La parábola de la cúpula

La parábola de la cúpula

25 mayo, 2017

La parábola de la cúpula
(16-31 de julio de 2024)

 

La Eucaristía de acción de gracias, celebrada en la Catedral a partir del hundimiento de la cúpula del templo de la Vera Cruz, y el traslado procesional de las imágenes a la Iglesia Parroquial de San Miguel y San Julián nos hacen caer en la cuenta de que todo acontecimiento, por doloroso que sea, puede ser leído también de manera providencial.  La iniciativa de realizar esta Eucaristía surge al constatar que el colapso de la cúpula no produjo ningún daño a ninguna persona, ni los trabajadores que estaban realizando las obras encomendadas por la Cofradía Penitencial, ni tampoco a ninguno de los numerosos visitantes de este templo. Por eso la Cofradía, junto a otras iniciativas, ha querido dar gracias queriendo ver en lo sucedido el 25 de junio el manto de Nuestra Señora de los Dolores de la Vera Cruz cubriendo a todos aquellos que podrían verse afectados por este derrumbe. También se realiza la acción de gracias porque las imágenes que en este templo se conservan y convocan a la oración y a la devoción, valiosas por su valor patrimonial, pero sobre todo por su valor devocional, tampoco han sufrido ningún daño grave, salvo la inevitable suciedad que el polvo provocó en estas imágenes.

Esta es una primera mirada a la providencia de Dios, que vemos actuando en medio de los acontecimientos de nuestra vida. Sí, damos gracias porque podemos seguir cultivando la devoción y podemos seguir haciéndolo todos, dado que nadie ha sufrido un daño irreparable por este acontecimiento que entristece y preocupa a la vida de los cofrades y de los vallisoletanos en general.

Pero todavía podemos ahondar más en la mirada providencial. El colapso de la cúpula puede ser como una parábola que misteriosamente se ha escrito para nosotros.  Los técnicos y los trabajadores de la empresa de construcción nos dicen que el colapso de la cúpula está relacionado con el deterioro progresivo de los materiales, especialmente, de las maderas que sostenían la cúpula. El paso del tiempo, las humedades, las lluvias, otros elementos han contribuido al deterioro de las maderas, lo que ha provocado que cuando con motivo de la reparación se toca esta cúpula que apenas puede ser ya sostenida por dichas maderas, cimiento de la propia cúpula, esta se venga abajo. Leamos el relato de lo sucedido como una parábola, queridos amigos, porque también esto ocurre en el templo de piedras vivas que somos los creyentes, miembros de una comunidad parroquial o miembros de la cofradía, templo de piedras vivas que dispone de un templo donde poder reunirse y dar culto —a través de las imágenes— al Señor y a su Madre.  La mirada providencial nos hace caer en la cuenta de que, si abandonamos el cuidado de los cimientos de nuestra Fe, la oración, la escucha de la Palabra, la vida fraterna, la celebración de los sacramentos, la atención a los pobres…, nuestra vida cristiana va progresivamente deteriorándose. Puede seguir manteniendo una apariencia, incluso, puede seguir presentándose en público como una realidad que ahí permanece, pero en cuanto viene un viento contrario o cuando aparecen nuevas circunstancias en nuestra vida, la falta de cuidado de los cimientos hace que nuestra propia vida de creyentes, de comunidad cristiana colapse también, se venga abajo de manera, podríamos decir, imprevisible, pero que ha venido gestándose a lo largo del tiempo. De repente, nuestra vida cristiana desaparece, nuestra presencia ante los demás como seguidores del Señor y devotos de la Virgen no tiene ya ninguna repercusión en nuestra vida familiar, social o pública.

Por eso la parábola de la cúpula de la Vera Cruz nos invita, desde esta mirada creyente que la Cofradía ha querido realizar en la celebración del domingo en la Catedral, al cuidado de los fundamentos de nuestra Fe, al cuidado de la propia vida fraterna y de todo aquello que ayuda a sostener nuestra vida cristiana.  Es una llamada que la Virgen, a la que damos gracias porque nos ha protegido con su manto para que nadie ni nada haya sufrido las consecuencias del colapso de la cúpula, quizá nos haga dar un paso adelante en nuestra propia vida de Fe, de cofrades y devotos de la Semana Santa vallisoletana.

Por otra parte, esta parábola de la cúpula de la Vera Cruz nos está también convocando a poner los medios para restaurar y cuidar el mantenimiento del templo; nos está llamando a seguir cultivando la devoción, ahora en el templo parroquial de San Miguel. Seguramente, os convoca de una forma especial, queridos cofrades, a expresar de manera más cotidiana vuestra vida fraterna. También nos está invitando, desde la solidaridad provocada y ofrecida desde las primeras horas de este desastre por cofradías, parroquias, autoridades, devotos y ciudadanos a seguir cultivando esta cercanía a lo largo de nuestra vida ordinaria.

La parábola de la cúpula de la Vera Cruz nos llama a una colaboración mayor entre todas las cofradías, nos llama a un cuidado de los fundamentos de nuestra vida cofrade, nos llama a estar vigilantes para salir al paso de todo aquello que pueda deteriorar nuestra vida de Fe. Si hacemos esta mirada creyente y leemos con ojos providentes el acontecimiento del colapso, la acción de gracias celebrada el domingo tiene todo su fundamento y el corazón agradecido se pondrá ahora en marcha procesional para realizar una acción desde la llamada que recibimos al leer y pasar por el corazón la parábola de la cúpula de la Vera Cruz.