un colegio de jesuitas. Fue ordenado sacerdote en 1551, siendo las tierras vascas y navarras de los alrededores beneficiarias de sus trabajos. Borja habría de ser más útil en otros escenarios. Cuando la primitiva provincia de España se dividió en tres —Castilla, Aragón y Bética—, Francisco de Borja se convirtió en comisario de todas ellas, por encima de la autoridad del provincial, extendiéndose su jurisdicción sobre la de Portugal. Era, pues, el hombre más importante de la Compañía en la península, centro de la Monarquía de España, lo que provocó reticencias en jesuitas como Antonio de Araoz. Borja entendía sobre la aceptación de nuevos colegios y trataba con aquellos fundadores que también se sentían atraídos por su condición de jesuita.

Francisco de Borja fue comisario de las provincias españolas y portuguesa, el hombre más importante de la Compañía en la península, lo que provocó reticencias en jesuitas como el provincial Antonio de Araoz.

            Tras el lento comienzo del colegio de San Antonio de Valladolid, Francisco de Borja fue el elemento de dinamización de esta casa, sobre todo porque a partir de 1554 se iba a convertir en el hombre fuerte en la Corte de la regente Juana de Austria, princesa de Portugal, hija pequeña de Carlos V y hermana del futuro Felipe II. Decían las crónicas e informaciones que recibía Ignacio de Loyola en Roma, que aquella Corte vallisoletana parecía un noviciado de jesuitas. El carisma de la Compañía lo asumió tanto la mencionada e inteligente princesa doña Juana, que solicitó algo excepcional: su incorporación al Instituto. La dirigida de Francisco de Borja y solucionadora de tantos problemas de los jesuitas, solamente podía ser hermano coadjutor por su condición femenina. No podían negar tal petición desde Valladolid a gobernante tan poderosa. Fue admitida en secreto y a ella se referían por carta como el “hermano Matheo Sánchez”. Ambos también se implicaron en el desarrollo del primer noviciado de la Compañía en España, en la localidad vallisoletana de Simancas a partir de 1554 aunque con una existencia muy efímera. El epistolario de Borja a Roma está plagado de detalles sobre el desarrollo de la cotidianidad de aquella cantera de nuevos jesuitas —todo un “mundo al revés” como titulaban— así como de los principios del importante colegio en la villa de las Ferias, bajo el impulso de hombres de negocios en Medina como Rodrigo de Dueñas o Pedro Cuadrado.

            A Francisco de Borja, hombre de confianza de doña Teresa de Ahumada y de las personas reales, acudieron los príncipes preocupados ante las actitudes espirituales de la reina Juana en su encierro de Tordesillas, en los últimos días de su vida. No podía morir como una “hereje”. Cumplía con misiones políticas que le encomendó Carlos V en Portugal y estuvo presente en la ofensiva inquisitorial que el Santo Oficio estaba desarrollando contra el supuesto grupo luterano de Valladolid. Algunas tensiones y prevenciones se habían producido entre los jesuitas y el tribunal de la ortodoxia pero a Borja le parecía indispensable estar pastoralmente en aquellos momentos. Sin embargo, la decisión del tribunal de incluir las “obras del duque de Gandía” en el Catálogo de libros prohibidos dio un vuelco a la vida de Borja. Salió huyendo desde Valladolid hacia Évora en 1559.